viernes, 9 de noviembre de 2012

Director General: Rosendo de la O Rendón
Subdirector General: Juan Alberto de la O Hernández 

PRI Purificado




Juan López

   Las tensiones internas del PRI, provocadas por la discrepancia de intereses políticos, muestran un escenario propio de pleito y revancha. El Congreso debiera ser la Arena de la discusión con argumentos civilizados, propios de una fracción minoritaria opositora. No un corral de tuteos infamantes.
   El PRD y sus aliados son la mayoría parlamentaria. Pueden hacer uso de esa condición, ser incluso arbitrarios y majaderos, y solventar por sí solos, todos los acuerdos simples del Congreso.
   El PRI, bueno, mejor dicho Figueroa Smutny facilita perder, en la integración de Comisiones y Jurisdicciones, posiciones como la Presidencia de la Mesa Directiva, que se la abrogó la “izquierda”, sin que los tricolores tuvieran la suficiente fuerza moral para retenerla.
   No hay mejor inconveniencia, para una pugna democrática, que la división interna entre sí mismos.
   Claro que no lo sabe, por ello es obligatorio decirle a Smutny que, cuando Alejandro Magno salió a conquistar el mundo, la única recomendación que le hizo su padre Filipo II, fue: “Divide y vencerás”.
   Dividir la hegemonía del PRI en el Congreso, debilitarlo. Si éste es el propósito ulterior del muchachito, magníficamente bien lo está logrando.
   El poder corrompe. La oposición purifica.
   Esta es una tesis política. Smutny no sabe sino de  jugarretas y patrañas.
   Peleando por frivolidades. Discerniendo travesuras de menores. Alegando minucias no es como un partido abre surcos en la sociedad.
   No será posible para el PRI obtener jerarquía política respetable y responsable con diputados como Rubén Figueroa Smutny. Lo conveniente para el Partido no es sólo que se vaya Cuauhtémoc Salgado, sino que en su despedida lo acompañe el rijoso Junior. Si el malcriado muchacho solicita licencia definitiva, que el
suplente reivindique el cargo, comportándose como un político ecuánime, formal y decente.
   Los problemas de Guerrero son mayores: violencia, migración, inseguridad, desempleo, fuga de capitales, pobreza. Ante esta realidad social no podemos permitir que un diputado se la pase injuriando, chismeando, de párvulo burlón distendiendo la armonía dentro del PRI.
   La diferencia política, moral, ocupacional, entre este Figueroita y aquel don Rubén Figueroa Figueroa es tan distinta como el día de la noche. 
Recientemente el gobernador Ángel Aguirre se dolía de las injustas apreciaciones de cierta prensa, ciertos empresarios, algunos Caballos de Troya que injurian nuestros cotidianos sufrimientos. A ellos agreguemos a ciertos “legisladores”, cuyo deleite personal es el relajo, la mofa y escarnecer en su curul a sus correligionarios políticos.  
   Es asunto de profilaxis, higiene, desinfección, que Figueroa Smutny abdique de su asiento en el Congreso del Estado.
   Es demasiado grande su curul para una humanidad tan indigna como la suya.
   Verdaderos políticos de Guerrero deben tomar su lugar en las instituciones públicas de la Entidad. No vándalos ni herederos de apellidos nefastos, que trastabillan en la magnificencia del poder legislativo.

   PD: “Un charlatán puede arruinar a un régimen democrático”:
                                                                                Aristóteles.

