Tecpan de mis recuerdos…
…iguana y las malas palabras
que para ella eran tan propias como ir a misa todos los días: esta mujer era
algo especial. El “Milagro que primero fue restaurante y después restaurant Bar
con meseras, también es justo recordar el arcaico tendajón de doña Julia
Sayago, así como la tiendita de doña Marciala, frente al zócalo que había de
todo, desde vaselina verde que vendía por cucharada en un pedazo de papel,
hasta cera de abeja que comprábamos a cinco centavo la bolita para pegarlas en
las puntas de las flechas de limoncillo. Los arcos eran de palo de trompo,
papel de china para cocol que se pegaba con engrudo con limoncito dulce del
árbol que estaba afuera de la casa de don Pepe o a veces con sasanil. Don
Cornelio que tocaba el violín con maestría admirable aunque su oficio era de
herrero, fue un señor sumamente
ingenioso, pues hasta candados fabricaba en su fragua. Don Rogelio Bello hacía
excelentes huaraches y todo mundo quería comprárselos con él.
Porque eran bonitos y duraban
casi para toda la vida. Únicamente que tenía mucha demanda y por lo mismo
quedaba mal, porque tardaba mucho en entregarlos.
El viejo mercado era un
galerón enorme con techumbre de lámina de petróleo, pegaba con el zocalito,
había que madrugar para que el pan de doña Loreto no estuviera muy “manoseao”,
para luego pasar donde El ”chundo”, con El “Gúero” Pelayo, con don Nino Serna,
Pablo Romero o Nacho Otero a escoger la mejor carne porque se acaba pronto,
desde luego no podían faltar los bolillos con relleno que solo podían comer los que traían centavo
y se metían a la fonda de doña Yoya o a la de Armando a saborear un
caldo de res o carne de cuche con plátano macho, o en el mismo mercado tamales
nejos con chicharrón. Aquí acudió a mi mente las exquisitas bolitas de
tamarindo con cenizas de chimenea que
después producían una gran “pedorrera” que para qué les cuento. Quienes tenían
carro y se les descomponía, tenían que ir hasta El Súchil para que se los
arreglara el mecánico Herminio, vecino de “Goyito” Galeana. Había un hombre que
era todo una variedad, que traía la alegría y la gracia a flor de piel, don
Lupe El Zapatero que fabricaba candiles de petróleo para alumbrarse por las
noches o para cuidar el coco cuando se tendía para secarse, además era orfebre fabricante de los bonitos candiles
como ya se dijo, de maromero {el único fabricante de carretas jalada por bueyes
para sacar el coco de las huertas o simplemente para pasear, como era normal en
la gente rica de aquella epoca.
Mientras las señoras acudían a embellecerse
con Martha La Peinadora, los caballeros
asistían al Rizo de Oro de don Juan El Peluquero que casi siempre estaba muy
lleno y se pasaban donde Gúito en las
tres esquinas del zócalo donde había
refresquerías enfrente donde actualmente se encuentran las oficinas de
Tel-M{ex. El restaurant La Bugambilia de dos pisos de don “Nando” Hurtado, la
de doña Luz que también estaba en el zócalo frente a donde hoy se encuentran
las oficinas de Bancomer y la de Mariano “El Patrón”, también ubicada en el zócalo, frente a la
tienda Elektra y año después en ese mismo lugar construyeron la “Tirinche” de
Ricardo El Pinolillo.
¿Quién no ajumó en el Cine
Guerrero de don Pedro Bello o en el Cine de papa Ligo el “Independencia: ambos
tenían grandes bocinas por donde anunciaban la cartelera del día y de toda la
semana. Por cierto. antes de empezar la función tocaban tres melodías vals. El tercero Dios
nunca Muere que era la señal para empezar la película. Muchos aprendimos a
bailar en el Centro Social La Riviera, El mejor en aquellas fechas o en el “Río
Escondido” de Tacho Acosta. ¿Qué tiempos?, si esos lugares hablaran!.
En este solar costeño que en
otros tiempos era el paraíso de la Costa Grande, existió y sigue existiendo una
serie de personas y personajes que se han significado de una u otra manera. Tecpan en la historia
figura con letras de oro y brillan por su valentía, entre los más
sobresalientes: los Galeana, siendo el insurgente principal Don Hermenegildo Galeana
(Tata Gildo), el General Enrique Angón,
militar de palabra y de honor. General Cesáreo Ramos, feróz combatiente al lado
de Galeana). Dos gobernadores del estado han salido de este lugar, don Julio
Adams Adame y el licenciado Manuel Guillen éste último que fuera diez veces
diputado. Religioso de alta jerarquía como lo fue el arzobispo Rafael Bello
Ruíz. Poetas como Marcial Ríos Valencia, músico como Macario Luviano Ruíz, campeones olímpicos como Apolonio
Castillo Díaz y Javier Orbe, profesionistas que ocuparon altos cargos. Artistas
reconocidos en diversas ramas como don enrique Ruíz orbe, Ángel Ruíz Caro, Fito Luviano Ruíz y tantos otros que resulta difícil tenerlos de pronto en la
memoria pero que fueron gentes
talentosas, como también gente del medio común
que recuerdo y menciono con respeto, porque supieron dejar huellas en la
población.
