domingo, 18 de marzo de 2012

La historia siempre regresa: ¿genocidio armenio? (II)


Por: César Puerta Villagaray
¿Cuáles son los hechos del presente? Como en todo problema, no todo es historia. Los sucesos en torno a la masacre de los armenios datan de inicios del siglo XX; sin embargo sus implicancias se evidencian hasta la actualidad. Así, en el plano legal, el reconocimiento del genocidio puede traer como consecuencia exigencias de compensaciones, como ya así lo ha declarado un sector de la clase política armenia (Partido Dashnaksutyun).

En el plano académico, la adjetivación de un hecho del pasado, con uno u otro término, forma parte de los intentos de apropiación de la memoria histórica y corresponde a la fase final de toda forma de conflicto o guerra. Asimismo, los académicos como el propio Mann, saben hoy mucho mejor que antes que en el origen de estas tragedias siempre parecen estar, en la mente de los perpetradores, dos ideas: la psiquis de la desaparición del pueblo enemigo y la inexistencia de límites morales contra el prójimo.

Y, por último, en el plano de la política, este tema no es solo historia, es política nacional y es realismo político en las relaciones internacionales. Solo estas consideraciones políticas ayudan a entender la postura de varios países sobre la masacre de los armenios.

Podemos ver en Francia, por ejemplo, que la ley que establecía penas y multas para la negación del genocidio, tuvo su origen en un intento de ganarse la simpatía de los miles de votantes, pertenecientes a la comunidad armenia en ese país. Y en Israel, la evasión del gobierno a catalogar de genocidio lo ocurrido en 1915, es sobre todo una manera de seguir manteniendo armoniosas relaciones con el gobierno turco, puente geográfico y militar con sus aliados europeos. Ambos casos, como muchos otros que se podrían mencionar, demuestran como la política no es ajena a las implicancias de la historia. El pasado no explica totalmente el presente, sin embargo ayuda mucho a entenderlo.

Esta historia, como muchas otras, también tiene sus paradojas. ¿Cuáles? Hay que recordar que en 1909, los denominados Jóvenes Turcos (organización nacionalista y reformista) habían tomado el poder en el Imperio Otomano. El cual había estado gobernado -según la óptica de Europa Occidental- por una especie de satrapía oriental, razón por la cual, el nuevo gobierno fue percibido como una fuerza modernizadora. No obstante, y aquí una de las grandes paradojas, la masacre de los armenios fue perpetrada, precisamente, por un gobierno que se presentaba como portador de la tan ansiada modernidad.

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