Con Enrique Peña Nieto, el
PRI espera recuperar el poder. Sería la primera ocasión, de ganar las
elecciones presidenciales de 2012, que el Grupo Atlacomulco tuviera un
presidente surgido de sus entrañas
Por José Martínez* / Luces del Siglo (*)
Cancún, Q. Roo., diciembre de 2011
Enrique Peña Nieto podría ser el primer presidente de México surgido del Grupo
Atlacomulco. Antes, hace 30 años en 1982, el profesor Carlos Hank González lo
intentó, pero por razones jurídicas no lo logró. El padrino del Grupo
Atlacomulco ni siquiera pudo ser postulado porque el artículo 82 de la
Constitución impedía que hijos de extranjeros pudieran gobernar el país. Ahora
Peña Nieto es visto como el hijo pródigo de esta nomenklatura con la que el PRI
espera arrebatar el poder al aún gobernante Partido Acción Nacional.
Tan pronto como Peña Nieto fue registrado el pasado 27 de noviembre como
precandidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, con miras a
las elecciones presidenciales del 2012, el PRI fue tomado por asalto por sus
huestes, las cuales han comenzado a repartirse los cargos partidistas para
asumir el control del tricolor.
El Grupo Atlacomulco desde su creación ha operado subrepticiamente y, a lo
largo de décadas, ha mantenido los lazos internos que le han dado cohesión
política, de tal forma que ahora está a punto de llegar a la cúspide. Los
integrantes del grupo siempre han estado en distintas partes del poder y sus
lazos son evidentes, aunque muchos de ellos suelen negarlo y responden con
ironía cuando son cuestionados.
Este grupo extiende sus ramas mediante lazos familiares y va más allá de los
simples negocios, hechos al amparo del poder, sin que las autoridades del país
muchas veces se molesten en investigarlos, como ocurrió recientemente con Jorge
Hank Rhon, en Tijuana, quien mantiene una cercanía muy estrecha con Enrique
Peña Nieto.
El aspirante del PRI a suceder a Felipe Calderón en la Presidencia de la
República es descendiente de un afamado cacique del Estado de México: Severiano
Peña, quien fue presidente municipal de Acambay, durante cuatro periodos (1914,
1916, 1921 y 1923).
Enrique Peña Nieto es familiar, tanto por parte de su madre como por la de su
padre, de dos ex gobernadores: por su padre, Gilberto Enrique Peña del Mazo,
quien era pariente de Alfredo del Mazo González, el consentido del jerarca
Fidel Velázquez, y su madre, María del Perpetuo Socorro
Ofelia Nieto Sánchez, era hija de Constantino Enrique Nieto Montiel, familiar
del ex gobernador Arturo Montiel Rojas, quien le disputó la candidatura
presidencial a Roberto Madrazo, otro miembro de ese grupo fáctico y quien lo
exhibió como un depredador del erario durante su gestión como gobernador.
Con Enrique Peña Nieto, el PRI espera recuperar el poder. Sería esta la primera
ocasión, de ganar las elecciones presidenciales de 2012, que el Grupo
Atlacomulco tuviera un presidente surgido de sus entrañas, con todo lo que ello
representa.
La historia
Cuando surgió el Grupo Atlacomulco se vivían los últimos resquicios del México
bronco. Era el año de 1942 y a pesar de la retórica del discurso oficial de que
se había pasado de la época de los caudillos a un país de instituciones, la
política a nivel local seguía siendo manejada por algunos caciques. Tan fue así
que el fundador de ese grupo, Isidro Fabela, asumió el cargo en medio de una
feroz disputa por el poder tras el asesinato del gobernador del Estado de
México, Alfredo Zárate
Albarrán a manos del diputado Fernando Ortiz Rubio, líder de la XXXV
Legislatura local.
