Regino
Ocampo Bello
Son varias las versiones que
existen de diferentes escritores sobre la muerte del general don Hermenegildo
Galeana, algunos señalan como causa un golpe en la frente con la rama de un
árbol y otros que murió peleando.
Es más creíble lo segundo
por ser tan conocida la valentía y temeridad que siempre mostró el héroe sureño
en las cruentas batallas en las que participó, aun siendo contra un número
mayor de enemigos.
Un relato de uno de los
hombres de Atoyac de Álvarez de apellido Dionisio que se unió a Morelos cuando
pasó por la hacienda de “El Zanjón” empieza de la manera siguiente: “eran
tiempos de calamidades, los realistas habían invadido la Costa y con
frecuencia nos llamaban al indulto por
medio de nuestros parientes y amigos que en alguna forma eran aconsejados por
el cura o el encargado del gobierno del Virrey”.
Debido a esto, muchos de
nuestros compañeros nos abandonaron y se encargaron de la ingrata tarea de
perseguirnos y combatirnos para probar su lealtad.
Desesperado el general
Galeana nos aconsejó que deberíamos volver a encender los ánimos ya decaídos en
casi todo el rumbo y con tal resolución abandonamos la sierra y nos fuimos a
emboscar en los palmares del camino de Coyuca, pero reconociendo como campamento,
el cerro del Tejar, el 27 de junio nos
levantamos antes de que amaneciera y nos encaminamos con rumbo al río de
Coyuca, pero antes de llegar a la orilla, el jefe Galeana ordenó que podíamos
almorzar los cocos que llevábamos como único bastimento.
Dedicados a nuestro
desayuno, llegó un labriego a decirle a Galeana que las tropas realistas iban
pasando el río, al escuchar el general esas palabras, con verdadera
precipitación se dirigió al coronel Luis Pinzón, a quien con voz firme y
resuelta le ordenó que tomara 20 soldados y saliera al encuentro del enemigo
mientras él reunía a la demás gente, el coronel Pinzón salió violentamente a
donde le ordenaba su general, pero al avanzar un poco se encontró con la
vanguardia del comandante realista Francisco Fernández Avilés, trabándose desde
luego un combate entre ambos bandos, al comenzar la lucha todo fue confusión y desorden
por parte de los insurgentes y en unos cuantos minutos el coronel Pinzón se vio
obligado a retirarse.
El general Galeana entró en acción
con los pocos soldados que logró reunir, pero a las primeras cargas “los
enemigos nos dispersaron y entonces vi al general Galeana que se confundía con
los realistas, momentos después caía con todo y caballo porque se lo habían
matado, no obstante que lo habían desmontado seguía peleando, pero sin que
ninguno de nosotros hubiera podido darle auxilio; como se oyeron gritos por
parte de los realistas pude observar que decían ese es Galeana, mátenlo y una,
dos, tres descargas cerradas se oyeron consecutivas, después tiros con
intervalos hasta que pude alejarme del campo de lucha, el combate se había
efectuado cerca de un lugar que llaman “El Arroyo Seco”, una media legua de
Coyuca de las 10 a las 12 del día pasaría la tormenta y como a eso de las 6 de
la tarde nos encontrábamos con 30 hombres, entre jefes, oficiales y tropa en lo
más boscoso del cerro del Tejar comentando como vimos caer al jefe Galeana ese
día 27 de junio de 1814”.
Al otro día de la tragedia nos
acercamos como unos diez soldados con el coronel don Pablo Galeana para ver si
podíamos encontrar el cadáver del general, al llegar fuimos informados por unos
trabajadores que ellos solo habían encontrado el cuerpo sin la cabeza.
Por recomendaciones de don
Pablo Galeana aquellos mismos campesinos dieron sepultura al general a unos 200
metros del lugar en el que había caído, hoy llamado “Los Cimientos”.
Murió el general Galeana
pero no su recuerdo, durante mucho tiempo, el soldado Dionisio cada 27 de junio
encendía una vela y cuadrándose con mucho respeto decía: “A sus órdenes mi general Galeana!!”.