Felipe Calderón se solaza.
Revela que alguien, algún día, lo amenazó. Dice a un reducido grupo de
mexicanos que al principio de su sexenio el fue víctima de la intimidación.
Alguien atentaría en contra del avión presidencial, dijo, pero las fuerzas
armadas lograron desactivar la conspiración mediante un operativo de
inteligencia bárbaro.
Hace casi seis años, o más de
cinco, según las cuentas que nos obligó a realizar para calcular más o menos la
fecha de la amenaza al hombre más poderoso del país, México tenía otro rostro.
Había, por ejemplo, siete cárteles de la droga que traficaban desde marihuana
mexicana hasta cocaína colombiana del Sur al Norte. Todos querían llegar a
Estados Unidos.
Hoy todos quieren llegar al
Norte. Pero ya no son siete cárteles sino 25. ¡Bonita cosa! El miedo del
Presidente, queremos interpretar el mensaje enviado a los mortales comunes y
corrientes, lo orilló
a emprender una guerra en contra de quienes venden droga a los estadunidenses
pero, al pasar por México y hallar a un remedo quijotesco se multiplicaron como
los panes y el vino de Jesucristo.
Ahora entendemos que el miedo
del señor Calderón ha dejado a mas de 60 mil ejecutados en su sexenio, según las
últimas cifras oficiales permitidas por el “calderonato”, pero más de cien mil,
según los números venidos de allende las fronteras y que han sido causa de que
otro miedo, ahora a la opinión pública mundial, sea motivo para prohibir la
difusión de las mortales cifras. Milenio dejó su conteo propio de la muerte al
tiempo que las dependencias del gobierno ya no informan la cantidad de
mexicanos ausentes de sus familias. ¿Los criminales merecen una familia? Tal
vez no.
Pero el INEGI informó que en el 2011 hubo más homicidios que
en el 2010. El organismo expuso que el año pasado se registraron 27 mil 199
homicidios en México, cifra superior a los 25 mil 757 de 2010, según datos preliminares a partir de la
estadística de defunciones. ¿Sumamos las cifras de esos dos años? ¿Cuánto da?
Al menos, según INEGI, hubo casi sesenta mil homicidios en dos años. Calculemos
las cifras de los otro cuatro años del sexenio de Calderón. La cifra se
eloevaría por encima de los cien mil.
El organismo expuso que la
proporción de homicidios durante el año pasado fue de 24 por cada 100 mil
habitantes, dato que se compara con los 23 por cada 100 mil habitantes en 2010.
Es algo así como que en cualquier municipio de Guerrero cuya población no
rebase los cien mil habitantes tengan un muerto cada quince días. Los que
tienen cerca de un millón, como esd el caso de Acapulco, tendrían diez muertos
cada quince días. ¿Fenomenal? Ups.
El miedo a un avionazo en
contra de Calderón, lo dijo él mismo, fue motivo para dejar grabado un video
dirigido a sus hijos y a la ciudadanía explicando lo que le sucedió en un caso
fatal e hipotético. Pero
jamás muestra el video. Dice que ese video “por ahí debe andar”. Ese miedo y
luego olvido se entiende como un borrón a quienes sí sufrieron accidentes
aéreos: Murillo, Blake Mora y un funcionario de alto nivel de seguridad en el
sexenio de Fox. ¿Desprecio
a la vid, incluso de sus más cercanos?
Es una lástima que el
presidente de México pretenda victimizarse y justificar una guerra encarnizada
que, en números, ha dejado miles de familias mutiladas, mas de cien mil
ejecutados y, lo que sería la joya de la corona de su embestida contra el
crimen organizado, un crecimiento de siete a 25 cárteles en todo el país. ¿Éxito o
fracaso de su guerra contra el narco?
Nos deja Calderón un país ajado
cuyo único paliativo es el poeta Socilia que recorre el país en una caravana
por la Paz alimentada con poesía, el fervor católico y la esperanza de que
alguien, allá en Estados Unidos, donde tiene su origen el fenómeno del
narcotráfico, pare la sangría que ha dejado a miles de familias sin alguno de
sus miembros.
Cuánta razón tiene el dirigente
del Movimiento Ciudadano y presidente municipal electo de Acapulco cuando dijo
que Calderón nos ha dejado un país hundido en la delincuencia.
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