El asesino era sobrino del michoacano Pascual Ortiz Rubio, impuesto por el jefe
máximo
Plutarco Elías Calles como presidente provisional en 1929, tras el asesinato de
Álvaro Obregón, mientras se convocaba a nuevas elecciones donde el Partido Nacional
Revolucionario (PNR) hizo su primera aparición.
Tierra de hombres broncos, el Estado de México incubó la violencia como parte
de las pugnas y las alianzas políticas. El internacionalista Isidro Fabela
vivía en Europa, representando al país. Era un jurista connotado que estaba más
allá del bien y del mal; pero su amigo, el presidente Manuel Ávila Camacho,
reclamaba su presencia en México. Era urgente que Fabela ayudara a su jefe, ya
que el Estado de México se encontraba dividido entre los diferentes grupos
políticos que amenazaban con la desaparición de poderes en el estado, lo que
afectaba la estabilidad del país.
El gobernador Zárate Albarrán – de origen humilde, que fue vigilante de
cantina, pero cuyos méritos revolucionarios en las filas zapatistas lo llevaron
al poder – fue asesinado por un descendiente de los Cachorros de la Revolución.
De alguna forma la víctima y el asesino compartían intereses políticos y
económicos, hasta los unían lazos familiares.
Pero la disputa por el poder los enfrentó. En la fiesta del cumpleaños del
gobernador Zárate Albarrán, su socio, Fernando Ortiz Rubio, líder del Congreso
local, se metió la mano a su cintura, sacó una pistola y le disparó a
bocajarro. Tres días después falleció Zárate Albarrán, que había sido electo
por el Partido Socialista del Trabajo del Estado de México para el periodo
1941-1945 y apenas duró algunos meses como gobernador.
El partido que impulsó a Zárate Albarrán fue fundado antes que el PNR y
prevaleció como una organización relativamente independiente hasta la
transformación del Partido de la Revolución Mexicana en el sexenio de Lázaro
Cárdenas, el PRM después se transformaría en el PRI.
Albarrán fue sustituido por Isidro Fabela dando paso a una nueva etapa, la del
Grupo Atlacomulco. Fabela fue convencido de asumir el cargo por Ávila Camacho y
recibió el apoyo incondicional del secretario de Gobernación, Miguel Alemán
Valdés, para apaciguar a los grupos y meterlos al orden. El diplomático fue
“escogido” por su distanciamiento y porque representaba a otra clase y no
comprometía la política con los grupos locales.
Como la Constitución del estado exigía que en caso de que hubiera un gobernador
interino éste tenía que convocar a nuevas elecciones, Fabela le puso como
condición al presidente Ávila Camacho que lo apoyara para continuar los cuatro
años que le correspondían a su antecesor. La petición le fue concedida.
El patriarca del Grupo Atlacomulco impuso sus reglas, recurriendo a la mano
dura para apaciguar a los inconformes. Después de tomar posesión como
gobernador sustituto, el 16 de marzo de 1942, Fabela, a los ocho días de su
incipiente mandato, dio un “fabelazo” al liquidar a los miembros del Tribunal
Superior de Justicia, pasando por encima del Poder Legislativo.
La víspera, Fabela había pactado con los diputados para que lo apoyaran
mediante un acuerdo fast track y lo ratificaran como gobernador. Los
legisladores modificaron la Constitución local a cambio de canonjías y
prebendas.
Ya con el nombramiento en el bolsillo, Fabela incumplió con el pacto. Surgió el
descontento. Los diputados le reclamaron su “palabra de honor” y al sentirse
burlados se presentaron armados a las sesiones del Congreso para hacer valer
los acuerdos por la vía de la fuerza. No hubo arreglo. Fabela recurrió a la policía
para controlarlos. A los diputados más radicales los desaforó.
Los estudiantes que cuestionaron la mano dura del gobernador interino también
sufrieron las consecuencias. Fabela los encarceló. No fue el caso del joven
Carlos Hank González, que se ganó el afecto y el padrinazgo del gobernador, al
que había deslumbrado con sus apasionadas dotes de orador.
