* El apoyo humanitario tarda en llegar
debido a la deprimente situación en la que se encuentra la vereda que conduce
al municipio
Fabián
Ortiz Chilpancingo Gro; 21 de septiembre del 2013.- Quechultenango
actualmente se encuentra aislado y sin la ayuda requerida, debido que el único
camino con acceso a dicha población es una brecha de aproximadamente 30
kilómetros que rodea varios cerros y que se encuentra devastada por las
intensas lluvias, con deslaves, tramos destrozados, partes con mucho lodo y
barro donde la mayoría de los autos y camionetas se atascan, por lo que la
llegada de la ayuda humanitaria se dificulta, motivo por el cual mucha gente ha
decidido salir a buscar agua y comida a Chilpancingo y otros lugares más.
El único acceso a Quechultenango se
ubica sobre la carretera federal donde se encuentra un señalamiento que indica
la dirección hacia la comunidad de El Durazno, es un camino angosto, de
terracería que rodea los cerros hasta conectar con dicho municipio, pero
desgraciadamente por la falta de mantenimiento y las intensas lluvias de los
últimos cuatro días provocadas por la tormenta tropical “Manuel”, además del
desinterés del alcalde municipal Antonio Navarrete Cortés, quien anda perdido,
ya que no ha hecho presencia, ni en el albergue del Ejército Mexicano, ni en la
cabecera municipal, mucho menos en el camino de acceso que se encuentra
deplorables condiciones.
Primeramente hay que pasar por varios
riachuelos, luego una zona larga con varios deslaves, otra más de lodo y barro
que es donde se quedan varados la mayoría de los vehículos, salvo las
camionetas cuatro por cuatro; por último, en el tramo final previo a la llegada
a Quchultenango, hay una intensa neblina que a penas permite la visibilidad,
con el peligro de que todo el tiempo se tienen a sólo unos centímetros
voladeros impresionantes que le dan un toque de película de ciencia ficción al
paisaje.
Al llegar a Quechultenango, se respira
desolación, destrucción, incertidumbre de los habitantes, carros volteados por
la corriente, muebles, ropa y aparatos electrodomésticos a fuera de las
viviendas, totalmente destruidos y enlodados en su totalidad, personas
deambulando sin rumbo fijo con la mente perdida, todavía incrédulas de la
tragedia que están viviendo.
La ayuda humanitaria llega de poco en
poco y es colocada en el llamado CEBETA, lugar que cuenta con amplios espacios,
auditorio y salones que están adatados como enfermerías, comedores, reparto de
ropa, alimentos y agua, además de atención psicológica por parte de elementos
del Ejército Mexicano, comisionados en el Plan DN III, quienes brinda todo tipo
de atenciones, además de ayudar en el reacomodo de escombros y limpieza de
calles.
A pesar de este albergue improvisado,
la ayuda es insuficiente, las dimensiones de la tragedia rebasan por mucho la
atención brindada hasta el momento por las autoridades, tanto del gobierno del
estado como el federal, por lo que, debido a lo inaccesible de los caminos
hacia Quechultenango, los productos básicos ya escasean (ANG)
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