Julio
Ayala Carlos/NOTYMAS
Chilapa,
Gro., octubre 15 del 2015. “Ojalá y
le hagan caso, pero… creo que está predicando en el desierto el futuro
gobernador”, me dijo el compañero de al lado, mientras este segundo devoraba un
suculento fiambre. Algunos alcaldes tienen hambre de dinero, y de poder, y dudo
que sean honestos, y humildes con la gente, y dudo que no se roben el dinero,
agregó.
Muchos como él, comían, y muchos otros, la “clase
política” de Chilapa, en referencia a ex alcaldes, ex diputados, y otros ex ediles,
así como ex funcionarios, de otros municipios que también estuvieron presentes,
ya habían terminado, y escuchaban atentos al gobernador electo del Estado,
Héctor Astudillo Flores, recomendar a los actuales presidentes municipales,
actuar con responsabilidad en el cargo, con sencillez, pero también, con
honradez.
Héctor Astudillo, también había terminado de comer.
Esperó que prácticamente todos los asistentes lo hicieran para hablar. Antes,
ya lo había hecho el alcalde de este lugar, Chilapa, Jesús Parra, quien le dio
la bienvenida, lo mismo que el edil de Tlapa, Jesús Noé Abundis, quien se
aventó un chorizote en nombre de los ediles de la Montaña. Eso sí, sudaba como
si estuviera trabajando.
Sí. En su visita a este municipio, luego de que por la
mañana estuviera en una reunión con el Grupo Aca, quien al igual que el Grupo
Cuicalli, de Chilpancingo, se apropian de la representatividad de la sociedad,
Héctor Astudillo se reunió con los alcaldes priístas de la Montaña Baja y Alta,
y a la que además asistieron, como ya dijimos, la “clase política” de los
municipios que gobiernan.
Y lo hizo, luego de que minutos antes se reuniera con los
familiares de los desaparecidos de este municipio de Chilapa, en donde quedó de
manifiesto que no son solo 50, sino más de 100, entre el 2014 y lo que va del
2015, mientras que el gobernador electo se comprometió a que a su llegada a la
gubernatura del Estado, que será en 12 días, a partir de esta fecha, se habrá
de conformar un grupo especial dentro de la Fiscalía General de la entidad,
para que se haga cargo de investigar estas desapariciones.
Héctor Astudillo pidió a los alcaldes de esta parte del Estado,
así como a los de la región de la Montaña, cumplirle a la gente, pero no solo a
los priístas que votaron por ellos, sino a todos los de su respectivo
municipio. El proceso electoral ya terminó, dijo, y ahora, hay que cumplir.
Dijo también que el problema número uno en el Estado es
el de la seguridad, la cual, agregó, si no se da, no hay paz y tranquilidad, y
en consecuencia, las inversiones y el turismo difícilmente llegan a la entidad.
Y les dijo, cómo deben de ser: honestos, responsables,
humildes y honorables, “porque el poder es pasajero”. Y agregó: si quieren
repetir, porque ya es posible la reelección, “tienen que hacer las cosas no
solo bien, sino muy bien”, y aquí fue donde les pidió no utilizar el dinero
destinado a sus municipios, para hacerse ricos.
“... creo que está predicando en el desierto”, me
martilló en el oído mi compañero de al lado, mientras daba cuenta de una pierna
de pollo que, junto con manitas de puerco “a la vinagreta” y carne deshebrada
de res, además de ensalada de verduras hervidas, adornadas con hojas de
lechuga, integraba el suculento platillo, originario de esta ciudad, el
fiambre.
Y es que, me dijo, tras salpicar mi camisa con comida,
los que hoy son alcaldes como los que ya han sido y los que sueñan con serlo,
saben que por más que se roben los recursos, de manera descarada, hasta ahora
no hay ninguno en la cárcel, ora porque las leyes de fiscalización son muy
blandas, o por la complicidad que existe entre los ladrones.
“¿A poco el que fue alcalde de Acapulco, el que fue
diputado está en la cárcel? Pues no. Y eso que dejó al municipio en la
bancarrota. Hasta parece que es el requisito que deben tener los políticos para
estar vigentes”, me dijo.
“Bueno, no es el único, aunque a lo mejor no fue cierto”,
le dijo, más en tono de broma que de cierto. Hay que probarlo, le dijo, ya
entre risas, mientras aquel ahora le hace los honores a un plato de frijoles,
luego de que exigiera un “bonche” de tortillas.
“Pero ojalá y fuera cierto”, me dice ya serio. “Ya es
hora que alguien ponga orden ante tanto desmadre. Ojalá y Astudillo meta a la
cárcel, cuando menos a un alcalde, de los tantos ladrones que hay. A lo mejor
así les da un poco de miedo, porque hay algunos que ya ni la chingan. Se llevan
todo. Son peores que ratas”, añade.
“O hay que matarlos, como hacen en otros países”, le
sugiero con la misma broma. “O hay que traer a la anaconda esa que se tragó a
un diputado en otro pais. Jajaja”.
“La corrupción somos todos”, dice otro compañero que se
mete a la plática, mientras Héctor Astudillo, en esos momentos, invitaba a los
alcaldes para que lo acompañaran, el próximo 27 de octubre, dentro de 12 días,
a su toma de protesta en el Congreso local. “Los alcaldes entran muertos de
hambre, y salen como los nuevos ricos del pueblo”, añade.
En fin. Hay que esperar, le dije, mientras en la mesa de
honor, además del gobernador electo, estaban el alcalde de Chilapa, como
anfitrión; el de Tlapa, el de Zitlala, el de Olinalá, entre otros, así como
algunos diputados locales. (NOTYMAS)
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