Compañero
Presidente;
Diputadas
y diputados;
A 102 años del movimiento social más
importante del siglo XX, hay una involución política autoritaria en nuestro
país.
Más allá de vanagloriar el pasado y
exaltar la fecha, debemos preocuparnos porque seguimos padeciendo los mismos
problemas, las mismas circunstancias en muchos territorios que le dieron origen
a la Revolución.
¿De qué sirvieron las vidas de las y
los revolucionarios cuando hoy tenemos 52 millones de pobreza, millones de
mexicano en la economía informal y como carne de cañón del narcotráfico y hay
100 mil muertos resultado de esta fallida guerra.
Para constatar los retrocesos que
hemos vivimos, basta hacer una rápida revisión de temas que dieron origen a la
Revolución.
En 1906, en Cananea, Sonora y, al año
siguiente, en Rio Blanco, Veracruz, los obreros de aquellos lugares tenían como
banderas de lucha la jornada laboral de ocho horas; el establecimiento de
salarios mínimos; indemnizaciones por accidentes laborales; la abolición de las
“tiendas de raya” de las haciendas, entre otras cuestiones.
Esas demandas son ahora letra muerta,
pues justo la Reforma Laboral que aprobó el PRIAN precariza el empleo, disuelve
los derechos sociales de los trabajadores, condena a los jóvenes a aspirar a la
contratación por horas y temporadas, sin prestaciones básicas, establece los
despidos exprés y limita la justicia laboral a un año de salarios caídos.
Otro de los grandes motores de la
Revolución, fue la demanda de tierra y libertad, que la tierra es de quien la
trabaja y hoy el campo mexicano se encuentra en el abandono por falta de
inversión, por políticas que privilegian la importación de productos del campo
y que sólo hacen llegar las subvenciones a grandes empresarios, y por las
cuales millones campesinos han tenido que migrar a las ciudades, a cinturones
de pobreza y miseria para no morir de hambre, mientras se sigue fomentando el
neolatifundismo, con acaparación de tierras, acaparamiento en muchos lugares
del país.
¿Y qué decir de la bandera de
Francisco I Madero, el apóstol de la democracia, de sufragio efectivo, no
reelección que llevó bajo el plan de Sal Luis al derrocamiento de la
dictadura en la Revolución Mexicana?
Durante más de 34 años que Porfirio
Díaz se mantuvo en el poder, y los ciudadanos no tuvieron la posibilidad de elegir
libremente a sus gobernantes, el poder se concentró en unas cuantas familias.
Hoy de nueva cuenta los poderes facticos determinan el rumbo del país.
Vivimos en un Porfirismo colectivo. El
poder hegemónico que demostró el PRI por 70 años sigue permeando en las
diferentes estructuras caciquiles que se viven en todos los niveles de
gobierno y en diferentes partes de la vida política, económica y social. Esto
ha desembocado en una democracia cínica donde se exaltan las virtudes de la
libre elección pero se designa arbitrariamente a los gobernantes.
No se puede hablar de sufragio
efectivo, cuando se lucra con la pobreza y se acude a prácticas como la compra
y coacción del voto o el rebase de topes de campaña, cuando el poder del dinero
define el resultado de la elección e impone a su candidato.
¿Qué pensarían Madero, Zapata, Villa,
Carranza, los hermanos Serdán si vivieran en el México de nuestros días, atado
a los caprichos de los monopolios, de sindicatos charros, de medios de comunicación
excluyentes y de gobernadores autoritarios?, ¿qué dirían cuando en esta misma
Cámara de Diputados nuevamente se entroniza la reacción y hay una
contrarreforma permanente de postulados esenciales? Cuando hoy muchos espacios
son ocupados por aquellos que en su tiempo lucharon en contra de la Revolución
Mexicana.
El gobierno entrante, ya da visos de
lo que será su gobierno profundizando esta regresión autoritaria, al darle
facultades policiacas a la Secretaría de Gobernación, que en los hechos va a pasar
a ser la secretaría de la Policía Política va a generar una postura autoritaria
que no conviene en un país con tantos problemas como el nuestro. Por otro lado,
se vuele a la política de dadivas, fortaleciendo la política asistencialista de Sedesol. En síntesis,
la política de la zanahoria y la política del garrote.
Por eso, compañeras y compañeros
diputados, conmemorar la Revolución Mexicana no puede ser un mero discurso
retórico, se tiene que avanzar en una revolución concreta porque vivimos en una
revolución interrumpida y vivimos en los hechos en una contrarrevolución.
El sufragio efectivo se ha
cambiado por un sufragio “en efectivo” y esto es un retroceso autoritario
inadmisible.
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