Reportaje
Hermanos y rivales.
Cancún y Riviera Maya nacieron de la misma semilla y pelean por el jugoso
banquete de las reservaciones y las propinas
Cancún, Qna. Roo., septiembre de 2012
Por Isela Serrano / Luces del Siglo
En cuanto una pareja de recién casados toma asiento en una
salita roja del lobby, un amable empleado pregunta “¿Qué tal su vuelo?” La
pareja cuenta que no tuvieron contratiempos. Viajaron desde Nueva Orleans en el
que es su primer vuelo a México.
Luego de la cálida bienvenida y de explicarles los pormenores del paquete
vacacional, el empleado les muestra el catálogo de tours y actividades
recreativas y les recomienda no contratar paquetes no confiables. “Si van a
Playa del Carmen, tengan cuidado. Riviera es un destino joven pero no cuenta
con la calidad de Cancún. Nuestra cadena no se responsabiliza de la entera
satisfacción de su experiencia. Les sugerimos adquirir los paquetes con nuestra
compañía y eviten riesgos”.
Ante la cara de asombro, el empleado pregunta si fueron abordados por alguien
en el aeropuerto que intentara ofrecerles promociones especiales para tours
acuáticos y paquetes arqueológicos. “Sí”, responden, contrariados y relatan que
les preguntaron si contaban con transportación. Inmediatamente después, el
empleado señala “’son ellos’. Tengan cuidado”. La esposa comenta: “es bueno
saberlo. Gracias”.
El mensaje se reproduce decenas, centenas y quizá miles de veces en distintas
formas y estilos pero siempre apunta a la rivalidad entre dos hermanos: Cancún
y Riviera Maya.
Diariamente, afuera del aeropuerto Internacional de Cancún, lujosos autobuses
contratados por diferentes agencias de viaje, transportan a visitantes
extranjeros hacia diversos desarrollos instalados desde Playa del Carmen hasta
Tulum.
Al interior de los hoteles, turistas comentan que la sugerencia principal es
que, por motivos de seguridad, no abandonen el inmueble, o deben hacerlo bajo
su propio riesgo, ya que el hotel se deslinda. Cuando en grupo, los turistas
salen salir a pasear y contratan tours a Xel-Há, Xcaret, Tulum, Chichén Itzá y
la Quintana Avenida, en Playa del Carmen.
En el trayecto y la estancia, chóferes, animadores y meseros suelen comentar
que Cancún tuvo, sí, mucho éxito pero le ha faltado renovarse, y felicitan a
los turistas por haber optado por Riviera Maya que se mantiene a la vanguardia
en calidad y hospitalidad.
Dadas las distancias entre uno y otro destino –aproximadamente a 40 minutos de
trayecto en auto–, resulta costoso viajar en taxi y hacerlo en autobús,
generalmente es complicado porque hay turistas que deben sortear la insistente
recomendación de no salir, además, los viajeros deberán caminar para llegar a
la carretera, ya que el servicio no está incluido.
La competencia principal de Cancún no es Cuba ni los destinos del Caribe, sino
Riviera Maya que, con una concepción más moderna, brinda lo que en su momento
ofreció Cancún: exclusividad y variedad.
Sin embargo, el tema de los celos, la envidia y rivalidad entre ambos genera
polémica y casi todos los actores empresariales y políticos, en declaraciones
políticamente correctas, consideran que Cancún y Riviera Maya, son productos
complementarios.
La furia excepcional. En 1988, el huracán “Gilberto” destruyó la
infraestructura turística de Cancún. Además de provocar angustia entre la
población por la magnitud del desastre, que incluyó inundaciones, el corte al
suministro eléctrico y una total parálisis de la única actividad económica de
la zona; las líneas aéreas se marcharon, ya que no estuvieron dispuestas a
esperar la recuperación del boyante centro vacacional que tan jugosos
dividendos les había generado.
Cancún se quedó vacío. Las cadenas de televisión y periódicos daban cuenta de
lo que algunos llamaron “su desaparición”. Temerosos de que los turistas no
regresaran, los hoteleros optaron por medidas como bajar las tarifas, situación
que provocaría que no volvieran a recuperar el exclusivo nivel de viajeros que
habían obtenido durante las primeras décadas.
Habitaciones de 200 ó 300 dólares llegaron a cotizarse hasta en 60 dólares.
Muchos decidieron aprovechar las gangas para conocer Cancún y esta ciudad no
volvió a ser visitada por la elite.
