Lo
primero que se pregunta quien padece diabetes es qué puedo comer y en qué
cantidad. Los especialistas indican que se debe comer por lo menos tres veces
al día, tratando de distribuir lo mejor posible los nutrientes (hidratos de
carbono, proteínas y grasas), así como nivelar el volumen de las porciones que
se ingieren.
Para entender mejor la forma en que podemos balancear la
alimentación, la Norma Oficial Mexicana
(NOM-043-SSA2-2005) para la promoción y educación para la salud en materia
alimentaria, presenta el “Plato del Bien Comer”. Se trata de la representación de un
plato (literalmente) con divisiones para que ahí se coloque al menos un
alimento de cada grupo, para cada una de las comidas diarias.
La intención es consumir la mayor variedad posible de productos,
especialmente verduras y frutas, suficientes cereales —tortilla, pan integral, pastas,
galletas, arroz o avena—, combinados con leguminosas —frijoles, lentejas, habas o
garbanzos— e ingerir pocos
alimentos de origen animal, dando preferencia a pescado y pollo, pudiendo
distribuirlos de la siguiente manera:
Hidratos de carbono (azúcares). Deben aportar de 55 a 60 por ciento de la
proporción de toda dieta normal; se deben consumir aquellos de tipo complejo
(forman parte de cereales integrales o tortilla de maíz, además de tubérculos,
granos, frijoles o chícharos), ya que éstos son ricos en almidones que, al
conformar largas cadenas de glucosa, no elevan rápidamente el azúcar sanguíneo.
Proteínas. Deben
proveer aproximadamente 15 por ciento del total de la comida, siempre que el
individuo no sufra problemas en hígado o riñones; tanto a mujeres embarazadas y
niños se les recomienda consumir mayor cantidad, pues sus requerimientos
proteínicos se ven aumentados para la eficiente regeneración de los músculos.
Para fines prácticos, una persona de 57 kilos de peso y 1.63 metros de
estatura, con composición corporal ideal (adecuado porcentaje de masa grasa), puede
ingerir porciones de carne, pollo, pescado, queso o huevo de aproximadamente 30
gramos, además de media taza de frijoles o lentejas.
Grasas. Tienen
que constituir hasta 30 por ciento de la energía total consumida por el
individuo, prefiriendo aquellas de origen vegetal. En cuanto a leche, quesos y
alimentos procesados se debe leer cuidadosamente la etiqueta del producto, con
la finalidad de elegir el que menor aporte calórico tenga.
Es importante contemplar como parte de la alimentación diaria a
la fibra, ya que retrasa la absorción de azúcares y grasas como
colesterol. Al paciente con diabetes se le recomienda consumir hasta 40 gramos
al día, lo cual se logra manteniendo alimentación adecuada, sobre todo rica en
verduras y frutas (de tres a cinco porciones al día).
El sodio no se debe exceder tres gramos al día, lo cual se logra
moderando el consumo de sal; si bien existen en el mercado diversos sustitutos
de azúcar para el consumo de personas con diabetes, deben usarse con
moderación.
En cuanto al alcohol se aconseja que el consumo de bebidas con
cierto grado alcohólico se evite o sea ocasional (tomar aproximadamente dos
copas a la semana, por ejemplo), siempre y cuando se tenga debidamente
controlado el nivel de glucosa en sangre.
En la actualidad, el consumo de azúcar y dulces en el plan
alimentario del paciente con diabetes es considerado importante no sólo por la
relación que tiene con respecto a los niveles de glucemia, sino por el aporte
de calorías que implica. Por tal motivo, se debe aprender a conocer la reacción
del organismo ante el consumo de pequeñas cantidades de distintos tipos de
postres, para lo cual es imprescindible el automonitoreo. (Agencia ID)