domingo, 18 de marzo de 2012

LA TETERA CÓSMICA. Ese viejo tema de la ley de medios


 Foto: Internet
Por: Roberto Bustamante Vento
No sé si se acuerdan. Hace un año, había un candidato que tenía su plan de gobierno bajo el brazo (luego nos enteramos que no lo había leído, pero esa es otra historia). Entre las muchas cosas que se vio en ese plan de gobierno había un acápite que hablaba de los medios. Su breve diagnóstico decía:

“La transición democrática de 2001 no fue aprovechada por los gobiernos de Paniagua y Toledo para revisar las concesiones de frecuencias de transmisión a aquellos empresarios de la radio y televisión peruana que convirtieron un servicio público en un servicio particular. […]En la actualidad, los medios de comunicación están en propiedad de unas pocas manos (incluso la propiedad de varios tipos de medios), lo que ha configurado un cuasi oligopolio mediático que atenta contra el derecho de libertad de expresión y el de una información adecuada para la población.” (La Gran Transformación, Plan de gobierno 2011-2016, página 57)

El plan ponía el dedo en la llaga y planteaba la pronta revisión de las licencias. Muchas de ellas obtenidas bajo nada transparentes procesos (como fue el caso de América TV, Panamericana TV, el conglomerado ATV-Global y RBC). En varios de esos casos la concesión fue parando de mano en mano y de pueblo en pueblo; el pase de una concesión de una empresa a otra podía ocurrir sin que el estado intervenga en lo absoluto. Digo, no debemos olvidar que la señal televisiva usa el espectro radiomagnético que es de todos los peruanos.

Tampoco hay que señalar que si esto ocurre en Lima, fuera de la capital las cosas son mucho peores, donde proliferan las radios pirata que simplemente se montan sobre el espectro sin mayor supervisión ni acción del estado.

En fin. El partido que promovía una nueva ley de medios llegó al gobierno y no solamente se olvidó de la idea de discutir qué hacer con el espectro radiomagnético, sino que sacó al Instituto de Radio y Televisión Peruana del Ministerio de Cultura (a donde había llegado) y lo volvió un medio de difusión dirigido por la Presidencia del Consejo de Ministros. Cualquier posibilidad de tener una televisión pública y con un consejo directivo independiente y elegido por procesos como los del Banco Central de Reserva quedan en nada hasta nuevo aviso.

Es decir, todo más de lo mismo.

Más allá de la antipatía que puede provocar que en esa misma idea original estuviera dicho que había que tomar como referente el proceso argentino, lo cierto es que muchos medios radiales y televisivos, tanto de Lima como del interior, tienen licencias endebles, donde cualquier juez podría dictaminar hoy quién es el dueño. Es lo que le viene pasando en estos momentos al canal limeño 11 VHF, en manos del empresario Ricardo Belmont Casinelli. En los noventa, la señal fue alquilada primero a una iglesia evangelista y luego a una empresa arequipeña. Luego, es recuperado por Belmont quien ha ido alquilando horas dentro del canal para poder sobrevivir. Así hasta el día de hoy donde un juez arequipeño ha restituido el alquiler nuevamente a la empresa arequipeña Austral. Por supuesto, en medio, hay siempre periodistas que verán sus proyectos truncos. Lástima.

Y doble lástima porque seguimos en lo mismo desde hace mucho. Mala institucionalidad en los medios de comunicación equivale a ser presionados por el gobierno de turno. Eso también es igual a una prensa débil, fácilmente manipulable o intercambiable. El paso a la televisión digital en cierto modo va a significar un borrón y cuenta nueva, pero todo indica que se apunta a un modelo donde lo público queda nuevamente fuera.

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