Hace treinta años, el 26 de
septiembre de 1983, el mundo se salvó de un posible desastre nuclear.
(Rusia, septiembre del 2013. BBC Mundo). En las primeras horas de la
mañana, los sistemas de alerta temprana de la Unión Soviética detectaron un
ataque con milises desde EE.UU.. Los reportes de la computadora sugerían que
varios misiles nucleares habían sido lanzados. El protocolo para el ejército
soviético habría sido tomar represalias con un ataque nuclear.
Pero el oficial de guardia
Stanislav Petrov -cuyo trabajo era registrar aparentes lanzamientos de misiles
enemigos- decidió no informar a sus superiores y en su lugar los descartó como
una falsa alarma.
Esto fue una violación de
sus tareas, una negligencia en el cumplimiento del deber. Lo más seguro habría
sido pasar la responsabilidad, referirlo a un superior.
Pero su decisión puede que
haya salvado al mundo.
"Tenía todos los datos
(para sugerir que había un ataque con misiles en curso). Si hubiera enviado mi
informe a la cadena de mando, nadie habría dicho nada en contra", explicó
al servicio ruso de la BBC, 30 años después de ese turno de noche.
Petrov -que se retiró con el
rango de teniente coronel y ahora vive en un pequeño pueblo cerca de Moscú- era
parte de un equipo bien entrenado que servía a una de las bases de alerta
temprana de la Unión Soviética, no lejos de Moscú. Su entrenamiento era
riguroso, sus instrucciones muy claras.
"No pude moverme"
Su trabajo consistía en
registrar los ataques con misiles e informar de ellos a la cúpula militar y
política soviética. En el clima político de 1983, un ataque en represalia
habría sido casi seguro.
Y, sin embargo, cuando llegó
el momento, asegura que casi se congeló en su lugar.
"La sirena aulló, pero
me senté allí durante unos segundos, mirando a la pantalla roja, grande,
retroiluminada con la palabra 'lanzamiento' brillando en ella", dice.
El sistema le decía que el
nivel de fiabilidad de dicha descripción era el "más alto". No podía
haber ninguna duda. Estados Unidos había lanzado un misil.
"Un minuto más tarde la
sirena sonó de nuevo. El segundo misil había sido lanzado. Entonces la tercera
y la cuarta y la quinta. Las computadoras cambiaron de alertas de
"lanzamiento" a "ataque con misil"", dice.
Petrov fuma cigarrillos
rusos baratos mientras narra los incidentes con los que debe haber jugado un
sinnúmero de veces en su mente.
"No había ninguna regla
sobre cuánto tiempo se nos permitía pensar antes de informar de un ataque, pero
sabíamos que cada segundo de retraso se llevaba un tiempo muy valioso. El
liderazgo militar y político de la Unión Soviética necesitaba ser informado sin
demora".
"Todo lo que tenía que
hacer era alcanzar el teléfono para llamar por la línea directa a nuestros
altos mandos, pero yo no pude moverme. Me sentí como si estuviera sentado en
una sartén caliente", nos dijo.
Aunque la naturaleza de la
alerta parecía muy clara, Petrov tenía algunas dudas.
Además de especialistas de
informática, como él, la Unión Soviética tenía otros expertos también
observando las fuerzas de misiles de EE.UU.. Un grupo de operadores de radar
por satélite le dijo que no habían registrado ningún misil.
Pero esas personas eran sólo
un servicio de apoyo. El protocolo decía, muy claramente, que la decisión tenía
que ser sobre la base de las lecturas de la computadora. Y esa decisión
correspondía a él, el oficial de guardia.
Pero lo que lo hizo
sospechoso fue lo fuerte y clara que era la alerta.
"Había 28 ó 29 niveles
de seguridad. Después de que el objetivo era identificado, tenía que pasar
todos esos "puntos de control". Yo no estaba muy seguro de que eso
fuera posible, bajo esas circunstancias", dice el oficial retirado.
Petrov llamó al oficial de
guardia en el cuartel general del ejército soviético y reportó una falla en el
sistema.
Si se equivocaba, las
primeras explosiones nucleares habrían ocurrido minutos más tarde.
"Veintitrés minutos más
tarde me di cuenta de que no había pasado nada. Si hubiera habido un ataque
real, entonces yo lo hubiera sabido. Fue un gran alivio", dice con una
sonrisa.
"Suerte que fuera
yo"
Ahora, 30 años después,
Petrov cree que las posibilidades eran 50-50. Él admite que nunca estuvo
completamente seguro de que la alerta era falsa.
Dice que era el único
oficial de su equipo que había recibido una educación civil. "Mis
compañeros eran soldados profesionales, se les enseñó a dar y obedecer órdenes",
contó.
Por lo tanto, en su opinión,
si alguien más hubiera estado en el turno, la alarma se habría lanzado.
Pocos días después, Petrov
recibió una reprimenda oficial por lo que pasó esa noche. No por lo que hizo,
sino por los errores en la bitácora.
Se mantuvo en silencio
durante 10 años. "Pensé que era una vergüenza para el ejército soviético
que nuestro sistema fallara de esa manera", dice.
Pero, tras el colapso de la
Unión Soviética, la historia llegó a los medios.
Petrov recibió varios premios
internacionales.
Pero él no piensa en sí
mismo como un héroe.
"Ese era mi
trabajo", dice. "Pero ellos tuvieron la suerte de que fuera yo el del
turno de la noche".