Iguala, Gro., febrero de 2016 (IRZA).-
Por lo menos 30 alumnos de escuelas primarias, secundarias y de nivel medio
superior sufrieron crisis de insolación, algunos más desvanecimientos, por las
más de cuatro horas que permanecieron bajo las inclemencias del sol durante la
ceremonia solemne realizada el pasado 24 de los corrientes con motivo del 195
Aniversario del Día de la Bandera Nacional, que encabezó en Iguala el
presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
La organización de
los tres eventos efectuados el miércoles en Iguala estuvo a cargo de las
fuerzas armadas, particularmente de la Secretaría de la Defesa Nacional y del
Estado Mayor Presidencial.
Los festejos
conmemorativos iniciaron a las 10:00 horas con el tradicional desfile cívico-militar.
Más tarde, Peña Nieto
y el gobernador Héctor Astudillo Flores se trasladaron al Cerro del Tehuehue,
donde encabezaron el izamiento de la Bandera Monumental.
Los mandatarios,
acompañados por sus respectivas comitivas, arribaron después de las 13:00 horas
al estadio “General Ambrosio Figueroa” de la Ciudad Deportiva de Iguala, para
la ceremonia oficial.
Fue aquí donde se
registraron desmayos en cadena de por lo menos 30 alumnos de diferentes
escuelas e incluso de personal de la Secretaría de Marina, quienes participaban
como apoyo para el mejor desarrollo de la ceremonia.
Las más de 30
escoltas abanderadas ese día por el presidente Enrique Peña Nieto fueron
ubicadas a lo largo de la cancha de futbol del estadio, la que está
confeccionada con pasto sintético, lo que incrementó la temperatura.
De acuerdo con el
público asistente, los alumnos fueron citados desde las 09:30 y 10:00 horas en
el citado lugar, “para mejor organización del evento”, debido a que serían
ubicados de forma aleatoria.
La mayoría de los
jóvenes llegaron al lugar sin desayunar. La ceremonia prevista para las 13:00
horas aún no iniciaba y los desmayos iban en aumento.
Los padres de los
jóvenes, expectantes desde las gradas, externaron su malestar contra el
personal de las fuerzas armadas, quienes apresuradamente sacaban a los jóvenes
del cerco metálico para atenderlos.
“¡No es posible!,
¡déjenme pasar!”, soltó sumamente molesto el padre de una estudiante que era
apoyada por un infante de Marina tras sufrir un desvanecimiento.
“Si ya sabían que
esto iba a empezar hasta la una de la tarde, ¿para qué citan a las diez?, eso
sí, muy puntuales, los chamacos vienen sin comer. Ustedes como ya tragaron”,
soltó otra madre de familia preocupada por la salud de su hijo, alumno de
secundaria.
“Esto está haciendo
crisis”, dijo un mando militar al personal e inmediatamente después comenzaron
a repartir jugos y bebidas energizantes a los alumnos y oficiales militares que
hacían guardia.
A los jóvenes
desmayados les untaron alcohol en la nariz y en la nuca, les echaron aire con
abanicos y les dieron botes de “Gatorade”. Una vez reestablecidos, regresaron a
sus lugares, otra vez al sol.
Pero el público
estalló en ira cuando el maestro de la ceremonia pidió a las escoltas
permanecer en sus lugares mientras el presidente Peña Nieto hacia un recorrido
y saludaba a los asistentes. Los reclamos de la gente obligaron a corregir. La
voz del hombre al micrófono ordenó: “salir ordenadamente”.