jueves, 12 de septiembre de 2013

Personas y Personajes

Tecpan de mis recuerdos…

…iguana y las malas palabras que para ella eran tan propias como ir a misa todos los días: esta mujer era algo especial. El “Milagro que primero fue restaurante y después restaurant Bar con meseras, también es justo recordar el arcaico tendajón de doña Julia Sayago, así como la tiendita de doña Marciala, frente al zócalo que había de todo, desde vaselina verde que vendía por cucharada en un pedazo de papel, hasta cera de abeja que comprábamos a cinco centavo la bolita para pegarlas en las puntas de las flechas de limoncillo. Los arcos eran de palo de trompo, papel de china para cocol que se pegaba con engrudo con limoncito dulce del árbol que estaba afuera de la casa de don Pepe o a veces con sasanil. Don Cornelio que tocaba el violín con maestría admirable aunque su oficio era de herrero, fue  un señor sumamente ingenioso, pues hasta candados fabricaba en su fragua. Don Rogelio Bello hacía excelentes huaraches y todo mundo quería comprárselos con él.

Porque eran bonitos y duraban casi para toda la vida. Únicamente que tenía mucha demanda y por lo mismo quedaba mal, porque tardaba mucho en entregarlos.

El viejo mercado era un galerón enorme con techumbre de lámina de petróleo, pegaba con el zocalito, había que madrugar para que el pan de doña Loreto no estuviera muy “manoseao”, para luego pasar donde El ”chundo”, con El “Gúero” Pelayo, con don Nino Serna, Pablo Romero o Nacho Otero a escoger la mejor carne porque se acaba pronto, desde luego no podían faltar los bolillos con relleno  que solo podían comer los que traían centavo y se metían  a la fonda de  doña Yoya o a la de Armando a saborear un caldo de res o carne de cuche con plátano macho, o en el mismo mercado tamales nejos con chicharrón. Aquí acudió a mi mente las exquisitas bolitas de tamarindo  con cenizas de chimenea que después producían una gran “pedorrera” que para qué les cuento. Quienes tenían carro y se les descomponía, tenían que ir hasta El Súchil para que se los arreglara el mecánico Herminio, vecino de “Goyito” Galeana. Había un hombre que era todo una variedad, que traía la alegría y la gracia a flor de piel, don Lupe El Zapatero que fabricaba candiles de petróleo para alumbrarse por las noches o para cuidar el coco cuando se tendía para secarse, además era  orfebre fabricante de los bonitos candiles como ya se dijo, de maromero {el único fabricante de carretas jalada por bueyes para sacar el coco de las huertas o simplemente para pasear, como era normal en la gente rica de aquella epoca. 

Mientras las señoras acudían a embellecerse con  Martha La Peinadora, los caballeros asistían al Rizo de Oro de don Juan El Peluquero que casi siempre estaba muy lleno y  se pasaban donde Gúito en las tres esquinas del zócalo  donde había refresquerías enfrente donde actualmente se encuentran las oficinas de Tel-M{ex. El restaurant La Bugambilia de dos pisos de don “Nando” Hurtado, la de doña Luz que también estaba en el zócalo frente a donde hoy se encuentran las oficinas de Bancomer y la de Mariano “El Patrón”,  también ubicada en el zócalo, frente a la tienda Elektra y año después en ese mismo lugar construyeron la “Tirinche” de Ricardo El Pinolillo.

¿Quién no ajumó en el Cine Guerrero de don Pedro Bello o en el Cine de papa Ligo el “Independencia: ambos tenían grandes bocinas por donde anunciaban la cartelera del día y de toda la semana. Por cierto. antes de empezar la función tocaban tres melodías vals. El tercero Dios nunca Muere que era la señal para empezar la película. Muchos aprendimos a bailar en el Centro Social La Riviera, El mejor en aquellas fechas o en el “Río Escondido” de Tacho Acosta. ¿Qué tiempos?, si esos lugares hablaran!.

En este solar costeño que en otros tiempos era el paraíso de la Costa Grande, existió y sigue existiendo una serie de personas y personajes que se han significado  de una u otra manera. Tecpan en la historia figura con letras de oro y brillan por su valentía, entre los más sobresalientes: los Galeana, siendo el insurgente principal Don Hermenegildo Galeana (Tata Gildo), el General  Enrique Angón, militar de palabra y de honor. General Cesáreo Ramos, feróz combatiente al lado de Galeana). Dos gobernadores del estado han salido de este lugar, don Julio Adams Adame y el licenciado Manuel Guillen éste último que fuera diez veces diputado. Religioso de alta jerarquía como lo fue el arzobispo Rafael Bello Ruíz. Poetas como Marcial Ríos Valencia, músico como Macario Luviano  Ruíz, campeones olímpicos como Apolonio Castillo Díaz y Javier Orbe, profesionistas que ocuparon altos cargos. Artistas reconocidos en diversas ramas como don enrique Ruíz orbe, Ángel Ruíz Caro, Fito Luviano Ruíz y tantos otros que resulta difícil tenerlos de pronto en la memoria  pero que fueron gentes talentosas, como también gente del medio común  que recuerdo y menciono con respeto, porque supieron dejar huellas en la población.

