lunes, 19 de agosto de 2013

Tecpan de mis recuerdos…

Personas y personajes

1ra/4

Por JAO
Ojeando el Libro del LicorbelinSoberanis  “El Tecpan que me tocó vivir”. Y por una conversación que sostuve con un amigo sobre estén tema: Surgió la idea de escribir estas remembranzas que se me antojó llamarlas “Personas y Personajes  de mi  pueblo”. Hay algunas personas  que conocí y a otras a través de narraciones de mis mayores. Para esto me remontaré a aquel Tecpan que empezaba en el Corte donde vivía don Luís Gutiérrez con su familia y terminaba en la capilla. La última casa era de don Moisés Romero.

 Por otro lado limitado por el río y del lado opuesto por el inicio del cerro de la Mira (El Tepetate).

Aquel poblado hermoso, tranquilo, sano, hospitalario y bondadoso: Aquel que el Bardo Costeño Marcial Ríos Valencia, bautizara como “La Paloma Blanca”. El Tecpan de los Buchones, de la época en que todavía existía.  El Diablo.

 La Llorona loca. Los Chaneques espantaban en las casonas viejas. Salían a la media noche los muertos en el camposanto y se encontraban ollas llenas de monedas de oro en la casa de los ricos de etapas anteriores. Cuando se festejaba al Santo Patrón o San Bartolomé Apóstol, con danzas rezos y procesiones, cuando  La Topa del Toro era únicamente de tres. Tecpan, El Súchil y El Cerrito, donde mostraba la superioridad a topes el más vigoroso.

Cuando no era una orgía de alcohol, drogas y muerte. Cuando en Nochebuena nos divertíamos sanamente en los oxidados y vetustos juegos mecánicos de las “Diversiones Rosales”. La Ola de la Fortuna. Los caballitos, las sillas voladoras  y los riflitos de municiones (En años anteriores los Villegas habían construidos una ola, la cual armaban en días festivos entre el cemento del zocalito y la malla ciclónica del jardín. Se construían enramadas  de palapa donde se instalaban las cantinas que una y otra vez peleaban del lado de don Pepe Solís. Fuera del zócalo se ponían las enramadas de las fondas y se cocinaba en chimeneas  de barro que construían exprofeso, Donde se ofrecía una extensa variedad de platillos de la región, como carne de cuche con arroz Macan, tortillas hechas a mano,  pescado, langostino, carne de venado, carne de conejo, iguana en chile verde, y no podían faltar los dulces típicos arroz de leche con panocha,  dulces de coco, empanaditas de leche, marquesote y las famosas hojuelas con  miel , ponte/duro, totopos, tecoyotas y empanadas de coco.

Se identificaban plenamente los vecinos de los barrios. Los de San Bartolo. La Capilla, los del Tepetate. El Fortín. La Clavellina. El Paracatal. Los Silleros, El Corte: A Tecpan lo dividían en dos, los indios de arriba y los de abajo.

 Cuando escogían  candidatas a reina del Carnaval, siempre buscaban a una de arriba y la otra de abajo y se armaban unos pleitos de palabras que se ofendían  y se convertían en los más odiados enemigos  y sacaban a relucir los defectos, enfermedades y  pecados que habían cometido sus padres, abuelos y hasta sus bisabuelos. Las familias eran muy numerosas como los Romero, los Abarca, los Ramos, los Sánchez, la Domingada, los Serrano, los Bello, (Los Bello de arriba y los Bello de abajo).

La máxima autoridad religiosa era el padre Vivanco y las que siempre estaban metidas en la iglesia. Las Abarca (hermanas de don Tino Abarca): doña Elvira la taquera, doña Tacha Valencia, doña Mica con su hijo Felicísimo. Las Linito. Chayito la organista, las Ramos. Adriana Camacho. 

Las de siempre, en Semana Santa cubrían a los santos con un lienzo morado. Los fariseos recorrían la ribera del río y al que encontraban bañándose lo golpeaban a varazos, (que se atrevan ahora para que vean cómo  les va). No había desfile en el 23 de agosto como actualmente sucede, donde los adolescentes participan borrachos, drogados y muchos homosexuales disfrazados de mujeres y ¿Cuándo manifestó San Bartolo que eso le gustaba?. Los presidentes municipales desfilaban por las calles esquivando los excrementos humanos, de burro y la charca de los marranos.

 En fiestas patrias, la noche del 15 de septiembre después de dar el Grito de Independencia, sacaban la pistola y tiraban balazos al aire desde el palacio municipal, (Comentan que cierto Presidente le dijo a su secretaria, “Señorita cite a fulano de tal para que se presente el viernes, pero señor dígame como se escribe viernes con B grande o V chica, pero como tampoco este sabía,  muy socarronamente le contestó. Mejor cítelo para otro día  y “sanseacabó la discusión).

Dentro del programa de estas fiestas, había un espacio como tribuna libre en el cual participaba todo el ciudadano que quería, pero la mayor parte eran borrachitos que nada más tomaban el micrófono para hacerle recordatorios familiares al Presidente en turno y por consecuencia lógica los mandaban derechito a la cárcel, para que tempranito tiraran los barriles de excrementos humanos a falta de WC que no tenía la cárcel vieja ubicada en aquel entonces por donde se encuentra el viejo edificio de la prepa, cerca al mercado municipal. Antes se podía andar de noche por nuestras empedradas calles. El único riesgo era que se les apareciera el Diablo en algún callejón obscuro, y si estaban cerca del río podían encontrarse con la Llorona loca, cerca al arroyo del Juquiaqui  o en el monte, podían jugarlos los chaneques, los que solo se podían capturar (cuenta  la historia), con humo de tabaco criollo, un mecate o una baraja.

Como notarán, mi relato no sigue un orden cronológico de las épocas, ya que voy anotando estos recuerdos según llegan a mi mente o me los comentan los “viejecitos” de antes.  .


El poblado de El Cerrito era lejos al igual que El Súchil, (salvo atravesando el río), “Tenexpa” y Tetitlan, mucho más lejos. Pero  esa, esa es otra historia…Continuará 

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