Juan López
El video
que transmite la elocuencia de Pioquinto Damián Huato en la asamblea de El
Ocotito y donde tunde de epítetos al presidente municipal de Chilpancingo Mario
Moreno Arcos, contiene varias lecturas. Se trata de un encuentro difícil donde
el Alcalde va a apaciguar los ánimos encendidos de la población que ha sido
arrastrada por el vértigo de la violencia.
El funcionario es acorralado por los señalamientos
del presidente de la Canaco capitalina: palabras hirientes, duras como el
pavimento de concreto, van como saetas directas a su yugular.
Pioquinto no
es hechura improvisada; sabe mangonear la palabra, incita, tiene capacidad de convocatoria.
La oposición es para él agua dulce donde como pez navega con oronda
displicencia.
El mutismo de
Mario Moreno Arcos, mientras su antagonista levanta polvaredas, no es menos
significativo. Hay templanza valiosa que es tacto prudente: en el epicentro de
la diatriba Mario no olvidó que es autoridad municipal. Que representa una
institución y que está investido de poderes públicos otorgados por el pueblo en
legítimo cotejo electoral. Las urnas son un poder político que se delega en
quien obtiene mayoría ciudadana.
Las investigaciones judiciales son tarea de la
Procuraduría del Estado. Lo que me interesa destacar es la actitud madura, la
firmeza personal, el equilibrio emocional de Mario, al nunca haber perdido la
compostura pese a la endurecida furia demostrada por su interlocutor.
Al evaluar el saldo de la trifulca es, en mi opinión,
meritorio el liderazgo espontáneo del Alcalde capitalino. La prudencia y la
dignidad también se prueban cuando se es atacado por la insidia del
resentimiento, Mario Moreno Arcos muestra sensatez y cordura como arma
pacífica, al librar las batallas promovidas por Pioquinto Damián Huato.
Cierto, hay un cadáver en la familia del
vociferante. Una vida que no se recupera con nada. Pero tampoco es juicioso
emprender una cacería contra el Alcalde, que lo único que demostró al ser
vituperado, es que es un político con alto rendimiento de reflexión.