Reportaje
Uniforme tradicional del PRI que
recuerda sus abusos, por lo que Peña Nieto busca desmarcarse de lo que
representaba La Ola Roja. Ahora sólo unos cuantos portan dicha vestimenta, con
orgullo partidista
Por Fernando Meraz Mejorado /
Luces del Siglo
Cancún, Qna. Roo., abril de 2012. Podría el dato, poco consignado, parecer
irrelevante, pero no lo es. El hecho de que el candidato Enrique Peña Nieto
haya iniciado su campaña con camisa blanca, cuando las más recalcitrantes
huestes priístas llamaban todavía a la Ola Roja a extenderse a todo el país, es
al menos indicio de ir, paulatina pero definitivamente marcando diferencias
entre el viejo PRI, aupado a la vieja usanza a la Madre de todas las Campañas.
El Maestro Reyes Heroles en su tiempo anotó: forma es fondo.
Así, mientras en la mayor parte de los dieciséis estados que este año renovarán
gubernaturas, las camisas coloradas que el profesor Humberto Moreira rescató
como divisa del estilo priísta hicieron prevalecer la Ola Roja, sólo los
verdaderos cercanos a Peña Nieto, Aristóteles Sandoval, en Jalisco y unos
cuantos más vistieron de blanco, como su candidato a la Presidencia.
Lo interesante es que las camisas coloradas que con tanto porte ostentan todos
los políticos interesados en mostrar que verdaderamente son priístas, han resultado
históricamente de mal fario.
Esas camisas rojas que en lo sucesivo vestirán solo algunos despistados, fueron
puestas de moda por Roberto Madrazo Pintado en su campaña por la presidencia en
2006. Madrazo quería evocar a su padre, Carlos Alberto Madrazo Becerra, quién
se lanzó a la política en 1932, al lado de Alfonso Bates Caparroso, con un
grupo que se hizo llamar Los Camisas Rojas, para apoyar al líder tabasqueño
Tomás Garrido Canabal.
El escritor británico Graham Greene los describió: “era un grupo de choque que
allanaba domicilios, destruía imágenes, humillaba bebedores y apaleaba
políticos adversarios”. El 30 de septiembre de 1934, los Camisas Rojas
dispararon contra católicos que salían de la parroquia de Coyoacán. Cinco
murieron y 30 resultaron heridos. Los agresores huyeron: una multitud linchó a
uno y la policía detuvo a 65, de los cuales 40 fueron presos.
El historiador Alan M. Kirshner escribió: “ese bloque estaba destinado a ser el
Talón de Aquiles de Garrido Canabal. El grupo fue detonador de conflictos que
originaron su caída. El 10 de agosto de 1937, el presidente Cárdenas mandó a
Garrido Canabal al extranjero. El líder del sureste salió expulsado por una
sociedad que había cambiado sin que él se percatara”, agrega Kirshner.
Para Roberto Madrazo Pintado tampoco las Camisas Rojas resultaron auspiciosas.
La derrota del PRI en 2000 fue el gran revés de la historia del PRI y de la
suya propia. Acusado de enriquecimiento ilícito, tuvo que retirarse
prematuramente. Madrazo hizo un último esfuerzo para ser candidato del PRI a la
Presidencia de la República en 2006. En el debate Madrazo apareció sin luces.
Su campaña no logró levantar y cayó en picada. Los gobernadores del PRI, sus
Camisas Rojas, se volvieron contra él en la elección presidencial. Madrazo
acabó en tercer lugar con 22.26 por ciento de los votos, detrás de Felipe
Calderón y López Obrador.
En las elecciones de 2011, las Camisas Rojas volvieron a aparecer. Uniforme
riguroso de la pasada generación joven del PRI, la que mostró que juventud no
es estado de gracia. Alberto Aguilar Padilla, de Sinaloa; Fidel Herrera
Beltrán, de Veracruz; Félix González Canto, de Quintana Roo; Ismael Hernández
Deras, de Durango; Natividad “Nati” González Parás, Nuevo León; Reyes Baeza, de
Chihuahua; Ney González, de Nayarit; Mario Marín, de Puebla; Eugenio “Geño”
Hernández, de Tamaulipas; Ulises Ruiz, de Oaxaca. Convertido en dirigente
nacional del PRI, Humberto Moreira decidió adoptarlas como uniforme oficioso.
Todos ellos acabaron mal
Los orondos y chacoteros amigos del coahuilense, culminaron sus gobiernos en
medio de escándalos por sus fortunas ostentosas, bajo sospecha de malhabidas y
montos récord en la historia de la cleptocracia en México. Su deshonestidad
impune infligió al PRI impactos demoledores en materia de confiabilidad
política, mucho más graves que todos los que pudieron haber causado los
partidos rivales, incluidos los desvaríos de la administración panista o el
delirio mesiánico de López Obrador. En opinión de observadores serios, mantener
en el candelero a esa pandilla fue el primer error grave de Moreira y el
tropiezo inicial de su estrategia para la Madre de Todas las Batallas en 2012.
Los Camisas Rojas son del PRI. Pero no son el PRI, hay que precisarlo. Fotos y vídeos de los últimos meses muestran que el uniforme colorado, es o era divisa
de un grupo, pero no de todos los priístas. Ni siquiera todos la usaban. Peña
Nieto la llevó algunas veces, acaso por condescendencia. Pedro Joaquin Coldwell
sólo una ocasión llevó chamarra roja. Manlio Fabio también, de vez en vez .No
hay muchas fotos de Emilio Gamboa, ni de Manuel Aguilera Gómez, ni Heladio
Ramírez López con la camisa colorada. Esto pese a la recomendación y las señas
de quienes las vendían, de la gente del profesor Moreira de usar no sólo
camisa, sino chamarras, casacas, sweaters y hasta guayaberas coloradas, como
pública declaración de fe priísta.
Son muchos los mexicanos que quisieran apostarle al PRI. Que buscan encontrar
en Peña Nieto el líder que busca México hace décadas. De alguna manera el PRI
tiene los documentos básicos que tienen base histórica en la Revolución
Mexicana. Que son perfectibles, sí. Es necesario que lo sean.
Pero estos mexicanos que por muchas razones podrían hacer mayoría, no quieren
al viejo PRI. Al que tiene gobernadores bobos y ex gobernadores malandros como
candidatos a senadores. No al PRI que acoge al “Niño Verde”, autista político y
lo impone a la fuerza en Quintana Roo, sólo por la incapacidad negociadora del
partido ahí.
Quienes examinan ahora la posibilidad de volver a votar por el PRI tampoco
quieren ver a Carlos Salinas como si fuera la conciencia áulica de Peña Nieto.
Son millones los mexicanos que en estos meses estarán siguiendo a Peña Nieto
con esperanza de encontrar nuevas sorpresas. Como esa camisa blanca, en lugar
de las que usan los orondos millonarios de las camisas coloradas.
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