Un par de años antes del huracán, el buen posicionamiento de la marca Cancún
hizo creer a los empresarios que no era necesario invertir en promoción
turística, y ese año en particular, en 1988, optaron por colocar un freno de
mano al gasto en campañas de promoción en el extranjero.
Aunque ya existía Playa del Carmen, que era en aquel entonces un pueblito de
pescadores, cinco años más tarde, al separarse de Cozumel y Tulum, nació el
municipio de Solidaridad que daría lugar a lo que hoy conocemos como Riviera
Maya.
El entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari y el gobernador
Mario Villanueva Madrid, vieron en Solidaridad la posibilidad de hacer realidad
el sueño de crear un nuevo desarrollo turístico de dimensiones, inversión,
recaudación y reconocimiento insospechado, cuya principal diferencia con Cancún
radicaba en que la directriz no estaría a cargo del Fondo Nacional de Fomento
al Turismo (Fonatur), sino a cargo del gobierno del estado.
En un paraíso de exuberantes ceibas, manglares, helechos, caobas, pinos, chayas
y palmas chit, donde hace más de 2 mil años fue habitado por pobladores mayas,
autoridades y desarrolladores impulsaron la construcción de resorts y complejos
residenciales de lujo.
Dada la distancia entre el centro de Solidaridad y Cancún, se optó por instalar
el modelo “All Inclusive”, con el cual el turista no necesitaba salir de su
hotel por contar con transporte del aeropuerto al resort, alimentos y bebidas
todo el día, diversión, así como idílicas vistas al mar, el atardecer y la
selva. Todo en un mismo sitio sin la necesidad de salir ni pagar más.
Para 1997, había ya 3 mil 500 habitaciones, el marcado lo componían turistas
alemanes e italianos, americanos y canadienses. Pocos años después, llegaría la
inversión española a instalar su dominio en la costa quintanarroense que hoy
alcanza el 75 por ciento de la modalidad “Todo incluido”.
De acuerdo con un relato de Servado Ramírez, en 1997 nació la marca “Riviera
Maya” para promover mercadológicamente hablando a un destino con 25 kilómetros
de playas; que era cinco veces más grande que el litoral de la zona turística
de Cancún.
“Si podíamos competir con Cancún, podríamos entonces competir con el resto del
Caribe”, reconoce en una publicación local el líder empresarial, quien aclara
que, “en realidad Riviera Maya no buscaban competir por el mismo mercado,
porque la intención no era quitarle turistas a ese polo turístico”.
Flanqueada por verdes muros de selva, playas, vestigios mayas, pequeñas
ciudades y grandes hoteles, Riviera Maya actualmente acapara reflectores por su
novedad y única oferta. Mientras Cancún mantiene ocupaciones de 70 por ciento
en promedio, la Riviera Maya la supera con más de 80 por ciento.
¿Qué hacer para cambiar este esquema y que los viajeros salgan a generar
beneficio para la ciudad? Filiberto Martínez, presidente municipal de
Solidaridad, explica a Luces del Siglo: “Actividades e inversión. Actualmente
estamos extendiendo la Quinta Avenida. Cuando llegó este gobierno empezamos a
trabajar sobre la extensión de dos kilómetros más de la Quinta Avenida hacia
zonas de la avenida Colosio y otras. Inauguraremos la Quinta Avenida con casi
un kilómetro.
“El gobierno municipal invierte en modernidad, servicios, infraestructura para
que los visitantes de Playa del Carmen tengan espacio para recorrer la ciudad y
para que quienes vengan no se queden sólo en el hotel, que puedan hacer un
alimento o una actividad; que vayan, cenen y se diviertan”, expone y agrega que
se instalarán más de 100 comercios.
Tal es la rivalidad entre Cancún y Playa del Carmen, que durante el sexenio del
presidente Vicente Fox, y posteriormente con el presidente Felipe Calderón,
empresarios y funcionarios, promovieron la construcción y operación del
aeropuerto de la Riviera Maya. El proyecto fue calificado como “inviable”, en
un análisis de Acciones y Valores del grupo Banamex, al considerar que no solo
era dudosa la tasa interna de retorno del proyecto, sino que terminaría
afectando la vitalidad de Cancún, generando baja de visitantes. Amén del daño
al CIP, la afectación a la ecología y afectación a las zonas arqueológicas
aledañas.
Las opiniones. La investigadora Marisol Vanegas sostiene que Cancún y Riviera
Maya son destinos competidores aunque diferenciados y desfasados en el tiempo.
