martes, 13 de marzo de 2012

Texas ve la paja del ojo ajeno


Reportaje

Alarmados por la violencia en México, funcionarios del Departamento de Seguridad Interna del Estado de Texas lanzaron alertas para que sus ciudadanos no salgan de Estados Unidos, pero guardan silencio sobre los altos índices de violencia registrados en la nación americana, muy por encima de los atribuidos a Cancún y la Riviera Maya

Por Isela Serrano / Luces del Siglo (*) 
México, D. F.,  marzo de 2012. Cada año millones de adolescentes estudiantes del high school (equivalente a la educación media superior) visitan las playas de Cancún con la promesa de gozar la vida entre el mar turquesa, reventones, música estridente, cerveza gratis y la única consigna de pasarla bien.


En estos momentos, según cifras oficiales, en Cancún y Riviera Maya hay alrededor de 20 mil spring breakers: jóvenes y jovencitas que coquetean con la mirada e insinúan con los muslos a ritmos como el del brasileño Michel Teló “Ai se eu te pego”, de moda en bares que se ha convertido un “paraíso sin ley”.


El libro “Spring Breakers” Turismo Salvaje en playas mexicanas, de la escritora Gloria Palma, expone que el fenómeno no es nuevo, en la temporada de 2005 reporteros del Canal 2 de Houston, Texas, grabaron con cámaras escondidas una serie de escenas que transmitieron en un reportaje titulado “Peligro en el paraíso”.


¿Qué mostraban? “Sexo, drogas, adolescentes cayéndose en los bares y desmayándose en el agua. Bienvenido a Cancún, México, donde muchos estudiantes graduados, provenientes del área de Houston, se dirigen a festejar su graduación de high school. Pero no es el viaje que los padres suponen, a pesar de las promesas de chaperones contratados”, comentaba la reportera Cynthia Hunt.


Las cámaras escondidas presentaron a adolescentes que bebían sin control, vomitaban y volvían a tomar. El video mostró también a una muchacha que no podía caminar y apenas podía hablar, relata el citado libro, que corresponde a la escasa bibliografía sobre una ciudad tan importante en términos de captación de flujos turísticos, éxito y bellezas naturales como Cancún.


De la indignación al desprecio.

La semana pasada desde Berlín, Alemania, el gobernador Roberto Borge Angulo, presidente de la Comisión de Turismo de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), rechazó la alerta emitida por el Departamento de Seguridad Interna del Estado de Texas (DPS), Estados Unidos, que recomendó a los spring breakers no viajar a Cancún, Playa del Carmen y Los Cabos, y anunció que viajaría a Texas, Houston, Dallas y San Antonio para cabildear esta alerta.


No es el primer viaje que realiza el mandatario quintanarroense y tampoco el primero que el gobierno norteamericano desdeña el interés por mejorar las recomendaciones de viaje de los norteamericanos.

En un comunicado de la Unidad del Vocero de Quintana Roo dado a conocer la semana pasada, Borge Angulo reconoce: “En septiembre pasado, como gobernador expresé ante funcionarios, touroperadores, medios de comunicación, académicos y empresarios texanos que Quintana Roo es un estado seguro y que los warnings que indican lo contrario dañan a nuestra industria turística.

“En esa ocasión me entrevisté con funcionarios de la administración del gobernador texano Rick Perry, a quienes expusimos que la península de Yucatán no era insegura. Aunque en una reunión con la secretaria de estado de Texas, Esperanza ‘Hope’ Andrade y el director del DPS, Steve MacCraw, responsable de escribir los ‘warnings’ que emite el gobierno texano, se obtuvo la promesa de precisar las zonas de alerta, ésta no se respetó”.


El tema es sensible

En las ferias turísticas con líderes internacionales se habla de campañas turísticas, fomento, tendencias de viajeros y el fantasma siempre merodea los rincones: los warnings. A veces la postura es de indignación por una posible afectación, otras se toma como un fenómeno que aunque pudiera impactar, no generará pérdidas para la imagen y la industria turística.


