sábado, 21 de septiembre de 2013

Burócratas Empedernidos

                                            Por: Juan López
    En el establo de la burocracia existen ejemplos de funcionarios, tan empedernidos, amorosos del presupuesto, que han rebasado generaciones y remontado siglos, sin haberse jamás destetado de la nómina. La familia Figueroa hace cien años detentaba ya los oficios de mangonear territorios tan hostiles al progreso y la modernidad que, sus parcelas no se abarcaban con la vista y había que trasnocharse para reconocer el ganado propio y suponer los límites de sus dominios. Fueron carrancistas, cuando Francisco I. Madero capituló por instrucciones del asesino Victoriano Huerta, como fueron porfiristas,cuando el oaxaqueño tripuló la Nación por más de treinta años. También fueron obregonistas cuando el sonorense se apropió del poder y profesaron el priismo desde que Plutarco Elías Calles institucionalizó la revolución por medio del PRI. Fueron cardenistas, camachistas, alemanistas, ordacistas, echeverristas. Para que seguirle: siempre estuvieron sirviendo al gobierno en lo que mejor sabían y podían: gobernar Guerrero y saquear sus riquezas por los siglos y los siglos…Amén.

    Sin embargo hay que ser justos. Rubén Figueroa Figueroa fue otra cosa. Dejó a la posteridad, obras como el Parque Papagayo, la Casa de la Cultura de Acapulco, el Zoochilpan capitalino, la Casa Guerrero, el Conjunto Jacarandas y así, una infinidad de beneficios sociales de los que aún disfrutan las nuevas generaciones. Figueroa Figueroa tenía en sus venas el espíritu juarista. Solía afirmar que si Don Benito había separado la Iglesia del Estado, había creado el Registro Civil, había fundado el Gobierno Laico y había derrotado la ocupación extranjera, todo gobernante tenía la obligación de hacer por su pueblo las acciones que justificaran su paso por la responsabilidad mayor de una gubernatura.

    Pero… En esta época de mercaderes ayunos de heroísmo, estamos invadidos de rumiantes y acémilas que ven la nómina como un pesebre donde pueden saciar su insaciable apetito. El presupuesto y sus organigramas tienen para ellos una atracción con la que multiplican sus bienes y sus deseos. Colocan en la lista de ralla a la familia, a sus choferes y a sus malqueridas esposas, a sus hijos y entenados y hasta a sus hermanastros, a toda la legión que les sirve de comparsa: alcahuetes, soplones y rufianes.

    Pero… por el bien común, por los satisfactores sociales y la educación y salud del pueblo, están marchitos de no hacer nada. Algunos por holganza, descuido e indolencia, otros por descarada incapacidad. Cómo pedirle peras a Armando Ríos Piter, a Sofío Ramírez Hernández, a Ramiro Ávila Morales, a Claudia Ruiz Salinas, a Héctor Apreza Patrón, a Napoleoncito Astudillo -cámbiate de nombre muchachito: Napoleón era grande, sublime, inteligente-. A tanta piltrafa que medra en los diferentes estratos del erario.

    Estos personajes aquí descritos no ven el servicio público como una oportunidad de mejorar las condiciones políticas de su pueblo, sino como la caja de auxilios para sus menesteres y caprichos, para sus componendas, vicios  y rufianadas. Y, no tienen remedio.

    La voluntad ciudadana depositada en las urnas para llevarlos al poder público les interesa por cuanto puedan enriquecerse en el cargo y lo que logren acarrear para su familia y sus allegados, definiendo con suma presteza los caracteres de esta posdata:


    PD: “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”: César Garizurieta. 

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