sábado, 26 de mayo de 2012

MANUEL ESPINO, UN PANISTA-SALINISTA


Por Renato Consuegra / *
México, D. F., mayo de 2012. A partir de 1985 Mijail Gorbachov impulsó dos políticas, una de apertura y transparencia del sistema político que desnudó a la Unión Soviética (glasnot) y la otra económica (perestroika), con la cual pretendía una reestructuración para hacer frente a la crisis, pues estaban sumidos en la corrupción y el atraso.

El monstruo soviético cayó el 25 de diciembre de 1991, día en que Gorbachov renunció a su cargo y se produjo la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y su integración al capitalismo mundial.

En 1989 cayó el Muro de Berlín y con él la división alemana.

Un año más tarde, Lech Walesa y su partido Solidaridad, surgido a partir de la lucha sindical, asumieron la presidencia de Polonia para convertirla al capitalismo.

En México la izquierda dejó de serlo, cuando en 1988 Heberto Castillo rindió las naves, para favorecer la oportunidad de un cambio de régimen. 

II.- El crecimiento y poderío de una nueva clase política al interior del PRI —los tecnócratas que llegaron arrasando— propició la salida de pequeñas células que buscaron espacios de supervivencia en otros proyectos políticos. La más conocida fue la de la Corriente Democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Rodolfo González Guevara, entre los principales.

En 1989 surgió el PRD compuesto mayoritariamente por una clase política ex priísta, algunas figuras de la izquierda de los años 60 y 70 y cientos de liderazgos sociales— urbanos mayoritariamente— que encabezaban a vendedores ambulantes, invasores de predios y aspirantes a políticos sin padrinazgos.

Dentro del PRI quedaron, tratando de formar un contrapeso desde sus posiciones y controles regionales, los grupos comandados por Luis Echeverría y Carlos Hank González, sobre todo.

III.- En los años 80 cientos de empresarios, se unieron al PAN, entre ellos Manuel J. Clouthier, Francisco Barrio, Ernesto Ruffo Appel, Vicente Fox y otros que formaron un poderoso grupo junto con Diego Fernández de Cevallos y Carlos Castillo Peraza.

Estos fueron un grupo de presión considerable al gobierno en turno, que comenzó a negociar con ellos frente a las secuelas de la maltratada economía mexicana que tuvo en aquellos años su principal crisis, cuando en lugar de administrar la abundancia, José López Portillo dejó un país en bancarrota. 

Al Interior del PAN se formaron dos grupos que dejaron atrás a un tercero: el de los foristas (Foro Democrático y Doctrinario) compuesto entre otros por Bernardo Bátiz, Pablo Emilio Madero, José González Torres y Jesús González Schmal, quienes decidieron salir del PAN en 1992 y algunos integrarse al recién nacido PRD. 

Salvo Clouthier, el resto del grupo de neopanistas decidió sumarse al gobierno de Carlos Salinas bajo el presupuesto de “legitimación en ejercicio” y, así alcanzaron el poder gracias a las negociaciones con el presidente cuestionado, acciones conocidas como concertaciones, mediante las cuales lograron varias gubernaturas, mientras que los doctrinarios, es decir, los panistas puros intentaban recuperar terreno.

IV.- A los partidos en México les ocurrió lo que a la Unión Soviética: sus crisis y luchas intestinas los llevaron a romper los viejos cánones y en aras de la supervivencia, a perder su identidad e ideología. A los priístas les cambiaron el nacionalismo revolucionario por el liberalismo social; los panistas se convirtieron en pragmáticos receptores de prebendas gubernamentales para compartir el poder y a los perredistas se les olvidó que serían un referente para la izquierda.

Hoy los institutos políticos sólo son un referente, vamos pues, un lugar desde el cual competir porque no existe en la ley electoral, aún, otra forma de hacerlo. Son sólo una especie de cascarón. Si queremos saber quiénes gobiernan al país, deberemos comenzar a identificar a los grupos de interés que coexisten de manera transversal en los diferentes partidos porque hoy vemos que hasta perredistas se convirtieron al priísmo.

Por esto mismo, no deben sorprender las alianzas de Manuel Espino con Peña Nieto,  por referirnos a las más polémicas de los últimos meses. Finalmente Espino es del mismo equipo de panistas-salinistas que fueron alejados del poder por Calderón, y que junto con Vicente Fox han hecho campaña anti-Josefina y pro-Peña.


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(*) Esta columna fue publicada en los diarios El Economista, La Crónica, Rumbo de México y La Crisis entre 1997 y 2006. Hoy regresa en el portal La Otra Opinión de Ricardo Alemán (http://www.ricardoaleman.com.mx), inicialmente lunes y miércoles. Renato Consuegra es ganador del Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí y director de Difunet y Campus México.

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