Lo más natural era encontrarse en la calle con Goyo La Culebra excelente ingeniero/arquitecto, con El Garrapato, un bohemio tirándole a borracho al que  casi nunca se le veía en su estado normal, del que cuentan que un día un joven que estudiaba  en la ciudad de México al saludarlo le dijo ¿Qué tal garrapato cuando nos ponemos unapeda, a lo que éste lecontestó.” Pendejo chamaquito, no me aguantas ni siquiera un mes”: A la Malaka, María la Cuchita o bien a Juana la turrurra, o tal vez al suspiro ( Luca el Tunco), señor que tenía cortada ambas manos y que si algo le molestaba era ver a alguien pidiendo limosna. Era acarreador de agua y subía a las Palmeras a “tubearlas”, porque su negocio era vender tuba. Otro “borrachin” famoso era Lega. De este hombre dicen los que lo conocieron que nació borracho y borracho se fue de este mundo sin haberse despedido de sus compañeros de infortunio. Como no recordar a Piruche, otro famoso aguador que  también vendía periódicos de vez en cuando. Y al cumpa cuyo oficio era sobador y su hermana doña Jovita vendía “cohácoyules” endulzados.

En la esquina del zócalo todas las noches encontrábamos a Tebere con sus cartuchos de cacahuates de veinte centavos, además participaba en la danza del cortés donde tocaba el tambor. Aquí observábamos al señor Carmona porque era uno de los organizadores de la fiesta a San Basrtolito. En ocasiones dicen que pasaba el Guire con su eterno Bocio y “Languito” a quien los chamacos en ocasiones le gritaban “Langokao), porque dicen que así gritó la primer gallina que se robó, a lo que siempre contestaba mentándoles la madre. Cuando por las tardes escuchaban tocar el acordeón al famoso “palito en Lolla” y detrás muy sigilosa llegaba Chepa machuca-chile” para tronarles el cabello y curarlos de garrotillo, pero hay de aquel que no le pagara porque hasta les mentaba la madre. Ya para ese entonces exista Chucho la Sufrida, rezador profesional con diploma  el que  por cierto detenía los rezos para saborear un rico y colorido raspado de Lupe el “Pabellonero” porque decía que no aguantaba el calor. Esto era cuando quien esto escribe cursaba el segundo año de primaria que le quedó a deber  cinco centavos.
Un verdadero artista en la confección de altares para novenario, iglesias, novios, VX años.

Y la primera comunión era “Pache” Rumbo del que se dice jamás repitió ningún arreglo y era solicitado aquí en Tecpan, en Acapulco en Chilpancingo y en otras muchas partes, pues era rezador con mucha fama. Hablando de dos superlativos ingeniosos con carismas extraordinarios lo fueron. Beto Bailón y Goyo Pérez, personas sumamente agradables y sinceros amigos. A los que recordamos gratamente.

Otra mujer que recuerda toda la población con gratitud es a Chicas Rumbo. Se mantenía vendiendo aguas frescas, amante de la alegría, para ella no existía la tristeza ni lo negativo, todo lo veía a través de un espejo de felicidad. En la arena de box que se instaló en el  Cine Independencia, participó en una pelea contra la Muda de doña Anita Ramos, resultando vencedora. Hablando de box, quien no recuerda cuando en ese mismo cuadrilátero el Pachaco hermano de La Muda y del establo de Beto Solís, que al primer golpe que recibía se dejaba caer. Entonces se acercaba Beto para decirle al oído, “levántate hijo de la…o te levanto a cuartazos”, y éste le decía, “Mire pues don BETO, ese hijo de su madre ya me vio lo pendejo porque puro en la cara me da”, saliéndose de la arena y en una de tantas veces, se encontró a Lencho. Quien le mantada la madre a cada rato a la pierna que tenía enferma. Por otro lado mirábamos a Galdina quien habiendo sido operada 40 años antes, nomás se la pasaba sentada en una silla de su casa, diciendo que le hacía mal acostarse o realizar cualquier trabajo por su su operación, por lo que si había algún muerto, pasaba a cinco calles de retirado por lo dañino del humor del difundo para no contraer alguna infección. Con el calor que hace en nuestro querido Tecpan, se antojaba darse un chapuzón en el cantil o en La Peñona, pero temprano antes que saliera La Llorona para que no nos fuera a espantar o a jugar los chaneques. Bonita las remembranzas de nuestro TECPAN. ¿No cree usted?.


Aquí me despido pues me acaban de servir un café preparado en una olla de barro en la chimenea que voy a acompañar con un ponteduro y una tecoyota, salud. Fin 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, por casualidad encontré esta publicación y no tienen idea como me han hecho recordar cosas que estaban guardadas en mi memoria y que hace años no venían a mis recuerdos, me he reido, emocionado y tambien lloré un poco pues aun cuando nunca viví en Tecpan de manera permanente, si pasé muchos periodos vacacionales en ese lugar maravilloso y algunas cosas mencionadas en este artículo las viví en carne propia, agradezco enormenente la mención que hacen de algunos de mis familiares, en especial de mi abuelito Angel Ruiz Caro, es realmente conmovedor saber que a muchos años de su fallecimiento lo recuerden con tanto cariño, no se si algún día volveré, pero de ser así, lo disfrutaré y será maravilloso que mis hijos que aún son pequeños conozcan el río en donde jugué de niña, coman bilillos con relleno y jugo de papaya, algo importante es que no los regresaré sin probar los nacatamales y espero que a estas alturas todavía encuentre ese olor a coco en el aire de los lugares donde lo tendian al sol pues aunque no lo crean es de las cosas que más grabadas tengo. Gracias. Haydeé Ruiz G.