Por José Martínez
México, D. F., enero de 2012. Hay ocasiones en las que el
silencio se transforma en un estruendo y adquiere un mayor significado que las
palabras cuando éstas buscan describir las atrocidades en contra de la libertad
de expresión. Así ocurrió mientras hablaba a nombre de la Fundalex en el salón
del hotel donde sesionaban los miembros del PEN Internacional encabezados por
su presidente John Ralston Saul. Tenía el privilegio de representar a la
Fundación para la Libertad de Expresión, de la que soy consejero y miembro de
su comité directivo.
Escuchaban atentos los representantes de los siete centros del PEN de Estados
Unidos y los presidentes de Japón e Inglaterra de esta organización fundada en
1921, considerada como la agrupación defensora de los derechos humanos más
antigua del mundo y con 145 centros de representación en más de un centenar de
países.
Se trataba de una reunión histórica, pues era la primera vez que se reunían en
torno a una misma causa los principales representantes del PEN Internacional
que aglutina a los escritores más importantes del mundo, el motivo: encabezar
un acto de protesta en apoyo a los periodistas de México y en defensa de la
libertad de expresión. Al acto central de la protesta se sumarían voces como la
de Elena Poniatowska, Eduardo Lizalde y Laura Esquivel, entre otro medio
centenar de periodistas y escritores que recurrieron a la fuerza de las
palabras en solidaridad con los periodistas asesinados, desaparecidos y
asediados.
La víspera, los representantes del PEN Internacional habían convocado a una reunión
a la que invitaron a los directivos de la Fundalex, allí acudí para ofrecer una
relatoría del asedio y la violencia de la que han sido víctima más de un
centenar de periodistas en México.
Hablé desde el asesinato de Manuel Buendía y los atentados en contra de mis
compañeros del semanario Zeta de Tijuana hasta el asedio de los que
han sido víctimas los editores de la revista Luces del Siglo, de
Quintana Roo, Norma Madero Jiménez y Agustín Ambriz.
En este punto describí con detalles cómo el gobernador Roberto Borge Angulo se
ha convertido en uno de los principales enemigos de la libertad de expresión.
Detallé cómo ha incurrido en corromper y manipular a la prensa de Quintana Roo
que se ha mostrado servil y cómplice del gobernador Borge Angulo. Expliqué las
diversas formas de actuar de sus sicarios “periodistas”, las campañas de
calumnias y toda la suciedad en la que incurren para tratar de desprestigiar a
los periodistas que se atreven a criticar y denunciar las corruptelas del
gobierno.
Expuse que el gobierno de Quintana Roo y otros grupos ligados al crimen
organizado actúan como la estructura de un verdadero cártel. Subrayé que
Quintana Roo ha dejado de convertirse en un problema local, que se trata de un
verdadero asunto de seguridad nacional que involucra: narcotráfico, tráfico de
inmigrantes, trata de blancas, pederastia, lavado de dinero, robo de autos,
asesinatos, corrupción en todos los niveles de gobierno, nepotismo y un largo
etcétera de delitos.
La consigna del gobernador Roberto Borge, alegué, consiste en evitar a toda
costa que los medios de comunicación en Quintana Roo cumplan con el elemental
derecho de servir a la sociedad, de ejercer el derecho a saber. A quien
incumpla las consignas del gobernador, se hará acreedor de una insidiosa campaña
de desprestigio, como ha ocurrido con los periodistas de la revista Luces
del Siglo.
Como no ha ocurrido en ninguna otra parte del país, los editores de Luces
del Siglo han sido
vilipendiados y agraviados por verdaderos sicarios de una prensa corrupta que
denigra al gremio periodístico.
Los representantes del PEN Internacional no salían de su estupor cuando les
describí como algunos medios impresos de Quintana Roo se ensañaban y
refocilaban con las agresiones a los editores de Luces
del Siglo, a lo que agregué que el propio gobernador había ordenado
la intervención telefónica de los directivos y los principales colaboradores de
la revista, así como los mensajes amenazantes para intentar silenciarlos.
Por casos como el de Luces del Siglo, o la vida
de un periodista de Ciudad Juárez, por la expresión libre de un blogero,
la libre expresión de un Premio Nobel y ante los abusos del poder y las
acciones en contra de los periodistas por parte del crimen organizado (67
muertos y 10 desaparecidos), el PEN Internacional decidió solidarizarse con los
periodistas mexicanos y actuar bajo protesta para exigir justicia.
John Ralston Saul, presidente del PEN Internacional fue puntual en su exigencia
al gobierno: “Nuestro mensaje es sencillo. La violencia se tiene que terminar.
Los cambios legales se tienen que llevar a cabo. La corrupción que liga el
crimen con la vida pública tiene que ser atacada… No es difícil lograr una
sociedad normal y estable, con las leyes correctas y el compromiso correcto de
aquellos que tienen el poder de actuar”.
En medio de su estupor y de un malestar inocultable tomaban apuntes de las
denuncias de Fundalex el grupo de notables encabezados por John Ralston Saul,
entre ellos Adrienne Clarkson, representante del PEN Canadá y ex gobernadora
general de Canadá; Hori Takeaki, secretario internacional; Emile Martel,
presidente del PEN Quebec; Gillian Slovo, presidente del PEN Inglaterra; Marion
Botsford Fraser, presidenta del Comité de Escritores en Prisión; Rusell Banks,
representante del PEN América; Larry Siems, director del programa “Libertad
para Escribir”; Adam Somers, director ejecutivo del PEN Estados Unidos Oeste;
Renu Mandhane, directora del programa internacional de derechos humanos de la
Facultad de Leyes de la Universidad de Toronto.
*José Martínez M., es
periodista y escritor. Es Consejero de la Fundación para la Libertad de
Expresión (Fundalex). Es autor del libro Carlos Slim, Los secretos del hombre más rico del mundo, y otros títulos, como Las enseñanzas del profesor. Indagación de Carlos Hank
González. Lecciones de Poder, impunidad y Corrupción yLa Maestra, vida y hechos del Elba
Esther Gordillo.
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