Para justificar su “mano dura”, Fabela argumentó que era víctima de una
“conspiración” de los grupos inconformes, especialmente de los diputados que
inútilmente buscaron fincarle un juicio político por los excesos en que estaba
incurriendo. El apoyo presidencial – mediante– y toda la fuerza del aparato del
Estado proyectaron a Isidro Fabela como un político aliado al nuevo estilo de
gobernar. Su posición se consolidó con la asunción de Miguel Alemán Valdés a la
Presidencia y alcanzó incluso al gobierno de Adolfo López Mateos, su
coterráneo.
Ésos fueron los pilares que dieron origen al ahora mítico Grupo Atlacomulco con
algunas fisuras y disputas nternas.
Las disputas
El nombre de Grupo Atlacomulco fue impuesto a mediados de los 50 por el
periodista Gregorio Ortega, basado en la prolongación en que se mantuvieron
tres conspicuos políticos oriundos de ese lugar y que mediaron su influencia
sucesivamente, entre 1942 y 1957: Fabela, Alfredo del Mazo Vélez y Salvador
Sánchez Colín. Antes se les conocía como “los hombres de Atlacomulco”.
El Grupo Atlacomulco se convirtió en una leyenda y el Estado de México siguió
siendo escenario de disputas entre los grupos políticos. Han sido tres los
grupos más poderosos, los que conformaron Fabela, Gustavo Baz Prada y Carlos
Hank González. El Grupo de Gustavo Baz alcanzó el poder con el apoyo del
presidente Adolfo Ruiz Cortines, al acceder a la gubernatura en 1957. Baz quiso
ser el sucesor de Zárate Albarrán cuando era miembro del gabinete de Ávila
Camacho, pero éste no lo apoyó en sus aspiraciones porque temía un mayor
enfrentamiento con los grupos.
Ruiz Cortines tomó la decisión de designar a Baz para evitar que resurgiera el
Grupo Atlacomulco, que alcanzó su máximo esplendor en el alemanismo. Baz lucía
credenciales importantes para hacerle contrapeso a Fabela ya que había sido
rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y tenía a su favor la
experiencia y el prestigio necesarios para contrarrestar cualquier cacicazgo.
Así, Baz, que ya había sido gobernador en 1914 a los 20 años, en representación
de las fuerzas zapatistas, con el apoyo de Ruiz Cortines, se convirtió en el
gran liquidador del Grupo Atlacomulco.
En su segunda oportunidad, la tentación del poder terminó por apoderarse de
Baz, que quiso imitar a Fabela tratando de imponer a uno de los suyos, a Jorge
Jiménez Cantú, secretario general de su gobierno. Sin embargo, el gobierno
federal no convalidó la propuesta de Baz, por lo que al concluir su mandato en
1963, el presidente Adolfo López Mateos optó por entregar la estafeta del
Estado de México a Juan Fernández Albarrán que estaba alejado de los grupos
locales y a los que tenía bien identificados, pues en su gabinete había dos
conspicuos fabelistas: Alfredo del Mazo Vélez, como titular de la Secretaría de
Recursos Hidráulicos, y Roberto Barrios, jefe del Departamento de Asuntos
Agrarios.
El gobierno de Fernández Albarrán fue de transición, pues perteneció al equipo
del gobernador Wenceslao Labra, que en la década de los 30 llegó, con el apoyo
de Lázaro Cárdenas, antes de que Fabela sentara sus reales.
Los mayores méritos de Fernández Albarrán – que gobernó de 1963 a 1969 – en la
política local fueron los de ocupar el cargo de alcalde de Toluca y secretario
general de Gobierno, ambos en el mandato de Wenceslao Labra. Cuando fue
destapado para gobernador se desempeñaba como secretario general del Comité
Ejecutivo Nacional del PRI.
