domingo, 29 de septiembre de 2013

Delitos Prescritos


Por: Juan López

    Existe en la judicatura y la vigilancia la figura de la prescripción. Procedimiento que consiste en la revocación de una acusación penal. Después de un determinado período de tiempo, quedan canceladas las posibilidades de llevar a juicio al autor material e intelectual de un hecho delictuoso. Amnesia derivada de la omisión judicial.

    Dentro de las afectaciones jurídicas creo que sólo el genocidio no prescribe. Y ello por tratarse de un crimen masivo y de resolución internacional. Después de veinticinco o treinta años de no ser aprehendido ni castigado el homicida puede alegar la prescripción de su causa. Esto en tratándose de un delito grave, menos cuando la ley persiga a un infractor civil por comisiones de daños en propiedad ajena o, cualquier otra responsabilidad de tipo administrativo o de gobierno que no haya sido juzgada.

    Todos sabemos en Acapulco que fue Zeferino quien autorizó, cobró y alentó las inversiones y desarrollos en los humedales de Granjas del Marqués, Cayaco, Tres Palos y Llano Largo, que hoy sufren el flagelo de los ciclones, pero fue hace más de una década -2000-2002-, suficiente lapso para encubrir cualquier anomalía cometida por torpeza, inequidad o espíritu malhechor. Los tribunales no tienen memoria.

    Los malévolos  y perversos oyen a lo lejos cómo el rumor popular clama  porque se enjuicie a quienes vendieron el pantano y la Ciénega. Saben que sus crímenes por impunidad no van a sufrir el mínimo castigo. Acogidos al beneficio de la indulgencia del tiempo, no van a padecer persecución ni causa penal. Son forajidos por los cuales el tiempo se lava las manos. No existe acusación alguna. Están exentos de culpa.

    De qué serviría un Tribunal Moral: ¿Para acusar y señalar a gente que carece de vergüenza?  Para decirles tunantes a quienes se embolsaron millones de dólares y saben que en esta sociedad sólo el dinero cuenta como puerta de divisa. Lo más prudente será corregir lo que físicamente tenga enmienda. Mejorar los cauces fluviales obstruidos por la dejadez de los vecinos. Desazolvar los canales de salida y desalojar a quienes interrumpen el tranquilo deslizamiento de las aguas.

    Sólo la muerte y los sinvergüenzas no tienen remedio. Nadie endereza a un jorobado. Enjuiciar a Zeferino que carga al hombro el manto del olvido, la simulación y la prescripción de su delincuencial conducta, es ocioso. Cuánta pena nos causa que por la prescripción, no se haya podido enjuiciar ni siquiera a Antonio López de Santa Anna.

Debieran los delitos de lesa humanidad tampoco ser objeto del olvido… Los que dañan al pueblo, los que matan con la lluvia. Pero, Zeferino sabe que las leyes no son retroactivas y por lo tanto su conciencia y su felicidad nadie va a interrumpírselas.

PD: “Malditos lo que con sus obras traicionan al pueblo”: Benito Juárez.

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