Beatriz Margarita Zavariz Romero*
(Fuente: FIRA / Agronegocios en perspectiva). El tema de los organismos
genéticamente modificados (OGM) es controversial. Mientras muchos abogan por su
potencial para incrementar la productividad y reducir costos de producción,
otros los reprueban por sus riesgos ambientales.
Al respecto, al analizar la evolución en la productividad del algodón se
observa que en 1996, año cuando se comenzaron a sembrar cultivos transgénicos
en el mundo, México produjo 765 mil toneladas de algodón en 314 mil hectáreas
(sólo 896 fueron genéticamente modificadas).
De acuerdo con los avances de cosecha reportados por Sagarpa, en el
ciclo 2011/2012 se obtuvieron 733 mil toneladas de algodón a partir de 192 mil
hectáreas, de las cuales las variedades OGM representaron 83 por ciento.
Así, con sólo 61 por ciento de la superficie utilizada en 1996, durante
2011 se obtuvo una producción equivalente a 95 por ciento del año base.
A partir de 1996, la productividad se ha incrementado a una tasa de
crecimiento medio anual de 2.8 por ciento partiendo de las 2.4 toneladas por
hectárea hasta llegar a las 3.8 toneladas por hectárea. Es decir, un incremento
de 152 por ciento en 15 años.
El consumo aparente de algodón en 2011 fue de 920 mil toneladas. Así, se
podría afirmar que el déficit comercial se ubica en 27 por ciento de la
demanda. Esta cifra es relevante dado que con un rendimiento similar al de 2011
únicamente se requeriría incrementar la superficie en 50 mil hectáreas para
satisfacer la demanda interna.
Este incremento en la productividad es claramente atribuible al empleo
de variedades OGM de algodón.
La productividad promedio de Chihuahua, Baja California, Sonora y
Durango es 1.9 veces superior a la de Tamaulipas, estado en el que hasta 2011
se realizaron las primeras siembras transgénicas. Sin duda, el algodón OGM
representa beneficios para los agricultores mexicanos al significarles ahorros
tanto en fertilizantes y agroquímicos como en superficie.
Sin embargo, debemos notar también que un reciente estudio publicado por
investigadores de la UNAM y de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso
de la Biodiversidad (Conabio) se encontró que los transgenes se han dispersado
ya a las variedades silvestres de algodón mexicano. Esto podría representar una
amenaza para la biodiversidad de México.
Por lo tanto, es posible concluir que las variedades transgénicas son
benéficas para generar derramas económicas en el campo mexicano. No obstante,
quien las emplee debe cumplir responsable y cabalmente la normatividad mexicana
que regula a los transgénicos, evitando con ello daños colaterales.
* Especialista de la Subdirección de
Diseño de Programas en FIRA. La opinión es responsabilidad del autor y no
necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.
bzavariz@fira.gob.mx
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