A mediados de los sesenta se avecinaban nuevos tiempos y el país empezaba a
cambiar. México experimentaba una creciente tensión social en busca de una
apertura política. Gustavo Díaz Ordaz se preparaba para asumir la presidencia
de la República cuando el 12 de agosto de 1964 moría el patriarca del Grupo
Atlacomulco, Isidro Fabela.
A su muerte, Hank se perfiló como el continuador de la obra del fundador del
Grupo Atlacomulco. Un lustro después de la desaparición del patriarca, Hank
González asumió la gubernatura. El antecesor de Hank, Fernández Albarrán, murió
cuando éste apenas despuntaba en la gubernatura y, en 1975, cuando el profesor
se encontraba en la cúspide de su carrera, otro miembro prominente del Grupo
Atlacomulco, Alfredo del Mazo Vélez falleció y el viejo Gustavo Baz era
recompensado con un escaño en la Cámara de Senadores. Había iniciado la nueva
leyenda.
El grupo Hank
El Grupo Hank nació de la recomposición de fuerzas y grupos. El desaparecido
profesor Carlos
Hank González era un aspirante a político cuando Isidro Fabela fue gobernador.
Se ganó la confianza y la simpatía de éste, por lo que contó mucho su
recomendación para que lo cobijaran los continuadores de su obra.
En esos tiempos como el joven Hank era un inexperto, empezó a colocarse en
algunos trabajos burocráticos y aprovechó algunos contactos para conseguir el
cargo de jefe del Departamento de Secundarias, después lo rescató el gobernador
Salvador Sánchez Colín quien le dio su primera encomienda en la Oficina de
Juntas de Mejoramiento Cívico y Material para pasar a la Tesorería de Toluca
Después de cuatro años de fogueo en la burocracia, Hank recibió su primera
oportunidad política al ser electo, en 1955, presidente municipal de la capital
mexiquense, empezando a tejer sus relaciones a nivel local. Al concluir su
gestión como alcalde, en 1958, el candidato a la Presidencia,
Adolfo López Mateos, lo incluyó en las listas para diputado federal. Hank allí
trabó nuevas relaciones que luego se consolidarían en su ambición por escalar
la cúspide del poder.
Integrante de la XLIV Legislatura de la Cámara de Diputados, compartió gustos y
afinidades con el hidrocálido Enrique Olivares Santana, el tamaulipeco Emilio
Martínez Manatou y el sinaloense Leopoldo Sánchez Celis. En ese lapso
(1958-1961) fue su mecenas Mariano López Mateos, hermano del Presidente, Adolfo
López Mateos. La relación entre Hank y Mariano fueron los negocios que los
vinculaban a Fabela.
Hank como diputado fue ambicioso, pero aún no alcanzaba a despegar como un
político influyente. No fue un legislador que aglutinara simpatizantes. Fue uno
más entre los priístas de nuevo cuño que se entrenaban en las ligas mayores de
la política nacional, aunque su ambición era pasar al cargo de senador y luego
a gobernador.
Su paso sin gloria por el Congreso no lo desanimó. Sus aspiraciones de
convertirse en senador de la República no prosperaron y con dificultades logró
obtener en 1961 –a la mitad de sexenio lopezmateísta– un puesto en la Compañía
Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) como subgerente de ventas.
“El Profesor”, como se le llegó a conocer a Hank González, descubrió que la
CONASUPO era una auténtica mina de oro. Desde ese cargo trabó relaciones con
industriales como Chito Longoria, con el que realizó pingües negocios, mediante
operaciones trianguladas con materias primas, especialmente con el maíz, sorgo
y cártamo que se utilizan para la industrialización del aceite.
A punto de concluir el sexenio de Adolfo López Mateos, su hermano Mariano le
solicitó al candidato Gustavo Díaz Ordaz que apoyara a Hank en sus aspiraciones
para llegar a senador. No fue cumplido el capricho pero Hank fue compensado con
un ascenso. El 4 de diciembre de 1964 – tres días después de que Díaz Ordaz
asumiera su mandato – lo designó como director general de Conasupo.