De acuerdo con reportes de prensa, David Scowsill, presidente del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) y la secretaria de Turismo federal, Gloria Guevara Manzo, han calificado las alertas de “irresponsables” y cargadas de tintes políticos para ganar votos.


La titular de la SECTUR, Gloria Guevara Manzo, incluso ha reconocido que en el tema no hay mucho que se pueda hacer.


“La Secretaría de Gobernación ya lo intentó… les mostró cifras”, expuso durante la presentación del Programa del Mundo Maya en la ITB (Feria Internacional de Turismo de Berlín), evento en el que la funcionaria lamentó que el gobierno texano se sienta “omnipotente” e insista que se trata de una situación complicada para el país.


El tema no es nuevo. Las alertas que un día fueron marcadas a zonas fronterizas comienzan a afectar el Caribe mexicano. En febrero, durante la instalación de la Comisión de Turismo de la CONAGO, la noticia que esperaba a los gobernadores que participaron en el encuentro fue una nueva alerta.


En aquella ocasión, el secretario de Turismo del estado, Juan Carlos González, rechazó de inmediato una posible afectación debido a que de los 18 estados de la República, se incluía a Quintana Roo. Un día después hubo una reunión en México donde participaron el embajador de Estados Unidos en México y los gobernadores de Quintana Roo, Campeche y Yucatán. A pesar del cabildeo las alertas continúan.


Afectos a descartar un impacto negativo en el sector, las autoridades federales y locales históricamente han minimizado los warnings. “Este segmento turístico (los spring breakers) no es el preferido de los hoteleros, es un segmento turístico que, inclusive, a veces deja problemas en los hoteles porque vienen en plan de fiesta muy intensa”, dijo en 2010 el entonces gobernador Félix González Canto.


Inclusive el ex mandatario señaló que mientras los warnings no fueran extendidos al turismo en general, no habría por qué preocuparse, “porque se trataba de un segmento que no era prioritario para los hoteleros de Cancún”.


Touroperadores mayoristas y autoridades han manifestado su indignación ante el warning que emitió el gobierno de Texas y atribuyen esta alerta a una guerra sucia para que sus ciudadanos modifiquen su intensión de viaje y no salgan de EU.


“Creemos que es una campaña comercial para que los texanos en vez de visitar Quintana Roo se dirijan a Isla del Padre, en McAllen y eso no es la competencia que se desea”, señaló.


El funcionario estatal informó que por instrucciones del gobernador del estado, Roberto Borge, se estará realizando una campaña específica nuevamente en esa región para aclarar el tema y se realizarán testimoniales del spring breakers que ya vacacionan en la zona, para que se quite la mala imagen que se pudiera generar con este tipo de avisos.


Aunque algunos hoteleros lamentan la nueva alerta, descartan una afectación al pretender desprestigiar al destino turístico insignia mexicano.


¿Afectan o no los warnings?

Para Sigfrido Paz Paredes, fundador del Centro Integralmente Planeado (CIP) Cancún: “siempre ha habido warnings pero antes no generaban un impacto porque México no tenía la mala imagen que tiene ahora”.


¿Qué pasa en el paraíso? En reuniones privadas algunas voces apelan a la soberbia de una ciudad con belleza desbordante y fascinación única, otras a la envidia que despierta entre sus competidores, otros hacen referencia al paraíso sin ley, el de los excesos, la noche de sexo y alcohol que traspasa límites preocupantes.


Para hoteleros, empresarios, autoridades locales, estatales y federales es común hablar de los reconocimientos, las cifras históricas, las preseas y logros de Cancún, el destino insignia, referirse a los errores, vicios o excesos es considerado una traición o deslealtad que impacta negativamente a una industria tan sensible como el turismo.


El sexenio de la guerra 
En medio de un país que ha declarado la guerra al narcotráfico, que ha cobrado la vida de más 50 mil personas, la joya de la corona en materia turística y el sitio donde se asentó la cultura maya hace más de 2 mil años, continúa ostentando campos de golf, marinas, bares, discotecas, lujosos hoteles, pero no puede ya presumir los envidiables flujos turísticos de antaño.


