Chilpancingo, Gro., julio 21 del 2013
(NOTYMAS).– A sus 11 años, Natalia sintió ya lo que es el miedo en
su máxima expresión, estaba aterrada. Hace unos días concluyó su instrucción
Primaria y emocionada espera la entrada al nivel Secundaria, su niñez había
transcurrido de manera sencilla pero muy tranquila hasta la noche de este
viernes 19 de julio, cuando esa placidez se vio abruptamente interrumpida al
ser testigo de una balacera ocurrida a unos metros de donde ella y su papá,
dialogaban y cenaban luego de su acostumbrada caminata.
El
lugar, una céntrica calle ubicada entre la alameda “Granados Maldonado” -uno de
los pocos sitios de recreo que existen en Chilpancingo, capital del Estado de
Guerrero- y el encauzamiento del río Huacapa.
Poco
después de las 8:30 horas se escuchó un fuerte sonido, “pensamos que era un
choque, vi a mi papá y le pregunté ¿qué es eso?, no bien terminaba la pregunta
cuando escuché nuevamente muchos disparos y vi luces reflejadas en un edificio
con cristales que se encuentra frente al lugar donde estábamos”, relata.
Era el
reflejo de las ráfagas que tripulantes de dos automóviles realizaban desde sus
respectivos vehículos. A las 8:30 de la noche, el lugar se encontraba repleto
de personas que de repente todas gritaban “Al suelo” y arrastrándose buscaban
ponerse a salvo. Mi papá me protegió con su cuerpo y me llevó atrás de un
pequeño muro de cemento, cerca de mi estaba un muchacho que decía, ‘se van a
venir a meter aquí porque es un lugar público y van a hacer una matazón de
gente’. Yo veía a mi papá y lo único que podía decir, con desesperación y
muchas veces, era ‘vámonos de aquí’, mientras él me abrazaba con fuerza.
… después
de un prolongado silencio todos comenzaron a salir de sus casuales refugios “y
cuando íbamos a pagar el consumo escuchamos a lo lejos otros disparos mientras
todos gritaban ya vienen otra vez”. Y efectivamente, las personas a bordo de
dos automóviles nuevamente pasaron por ese lugar cruzando disparos “y corrimos
una vez más a nuestro refugio”.
El lugar
ya era un caos, agrega Javier, el papá de Nataly, “el cuerpo de mi hija
temblaba de manera incontrolable y había pánico reflejado en toda la gente”.
Fueron
otros minutos de incertidumbre que parecían no tener fin, mientras la pequeña
insistía “vámonos de aquí”.
Unas
muchachas con un niño se encerraron en un baño, un matrimonio estaba atrás de
un pequeño muro (la mujer fue presa de una crisis de nervios) y los demás
permanecían en el suelo, sin saber qué hacer. Nuevamente un largo silencio y
empezamos todos a salir, poco a poco.
Fuimos a pagar rápidamente la cena “y
salimos de ese lugar al que ya no quiero regresar”, agrega Nataly mientras un
escalofrío recorre su cuerpo y dice: Es que me acordé de todo, nada más cierro
mis ojos y veo las luces de los balazos.
El
cuerpo de mi hija no dejaba de temblar, la abracé fuertemente y salimos de ese
lugar al que hemos asistido en muchas ocasiones después de nuestras
acostumbradas caminatas que sirven para ponernos al tanto de lo que hicimos en
el día… yo también pensé que ahí terminaba todo para mí porque tenía la
esperanza de que mi cuerpo pudiera salvar la vida de mi niña, expresó Javier
aún con un poco de temor. (NOTYMAS)