La violencia como modo de relación social



RAÚL SUÁREZ MARTÍNEZ
El 18 de diciembre de 1993 el comerciante Cornelio Jerónimo Dircio, del poblado de Ayotoxtla, fue asaltado por tres hombres a quienes posteriormente identificó como los hermanos Martín y Eliseo Aguilar Avilés y su primo Ángel Aguilar Vázquez. El asalto tuvo lugar en El Columpio, un paraje por el cual los lugareños pasan sólo por necesidad. Los tres asaltantes eran originarios de comunidades de Zapotitlán. Versiones indicaron que los tres cometían asaltos y violaciones en la zona. Según los tres delincuentes habían asaltado previamente un autobús de pasajeros, del que obligaron a descender a cuatro mujeres, a quienes violaron. Al llegar a Ayotoxtla Cornelio reunió a una veintena de personas con palos y piedras –entre quienes se encontraban sus hijos Paulino y Germán, el cacique local Eugenio Rosendo Bolaños y los comisarios de Ayotoxtla y Escalerillas Lagunas). Paulino y Germán habían sido asaltados y golpeados días antes, culpando de este hecho a los hermanos Martín y Eliseo Aguilar Valdés y a su primo Angel Aguilar Vázquez. Sin mucha dificultad localizaron a los presuntos atracadores; éstos, al verse superados en número se entregaron a los perseguidores. Los linchamientos de Zapotitlán muestran un caso en el que la violencia funciona como modo de relación social o, por lo menos, de mediación de las relaciones sociales. Ello no significa que los habitantes de la Montaña sean más violentos que otros campesinos o comuneros indígenas o que los mexicanos de las centros urbanos. La violencia radica ante todo en las condiciones estructurales en las que se desenvuelve la vida cotidiana de estos hombres y mujeres.. Son estas las circunstancias en las que las agresiones al patrimonio, a la libertad o al honor tienen un efecto más devastador. Cuando la explicitación de la articulación de lo local a lo externo se hace evidente por la penetración de actores externos que avalan o refuerzan las injusticias y sufrimientos, las reacciones locales suelen empezar a superar la dimensión personal y la búsqueda de remedios puede llegar a tener proyecciones mayores. Las quejas ante las autoridades estatales consiguen que la policía se haga presente en el lugar; el narcotráfico atrae al ejército; las organizaciones estatales o nacionales que son referentes de las organizaciones locales toman intervención en los hechos; La búsqueda de soluciones se encaminó, por lo tanto, por otros senderos –entre ellos, la convocatoria de organizaciones político-militares opositoras. Sobre todo, el involucramiento de instituciones públicas en las mismas tropelías que hasta entonces eran cometidas por individuos concretos, creó condiciones para redireccionar la culpa por esos hechos hacia las instituciones respectivas y, por lo tanto, a su progresiva despersonalización.
Octubre de 2012, habitantes de Olinalá, municipio de la región de La Montaña, algunos de ellos armados con escopetas, instalaron barricadas en los cinco accesos a la cabecera municipal, para impedir el ingreso de la delincuencia organizada. Los hechos después de que el viernes anterior fue encontrado muerto un taxista que había sido secuestrado; el sábado, durante el sepelio, los pobladores se enteraron de que un grupo armado había levantado a un comerciante.
Los dos ejemplos anteriores, nos llevan a concluir que en algo está fallando el Estado como garante de las condiciones generales de convivencia que ofrece la Constitución política nacional. Cuando las fuerzas del estado fallan o se coluden en algún caso en estas garantías, los ciudadanos, las fuerzas vivas terminan por organizarse: El pueblo, ya harto de los robos, atropellos y crueldades del Comendador, decide unirse y tomar la justicia por su mano. Una noche llegan al palacio, invaden su casa y lo matan en nombre de Fuente Ovejuna y de los Reyes Católicos. En el juicio, cuando el juez les pregunta quién mató al Comendador, todo el pueblo responde: “Fuente Ovejuna, señor”. En Zapotitlan Tablas como en Olinalá, “Fuente Ovejuna” no se organizó contra el gobierno (no todavía), más bien lo están haciendo para darse las garantías que éste no les da, lo que debería ser un alivio para el gobierno, sin embargo, es claro que, si en el periodo inmediato no hay respuesta de los órganos del Estado, pronto esa fuerza organizada y armada por añadidura, buscará acciones no solo contra quien la hace, sino, también contra quien le paga para que lo proteja.