Explica que el ciclo de vida del producto Riviera Maya es similar al de Cancún
hace 10 años. Sin embargo, comenta que los mayoristas no discriminan entre uno
u otro.
“Lo mejor es que compitan, pasa como en las mejores joyerías del mundo, una
tienda está junto a otra porque eso les permite ser más competitivas. En todo
caso, Riviera Maya se ‘sube’ en la buena fama de Cancún como una de las marcas
más poderosas de la publicidad, con una tasa de recordación efectiva de 52 por
ciento”, señala.
Francisco Córdova Lira, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE)
considera que ambos destinos son competidores. “Quien viaja a Cancún se queda
en Cancún, quien viaja a Riviera Maya se queda en la Riviera Maya y quien viaja
a Tulum se queda en Tulum”.
Aunque tengan posicionamientos diferentes, son competencia, apunta, y sostiene
que Riviera Maya y Tulum son el apoyo para la oferta de Cancún.
En su opinión, ambos “deben competir mostrando sus cualidades y su
posicionamiento”. Cancún debe fortalecer sus atractivos, tales como la Zona
Hotelera pues posee buena restaurantería y centros comerciales y próximamente
podrá desarrollar atractivos, al norte de Cancún, en Costa Mujeres y Playa
Mujeres para ser un destino más natural.
“Pasará lo mismo con Tulum que ya es un destino y debe apoyarse en Riviera Maya
(…) Si somos inteligentes debemos hacer un destino con esta diferencia y que se
apoyen los unos a los otros”, añade el líder empresarial.
Antonio Cervera León, presidente de la Asociación de Inversionistas de Quintana
Roo, opina por su parte que, Cancún y Riviera Maya son productos diferentes.
Explica que mientras Riviera Maya es un concepto de selva, Cancún es
cosmopolita. “No son competencia; pero ambos deben trabajar de forma coordinada
para complementarse”. Considera que la competencia desleal entre ambos es un
tema que debe ser tratado y castigado por las autoridades.
Para el hotelero Fernando García Zalvidea, en general, la promoción de los
destinos turísticos en México se hace desarticuladamente y “cada quien va por
su lado”.
Un estudio presentado en el marco del Foro Nacional de Turismo indica que los
recursos del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) tienen su origen
en 70 por ciento del impuesto denominado Derecho de Internación (DNI), que
representó aproximadamente 135 millones de dólares en 2011.
El CPTM destina aproximadamente 26 millones de dólares a programas cooperativos
con algunos Tour Operadores Mayoristas a nivel Internacional para promover la
imagen de ambos destinos y atraer viajeros.
El turista paga 3 por ciento de Impuestos Estatal al Hospedaje (IAH); recurso
que se canaliza directamente a las arcas de los gobiernos de los estados y que,
en el mejor de los casos, será canalizado por la Secretaría Estatal de Turismo
ó la Oficina de Visitantes y Convenciones (OVC). Se calcula que en conjunto se
invierten 50 millones de dólares en mercadotecnia.
Los hoteles se responsabilizan de cobrar el IAH estatal, pero también invierten
dinero en la promoción vía “fam trips” (visitas gratis de agentes de viajes),
impresión de folletos, ferias internacionales, giras, Tianguis y convenios que
pagan a los tour operadores, el valor de estos recursos publicitarios
internacionales, tan sólo en Cancún y Riviera Maya, se estiman son del orden de
350 millones de dólares al año.
Para el empresario, propietario de la cadena Real Resorts y Best Day, todos los
recursos de promoción y publicidad, incluyendo los convenios de cooperación con
tour operadores, más del 80 por ciento del DNI, IAH e inversiones de la
iniciativa privada, suman más de 400 millones de dólares al año, monto
canalizado de forma poco eficiente y sin medición de resultados.
Ante la poca transparencia de los fideicomisos y órganos de promoción como la
OVC, y mientras cada día más comercios bajan las cortinas y prestadores de
servicios turísticos, advierten de una baja de 30 por ciento motivadas por el
modelo del “Todo Incluido”, hay otras cifras que se incrementan como las del
consumo de drogas, casas con hacinamiento, homicidio a mujeres y suicidios.
Quizá algún día, empresarios y funcionarios públicos comprendan que la unión
hace la fuerza y, sobre todo, para presumir un verdadero desarrollo turístico,
éste debe traducirse en bienestar para la ciudadanía. No vaya a ser que en el
paraíso, Caín vuelva a matar a Abel.
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