“En Conasupo – contaría Hank – aprendí mucho más que si hubiera sido senador,
pero pensé que allí terminaría mi carrera política. Las circunstancias me
permitieron tener otras invitaciones a actuar en el servicio público. Acepté y
lo hice con un gran gusto y enorme deseo de seguir adelante”.
Conasupo que fue su primer cargo que lo proyectó como funcionario de alto nivel
pudo haber sido la tumba política de Hank. Sin embargo, más que tener planeado
llegar a ser gobernador, Hank contempló la posibilidad de llegar a ocupar un
cargo en el gabinete de su amigo Emilio Martínez Manatou, al que apoyó
abiertamente como precandidato presidencial, pero Hank se confundió con las
señales de Díaz Ordaz, quien impulsó a Luis Echeverría como sucesor.
Hank le apostó al candidato equivocado, quien había sido su compañero de curul
años atrás.
Echeverría le tenía preparado un expediente sobre sus manejos en Conasupo. Como
jefe de seguridad nacional, Echeverría Álvarez estuvo al tanto del teje y
maneje de los funcionarios, pero en un acto de amistad, hasta paternalista,
Díaz Ordaz protegió a Hank al que destapó como candidato a gobernador.
Las disputas de Echeverría con Hank no eran meras elucubraciones. Se llegó a
correr el rumor de que iba a “renunciarlo” tras el escándalo de Avándaro, pero
su buena suerte y sus amigos Jiménez Cantú y López Portillo lo rescataron y
Hank pudo seguir construyendo su leyenda.
De Fabela a Hank
Veintisiete años después de su primer contacto con Isidro Fabela, Hank vio
cristalizar su sueño: ser gobernador del Estado de México.
El primer contacto de Hank con Fabela fue impactante. Hank era un chiquillo que
apenas había concluido sus estudios de secundaria gracias a una beca del
gobierno. Fabela era el invitado de honor del pueblo de Atlacomulco, que le
festejaba con una comida su designación como gobernador sustituto. El joven
Hank fue escogido para pronunciar el discurso oficial que conmovió al político
y diplomático.
El encuentro selló un pacto de amistad. Para Hank la amistad, la eficiencia y
la lealtad siempre fueron el eje de su filosofía como político y empresario:
“Para mí, la amistad es casi una religión” – dijo Hank cuando le preguntaron
los periodistas sobre sus relaciones con amplias redes de políticos. La amistad
era tan valiosa para él que logró establecerla con enemigos irreconciliables.
Así, cuando asumió su mandato como gobernador, hizo un reconocimiento a todos
los grupos que lo antecedieron y formó un equipo híbrido con representantes de
distintas tendencias. Incluyó lo mismo a fabelistas que bacistas y
albarranistas, extendió sus redes a otros grupos ajenos a la entidad, dando
cabida a políticos jóvenes y viejos colaboradores que de alguna forma
pertenecieron a otras corrientes.
En la plenitud de su vida asumió el liderazgo local, cuando la influencia de
sus antecesores estaba en declive y algunos habían renunciado a seguir en la
política.
En efecto, la enemistad con Luis Echeverría lo obligó a fortalecer su grupo.
Durante su mandato, Echeverría Álvarez se abstuvo de acudir a los informes del
gobernador Hank y envió en un par de ocasiones al entonces secretario de
Hacienda, José López Portillo. La relación Hank-José López Portillo no era en
términos estrictos de amistad. Ambos se conocieron en el sexenio de Díaz Ordaz.
López Portillo se desempeñaba como jefe del Departamento Jurídico de la
Secretaría de la Presidencia, de la que era titular Martínez Manatou, ex
compañero del profesor en la Cámara de Diputados.
