lunes, 23 de junio de 2014

LA MUERTE DE GALEANA



Regino Ocampo Bello

Son varias las versiones que existen de diferentes escritores sobre la muerte del general don Hermenegildo Galeana, algunos señalan como causa un golpe en la frente con la rama de un árbol y otros que murió peleando.

Es más creíble lo segundo por ser tan conocida la valentía y temeridad que siempre mostró el héroe sureño en las cruentas batallas en las que participó, aun siendo contra un número mayor de enemigos.

Un relato de uno de los hombres de Atoyac de Álvarez de apellido Dionisio que se unió a Morelos cuando pasó por la hacienda de “El Zanjón” empieza de la manera siguiente: “eran tiempos de calamidades, los realistas habían invadido la Costa y con frecuencia  nos llamaban al indulto por medio de nuestros parientes y amigos que en alguna forma eran aconsejados por el cura o el encargado del gobierno del Virrey”.

Debido a esto, muchos de nuestros compañeros nos abandonaron y se encargaron de la ingrata tarea de perseguirnos y combatirnos para probar su lealtad.

Desesperado el general Galeana nos aconsejó que deberíamos volver a encender los ánimos ya decaídos en casi todo el rumbo y con tal resolución abandonamos la sierra y nos fuimos a emboscar en los palmares del camino de Coyuca, pero reconociendo como campamento, el cerro del Tejar, el 27 de junio nos  levantamos antes de que amaneciera y nos encaminamos con rumbo al río de Coyuca, pero antes de llegar a la orilla, el jefe Galeana ordenó que podíamos almorzar los cocos que llevábamos como único bastimento.

Dedicados a nuestro desayuno, llegó un labriego a decirle a Galeana que las tropas realistas iban pasando el río, al escuchar el general esas palabras, con verdadera precipitación se dirigió al coronel Luis Pinzón, a quien con voz firme y resuelta le ordenó que tomara 20 soldados y saliera al encuentro del enemigo mientras él reunía a la demás gente, el coronel Pinzón salió violentamente a donde le ordenaba su general, pero al avanzar un poco se encontró con la vanguardia del comandante realista Francisco Fernández Avilés, trabándose desde luego un combate entre ambos bandos, al comenzar la lucha todo fue confusión y desorden por parte de los insurgentes y en unos cuantos minutos el coronel Pinzón se vio obligado a retirarse.

El general Galeana entró en acción con los pocos soldados que logró reunir, pero a las primeras cargas “los enemigos nos dispersaron y entonces vi al general Galeana que se confundía con los realistas, momentos después caía con todo y caballo porque se lo habían matado, no obstante que lo habían desmontado seguía peleando, pero sin que ninguno de nosotros hubiera podido darle auxilio; como se oyeron gritos por parte de los realistas pude observar que decían ese es Galeana, mátenlo y una, dos, tres descargas cerradas se oyeron consecutivas, después tiros con intervalos hasta que pude alejarme del campo de lucha, el combate se había efectuado cerca de un lugar que llaman “El Arroyo Seco”, una media legua de Coyuca de las 10 a las 12 del día pasaría la tormenta y como a eso de las 6 de la tarde nos encontrábamos con 30 hombres, entre jefes, oficiales y tropa en lo más boscoso del cerro del Tejar comentando como vimos caer al jefe Galeana ese día 27 de junio de 1814”.

Al otro día de la tragedia nos acercamos como unos diez soldados con el coronel don Pablo Galeana para ver si podíamos encontrar el cadáver del general, al llegar fuimos informados por unos trabajadores que ellos solo habían encontrado el cuerpo sin la cabeza.

Por recomendaciones de don Pablo Galeana aquellos mismos campesinos dieron sepultura al general a unos 200 metros del lugar en el que había caído, hoy llamado “Los Cimientos”.
Murió el general Galeana pero no su recuerdo, durante mucho tiempo, el soldado Dionisio cada 27 de junio encendía una vela y cuadrándose con mucho respeto  decía: “A sus órdenes mi general Galeana!!”.

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