Por JOR
3ra de cuatro partes
…quesadillas de Armando. Valeria. María la chichona, doña
Elvira o de Irene la taquera.
La luz se apagaba a las 11 de la noche y previo a esto, se
daban tres apagones y al tercero se iba definitivamente la luz. Todo mundo
traía su foco de dos pilas por si la obscuridad le agarraba en la calle, a la
vez que servía de arma contra los perros callejeros. Las amas de casa,
arreglaban el uniforme que los niños llevarían al otro día a la escuela real,
cuya dirección bastante tiempo estuvo a cargo de la profesora Elvira; Tres eran
las escuelas particulares, la de doña Benita, la de doña Francisquita del Moral
( muy rígida por cierto) y la de los
niños pudientes ( léase popis), de la
señorita Herlinda Ramos. Luego se fundó la escuela parroquial del Club Rosas de
Otoño” bajo la batuta de la catedrática Margarita Ojeda y finalmente la
escuelita de la seño Tere. A la iglesia se iba a esperar a la novia bajo los
arbolitos de trueno, mientras “Chanito” el sacristán tocaba las campanas.
Los paseos eran del río a la playa o a los huertos de don
“Quitito” o de don “cobito” o a
cualquier huerta de coco, con excepción de la de don Cleto Orbe, porque sus
cocos estaban simples. La salud de los tecpanecos, estaba en manos del doctor
Medina y del doctor MARO , ambos no eran médicos y las que atendían los partos
eran la Gúera Agustina y doña Reina, también conocida como Reina la partera, al
igual que .don Faustino Ocampo, doña Mariana Gómez. Don Concho Ojeda y doña
Anita Acosta de Ramos – Hija de doña Mariana y esposa de don Ricardo Ramos (
este señor era el propietario del negocio más grande de Tecpan ( La Voz del
Pueblo)- Había de todo, ferretería, refaccionaria, papelerías, librería y
pinturas entre otras muchas cosas. Una calle de Tecpan actualmente lleva el
nombre de esta noble señora, quien por ayudar a la gente, la hacía de doctora,
dentista y farmacéutica. A esta mujer hasta la fecha algunos la recuerdan como
una señora Santa, porque cuando llegaba
a sus manos un enfermo lo curaba y hasta le regalaba las medicinas lo que provocó
que su farmacia se fuera a la quiebra hasta en tres ocasiones y don Ricardo su
esposo se la volvía a surtir. Algunos pacientes se quedaban a dormir en su
casa, donde les daba de comer y a los
familiares de éstos también, donde ya bien sanos, les daba ropa y dinero para
que regresaran a sus hogares. Era amante de la música pues cantaba y tocaba el
piano, la guitarra y el bandolón, haciéndose acompañar de su hermano Pedro Acosta (Peyuca) papá de
Emiliano Acosta , quien tocaba la guitarra el acordeón, el violín y el
tololoche: a este instrumento musical él le llamaba el burro de año. Se me
escapaba Fidencio Camambú con especialidad en enfermedades venéreas. También
recetaban doña Chepa Ríos y doña Chave Ramos. Los “dienteros”
profesionalmente eran El “Kalake” y
Ramiro Ruíz. Ellos formaban otro concepto risible, pues ninguno de los dos
había asistido ni siquiera a la primaria.
No puedo dejar al margen a don Celso
Galeana, Charro de verdad quien manejaba con una destreza magistral la
lechuguilla y cuando requería lazar a un animal nunca fallaba. Además tenía
otra cualidad, componía huesos, sobaba y trataba descomposturas y torceduras.
Excelente señor merecedor de todo
respeto. Las grandes tiendas de Tecpan
eran la “Surtidora” de don Yayo abarca, el “Triunfo” de don antonino
Hernández, la tienda de don Chucho Tegua y la de don Chucho espinosa. Muchos
años antes existió la tienda de
doña Carlota Núñez, en la cual utilizaba
un metro de madera para vender su
mercancía, que a la vez utilizaba para correr a los perros y golpear a todo lo
que se le atravesaba; tenía varias fracturas, por lo tanto presentaba algunas
reparaciones y en lugar de medir el
metro completo, ya era como de 80
centímetros, por eso la gente que andaba mal en su economía expresaba, “ando
más quebrado que el metro de doña
Carlota”.
Los asuntos legales de la ciudadanía
estaban en manos de los licenciados. Toño (Gallito) López. José Aníbal de la O
(Pepe el Bule), Amador Adame, Guillermo Zamora (La Rala) y hasta “Tollilo”. Al
avance del tiempo y con carretera reciente empezaron a llegar los autobuses
Flecha Roja que inicialmente tuvieron su
terminal en el caserón de doña Toña Jacinto de de la O. Más tarde se cambiarían
a la fonda de doña Ofelia Núñez (Ofelia la dulcera), señora muy corajuda pero
que sabía cocinar bastante bien y preparar unos ricos pasteles de merengue
blanco y bolitas de colores de lo más sabroso que se puedan imaginar. Los
autobuses colorados de la línea Hermenegildo Galeana, mejor conocido como los
Pulman, siempre tuvieron en su terminal a don Santos Aragón, polifacético
personaje. Fue réferi, animador en fiestas particulares y del pueblo, jardinero
entre otras cosas, pero su mayor mérito fue
haber criado como a 20 sobrinos
de su mujer doña Rosita. Los colorados salían de Tecpan a las cinco de la
madrugada para llegar a Acapulco a las11 de la mañana: Toda una odisea verdad.
Aquí viene a mi mente un personaje que no puede faltar en el paisaje de aquel
Tecpan, doña LINA que primeramente
vendía huevos de tortuga y después chicharrones de harina en un canaston enorme
y hablando de canastas. ¿Quién de los
que aún viven de aquellos años, no recuerda a doña Chana o Chanita!, que
cargando siempre su canasto y el “viento ” su marido siempre cuidándola a
prudente distancia. Nunca le ayudaba con el pesado canasto, aun cuando la
sufrida mujer recorría casi todas las tardes las calles de la población con su pesado
canasto. Se detenía un rato en la terminal de la Flecha Roja, para después
terminar su recorrido en la entrada del Cine Guerrero. Sus nacatamales eran
delgaditos casi sin carne, pero bien sabrosos.
Dos eran las casas de placer para
señores decentes, El “Burro” de Tula y las “Palmeras” de doña Amalia Pacheco
con su anexo de restaurante que estaba abierto todas las noches y la encargada
general era la carismática mujer mejor
conocida como doña Chagua, donde nunca
faltaba el conejo , la … Continuará.