En
2006, el “Shijian-8” fue lanzado al espacio con más de 2 mil tipos de semillas,
convirtiéndose en la primera misión con fines agrícolas
China. Octubre del 2012. (Fuente: Terra.com).Tomates fucsia, plátanos que crecen en la estepa siberiana y
berenjenas de que pesan diez kilogramos son algunas de las variedades
hortofrutícolas aparecidas en China gracias a los experimentos realizados en el
espacio exterior en los últimos 20 años.
Todo
empezó en 1987, cuando un profesor de la Academia de Ciencias china, Jiang Xingcun,
propuso enviar semillas de diferentes plantas al espacio, dentro de un satélite
recuperable, para observar qué ocurría con su estructura genética.
Al regresar a la Tierra, más de 10 por ciento de estas semillas
habían sufrido mutaciones, algo que el profesor Jiang achacó a la falta de
gravedad, a la radiación cósmica y al campo magnético.
“Al principio sólo queríamos ver qué ocurría con el material
genético, pero luego entendimos que se podían generar nuevas variedades:
cultivos más resistentes, productivos o nutritivos”, explicó al periódico
Reforma Liu Luxiang, director del Centro de Investigación de Semillas
Espaciales de la Academia China de Ciencias Agrícolas.
Desde entonces, el país asiático ha apostado fuerte por
desarrollar frutas y verduras “espaciales”. En 2006, el “Shijian-8” fue lanzado
al espacio con más de dos mil tipos de semillas, convirtiéndose en la primera
misión con fines agrícolas.
“En el pasado, Rusia y Estados Unidos también hicieron
experimentos, pero su finalidad era cultivar plantas terrestres en otros
planetas.
“Nosotros, desde el principio, buscábamos cambios genéticos en
las semillas para plantarlas en la Tierra y alimentar más y mejor a nuestro
pueblo”, agregó el profesor Liu.
Una vez que las semillas regresan a la Tierra, los científicos
chinos estudian las mutaciones que se han producido, explorando posteriormente
si tienen aplicaciones prácticas.
“Hacemos un proceso de selección inicial y decidimos cuáles
cultivamos. Muchas no germinan, otras ni siquiera son comestibles y algunas
presentan cambios estrambóticos, pero sin ninguna aplicación. Nos interesa la
minoría que crecen con cambios realmente útiles para la agricultura”, dijo el
científico.
Uno de los ejemplos de semilla espacial sin aplicaciones
prácticas son los pepinos gigantes, algunos de los cuales alcanzan los diez
kilogramos de peso. Estas verduras son más costosas y difíciles de cultivar,
transportar y comercializar que las tradicionales.
Sin embargo, otras consiguen pasar las pruebas sanitarias y
llegan a los mercados chinos. Aunque, al no estar etiquetadas como tal, los
consumidores no son conscientes de ello.
En la provincia de Gansu, por ejemplo, se ha hecho común el
cultivo de “pimientos espaciales”, que ya capitalizan 50 por ciento de la
producción total.
Su aspecto no es muy diferente al de los pimientos normales,
pero su textura es más sabrosa y tienen menos pepitas, características que
mejoran el producto, dijo a Reforma Chen Quanyong, director e investigador de
Anhui Gold Land Agriculture Company, una de las empresas que distribuye
semillas.
“Las variedades de semilla que vendemos nosotros tienen tres
ventajas. Primero, una mayor resistencia a las enfermedades. Segundo, frutos
más grandes. Tercero, los frutos cambian de formas y colores, incluso en una misma
planta”, añadió el investigador Chen.