A López Portillo le tocó asesorar y supervisar la transformación de Ceimsa en
Conasupo. A eso se restringía su relación que al paso del tiempo sería
significativa, pues cuando Hank concluía su mandato como gobernador, José López
Portillo era destapado como candidato presidencial.
El choque con Echeverría no fue determinante para que Hank dejara de crecer.
Más bien lo fortaleció, porque armó un grupo que le fue leal y le entregó
resultados políticos que después contaron para impulsarlo a la regencia del
Distrito Federal.
Un personaje clave en su relación frente a Echeverría fue Jorge Jiménez Cantú
con el que había cosechado una relación de amistad, pues cuando Gustavo Baz
Prada fue gobernador, Hank fungía como su subordinado directo. Jiménez Cantú
ocupaba la Secretaría General de Gobierno y “El Profesor” la dirección General.
Al asumir la gubernatura, “El Profesor” designó a Jiménez Cantú como secretario
general de su gobierno, aprovechando que éste era amigo personal de Echeverría
y, mejor que nadie, su interlocutor ante el presidente. Sólo un año duró al
lado de Hank el doctor Jiménez Cantú. Luis Echeverría Álvarez lo llamó para
incorporarse a su gabinete como secretario de Salubridad y Asistencia, desde
ahí el funcionario era el enlace y el “amortiguador” entre el gobernador y el
presidente.
Hank cohesionó a un importante grupo de jóvenes políticos que ya apuntaban como
prospectos de la alta política, entre ellos a Ignacio Pichardo Pagaza, que
empezó con él como encargado de Finanzas, después lo nombraría como secretario
general de Gobierno, lo mismo que a Emilio Chuayffet, como delegado del PRI, al
que designó después como uno de sus colaboradores en el Departamento del
Distrito Federal con el cargo de delegado político en la demarcación Benito
Juárez. También apoyó la carrera de Humberto Benítez Treviño, que había sido
dirigente juvenil del PRI y funcionario del Instituto de Acción Urbana e
Integración Social.
Al mismo tiempo, Hank estrechaba sus relaciones con otros políticos,
fortaleciendo su grupo. Entre ellos el ex gobernador de Sinaloa, Leopoldo
Sánchez Celis, vinculado al equipo de Díaz Ordaz y al que designó como
coordinador general del Consejo de Desarrollo Agrícola y Ganadero; y a Pedro
Ramírez Vázquez en la Coordinación de Obras Públicas.
Al terminar su mandato como gobernador en 1975, Hank ya tenía las bases para
consolidar a su grupo. El mismo López Portillo al asumir el poder a finales de
1976, reconoció la fuerza del grupo de Hank que sin haber sido su partidario lo
tomó en cuenta, aunque lo hizo a última hora.
Echeverría sostuvo un encuentro ríspido con su sucesor al advertirle a José
López Portillo la víspera del cambio de mando en el poder sobre las
vinculaciones políticas del “Profesor” y los negocios al amparo del poder, por
lo que le exigía que Hank no ocupara ningún cargo en el futuro gabinete.
La fuerza de Hank era innegable.
En el sexenio de López Portillo, Hank desplegó toda su fuerza como líder y
extendió sus redes políticas, recurriendo a la prensa para desarrollar una
estrategia que lo proyectara a la cúspide del poder entrando en conflicto con
otros grupos.
Después de sus discrepancias con el presidente Miguel de la Madrid, fue el
presidente Carlos Salinas de Gortari quien lo sacó del ostracismo, lo incorporó
a su gabinete como secretario de Turismo y luego lo transfirió a la titularidad
de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, desde donde Hank hizo
suculentos negocios “fuera de programa”.
Después, en la Secretaría de Agricultura Hank pretendió apoyar la designación
de Ernesto Zedillo como candidato sustituto a la Presidencia de la República,
recopiló 57 firmas de ex secretarios de Estado, algunos de ellos en funciones
en el gabinete de Salinas o en cargos intermedios de la administración pública.