Lo más natural era encontrarse
en la calle con Goyo La Culebra excelente ingeniero/arquitecto, con El
Garrapato, un bohemio tirándole a borracho al que casi nunca se le veía en su estado normal,
del que cuentan que un día un joven que estudiaba en la ciudad de México al saludarlo le dijo
¿Qué tal garrapato cuando nos ponemos unapeda, a lo que éste lecontestó.”
Pendejo chamaquito, no me aguantas ni siquiera un mes”: A la Malaka, María la
Cuchita o bien a Juana la turrurra, o tal vez al suspiro ( Luca el Tunco),
señor que tenía cortada ambas manos y que si algo le molestaba era ver a
alguien pidiendo limosna. Era acarreador de agua y subía a las Palmeras a
“tubearlas”, porque su negocio era vender tuba. Otro “borrachin” famoso era Lega.
De este hombre dicen los que lo conocieron que nació borracho y borracho se fue
de este mundo sin haberse despedido de sus compañeros de infortunio. Como no
recordar a Piruche, otro famoso aguador que
también vendía periódicos de vez en cuando. Y al cumpa cuyo oficio era
sobador y su hermana doña Jovita vendía “cohácoyules” endulzados.
En
la esquina del zócalo todas las noches encontrábamos a Tebere con sus cartuchos
de cacahuates de veinte centavos, además participaba en la danza del cortés donde
tocaba el tambor. Aquí observábamos al señor Carmona porque era uno de los
organizadores de la fiesta a San Basrtolito. En ocasiones dicen que pasaba el
Guire con su eterno Bocio y “Languito” a quien los chamacos en ocasiones le
gritaban “Langokao), porque dicen que así gritó la primer gallina que se robó,
a lo que siempre contestaba mentándoles la madre. Cuando por las tardes
escuchaban tocar el acordeón al famoso “palito en Lolla” y detrás muy sigilosa
llegaba Chepa machuca-chile” para tronarles el cabello y curarlos de
garrotillo, pero hay de aquel que no le pagara porque hasta les mentaba la
madre. Ya para ese entonces exista Chucho la Sufrida, rezador profesional con
diploma el que por cierto detenía los rezos para saborear un
rico y colorido raspado de Lupe el “Pabellonero” porque decía que no aguantaba
el calor. Esto era cuando quien esto escribe cursaba el segundo año de primaria
que le quedó a deber cinco centavos.
Un
verdadero artista en la confección de altares para novenario, iglesias, novios,
VX años.
Y la primera comunión era
“Pache” Rumbo del que se dice jamás repitió ningún arreglo y era solicitado
aquí en Tecpan, en Acapulco en Chilpancingo y en otras muchas partes, pues era
rezador con mucha fama. Hablando de dos superlativos ingeniosos con carismas
extraordinarios lo fueron. Beto Bailón y Goyo Pérez, personas sumamente
agradables y sinceros amigos. A los que recordamos gratamente.
Otra mujer que recuerda toda
la población con gratitud es a Chicas Rumbo. Se mantenía vendiendo aguas
frescas, amante de la alegría, para ella no existía la tristeza ni lo negativo,
todo lo veía a través de un espejo de felicidad. En la arena de box que se
instaló en el Cine Independencia, participó
en una pelea contra la Muda de doña Anita Ramos, resultando vencedora. Hablando
de box, quien no recuerda cuando en ese mismo cuadrilátero el Pachaco hermano
de La Muda y del establo de Beto Solís, que al primer golpe que recibía se
dejaba caer. Entonces se acercaba Beto para decirle al oído, “levántate hijo de
la…o te levanto a cuartazos”, y éste le decía, “Mire pues don BETO, ese hijo de
su madre ya me vio lo pendejo porque puro en la cara me da”, saliéndose de la
arena y en una de tantas veces, se encontró a Lencho. Quien le mantada la madre
a cada rato a la pierna que tenía enferma. Por otro lado mirábamos a Galdina
quien habiendo sido operada 40 años antes, nomás se la pasaba sentada en una
silla de su casa, diciendo que le hacía mal acostarse o realizar cualquier
trabajo por su su operación, por lo que si había algún muerto, pasaba a cinco
calles de retirado por lo dañino del humor del difundo para no contraer alguna
infección. Con el calor que hace en nuestro querido Tecpan, se antojaba darse
un chapuzón en el cantil o en La Peñona, pero temprano antes que saliera La
Llorona para que no nos fuera a espantar o a jugar los chaneques. Bonita las
remembranzas de nuestro TECPAN. ¿No cree usted?.
Aquí me despido pues me
acaban de servir un café preparado en una olla de barro en la chimenea que voy
a acompañar con un ponteduro y una tecoyota, salud. Fin