Juan López
Las
turbulencias postelectorales que ha sufrido el PRI después de los comicios,
enmarañadas con la supuesta compra-venta de votos a través de tarjetas de
consumo Soriana, obligan a los militantes del tricolor, a los amigos de Enrique
Peña Nieto, a sus familiares y simpatizantes, a guardar cierta distancia de las
mieles del poder. Cooperar distanciándose del alegre ambiente festivo y no
celebrar la victoria como si la legitimidad electoral no hubiese sido raspada
con las denuncias en el IFE y TRIFE.
Aquí en
Acapulco está sucediendo todo lo contrario. Un Tío Incómodo de Peña Nieto anda
promoviéndose para ser titular de Conaculta. Organismo que presupuesta la
cultura en el país y es una ínsula poderosa en el festín de los intelectuales
de quincalla.
Arturo Peña
Del Mazo, arropado en una jerigonza, en la que se utiliza el nombre ilustre de
Isidro Fabela, anda hoy peregrinando apoyos y aceptación, para que el gabinete
inminente no lo deje fuera de sus favores, pues acepta que vivir fuera del
presupuesto es vivir en el error.
La aspiración
es digna de mejor causa. Arturo Peña pretende ignorar que el presidente priísta
no va a tropezar en la fatalidad del nepotismo y se atreverá a designarlo en
comisión tan honrosa,
desatendiendo a la intelectualidad nacional,
únicamente por el puro propósito de erigirlo a él, como tótem del ágora
mexicano.
Peña Nieto
tiene el compromiso de aumentar con un equipo de colaboradores idóneo, la
legitimidad que se le erosiona con las denuncias, las dudas y las sospechas de
falta de certeza comicial.
Un Tío
incómodo, que no otra cosa es Arturo Peña del Mazo,
sólo vendría a complicar, una sana distancia familiar
en los asuntos culturales del Estado y a entorpecer la transparencia del
régimen, colocando a la familia en los haberes de la nómina.
Ningún
pariente, por muy necesitado que se encuentre, vale la pena para sacrificar las
simpatías electorales de las urnas. Nunca.
PD: Nepote
viene de sobrino; no de Tío. Larousse.