Finalmente “El Profesor” quedó fuera del equipo del doctor Zedillo e incluso,
del departamento de Estado, por instrucciones de la Casa Blanca, que ordenó
influir desde su embajada para que Zedillo no incluyera a Hank en su gabinete
presidencial ante las denuncias de estar involucrado en negocios turbios.
Allí terminó la carrera del “Profesor”, quien falleció poco después, en agosto
de 2001, pero el Grupo Atlacomulco se mantuvo latente, con disputas y
reencuentros.
El regreso
En la última década, el Grupo Atlacomulco comenzó su reorganización tras el
arribo del PAN al poder. Así, en los últimos seis años, desde la llegada de
Enrique Peña Nieto a la gubernatura del Estado de México, comenzó la gestación
de un nuevo proyecto político para el PRI desde las entrañas del Grupo
Atlacomulco, quien de ganar las próximas elecciones presidenciales podría
convertirse en el nuevo jefe de esa nomenklatura, dando paso a un relevo
generacional de ese grupo que hasta ahora acapara las preferencias electorales,
de acuerdo a las encuestas.
Recuadro
P E R F I L
Enrique Peña Nieto
Nació en Atlacomulco, Estado de México, el 20 de julio
de 1966. Estudió Derecho en la Universidad Panamericana y una maestría en
Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey. A la edad de 18 años, es decir, en 1984, se afilió al Partido
Revolucionario Institucional (PRI).
Entre 1986 y 1990 trabajó en un despacho jurídico y en la Notaría Pública
Número 96 del Distrito Federal.
En 1990 fue secretario del Movimiento Ciudadano de la Zona I del Comité
Directivo Estatal de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares
(CNOP).
En 1991 fue nombrado delegado del Frente de Organizaciones y Ciudadanos en
diversos municipios del estado de México y fue también instructor del Centro de
Capacitación Electoral del PRI.
En 1993 se desempeñó como tesorero del Comité de Financiamiento del Comité
Directivo Estatal del PRI en la campaña del candidato a gobernador Emilio
Chuayffet Chemor.
En 1999, fue designado subcoordinador financiero de la campaña de Arturo
Montiel Rojas.
Entre 1993 y 1998, durante la gestión de Emilio Chuayffet, fue secretario
particular del secretario de Desarrollo Económico del gobierno del Estado de
México, Juan José Guerra Abud, y posteriormente fue subsecretario de Gobierno
del Estado de México de 1999 a 2000.
Buena parte de su desempeño como funcionario se dio durante la gestión de
Arturo Montiel Rojas, ocupando los siguientes cargos: secretario de
Administración del Gobierno del Estado de México; presidente del Consejo
Directivo del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios;
presidente del Consejo Interno del Instituto de Salud del Estado de México y
vicepresidente de la Junta de Gobierno del Sistema para el Desarrollo Integral
de la Familia (DIF) del Estado de México.
Apoyado por Arturo Montiel Rojas, fue nominado candidato a diputado local para
la LV Legislatura por el Distrito XIII, con cabecera en Atlacomulco. Entre
septiembre de 2003 y septiembre de 2004 fue coordinador del grupo parlamentario
del PRI en la LV Legislatura en la Cámara de Diputados del Estado de México,
presidiendo la Junta de Coordinación Política del Congreso Local.
El 3 de julio de 2005 fue electo gobernador del Estado de México, pero las
impugnaciones hicieron que hasta el 12 de agosto Peña Nieto recibiera la constancia
de mayoría que lo acreditaba como gobernador electo, cargo que desempeñó entre
2005 y 2011.
El 27 de noviembre de 2011, el PRI lo registró como precandidato presidencial
para los comicios de 2012.
(*) José Martínez,
periodista y escritor, es autor de Las Enseñanzas del Profesor,
Indagación de Carlos Hank González. Lecciones de Poder, Impunidad y Corrupción, publicado por Editorial Océano.