En los años 80’s, la segunda fuente de ingresos de México era la industria turística, luego del petróleo. Incluso, el país llegó a ubicarse como el sexto de mayor recepción de visitantes extranjeros, según el ranking de la Organización Mundial del Turismo (OMT).


En aquellos años, “no había ventas de hotel, sino levantamiento de pedidos, todo era tráfico, turistas por doquier no sólo en la zona turística sino también en la ciudad.


“Era complicado conseguir una mesa en un restaurante en temporada alta; una habitación era prácticamente imposible si no se reservaba con meses de anticipación. Todos querían conocer Cancún, bañarse en su mar, descubrir sus zonas arqueológicas y sus corales”, recuerda Mónica González, una administradora que llegó a Cancún y desde hace 28 años ha trabajado en la venta de tours.


Alejandro Zozaya, presidente de la cadena AM Resort, firma norteamericana que agrupa 30 hoteles en el Caribe, siete de los cuales se ubican en México, considera que la percepción de riesgo por la guerra del narcotráfico empeoró en 2010, afectando al turismo, lo que sumado a la caída en el número de asientos de avión, provocó un alza en las tarifas aéreas y ocasionó la crisis del sector que antes era la segunda fuente de riqueza nacional.


Cancún ha perdido competitividad, entre otras causas, por la percepción de riesgo que existe en el país. “Si comparamos el éxito que fue Cancún, hoy ha perdido posicionamiento respecto a sí mismo, aunque sigue siendo competitivo respecto a otros destinos del Caribe ya que tiene mucho mejor producto y una capacidad de infraestructura mayor, definitivamente no es lo que hace algunos años fue.


“Tenemos cancelaciones de reservas, especialmente del turismo que mejor paga porque es el más sensible a estos temas de inseguridad… cancelaciones de grupos, convenciones y menos reservas para segmentos como el lunamielero”, dice.


Explica que en algunas zonas, el problema es más de percepción que de realidad pero “la percepción de los turistas es la que dirige sus decisiones y si ellos perciben que están en riesgo, simplemente no viajan. Aun cuando el riesgo real no exista”.


Cancún es un paraíso que también ha despertado la ambición de empresarios, políticos e inversionistas que, enceguecidos por el poder y el dinero, han vislumbrado en el desarrollo el objetivo de su riqueza legal e ilegal.


El hotelero Abelardo Vara ha asegurado que de no rectificar su rumbo, a Cancún le puede “pasar como con las casas que se quedan abandonadas, que son bonitas, pero que se van a llenar de cucarachas, de ratas, de vicios, y va a ser el paraíso perdido”.


Cancún ha dejado de lado al turismo de alto poder adquisitivo. Incluso, hoy es posible conseguir una habitación en el centro con una tarifa de 550 pesos la noche y de menos de mil pesos en la zona hotelera. Hay quien piensa que lo importante es generar ventas aunque ya no sea lo que alguna vez fue.



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APUNTE

Cancún es un paraíso que también ha despertado la ambición de empresarios, políticos e inversionistas que, enceguecidos por el poder y el dinero, han vislumbrado en el desarrollo el objetivo de su riqueza legal e ilegal.


“Si comparamos el éxito que fue Cancún, hoy ha perdido posicionamiento respecto a sí mismo, aunque sigue siendo competitivo respecto a otros destinos del Caribe ya que tiene mucho mejor producto y una capacidad de infraestructura mayor, definitivamente no es lo que hace algunos años fue”, Alejandro Zozaya, presidente de AMResort.


“Siempre ha habido warnings, pero antes no generan un impacto porque México no tenía la mala imagen que tiene ahora”: Sigfrido Paz Paredes, fundador del Centro Integralmente Planeado (CIP) Cancún.


En su libro Los pecados capitales, el filósofo español Fernando Savater asegura que la soberbia es el mayor pecado de todos porque es la raíz y, a su vez, su propia debilidad. Señala que si bien, ser excelente no debe ser culposo, ser soberbio es arrojar a la cara del otro sus grandezas.


Un vanidoso es sociable, mientras que un orgulloso se aparta del mundo y el soberbio quiere ponerse por encima de los demás. ¿Cómo evitar caer en la soberbia? El remedio es muy simple y duro de asumir: ser realista.


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