Reportaje
Hermanos y rivales. Cancún y Riviera Maya nacieron de la misma semilla y pelean por el jugoso banquete de las reservaciones y las propinas
Cancún, Qna. Roo., septiembre de 2012
Por Isela Serrano / Luces del Siglo
En cuanto una pareja de recién casados toma asiento en una salita roja del lobby, un amable empleado pregunta “¿Qué tal su vuelo?” La pareja cuenta que no tuvieron contratiempos. Viajaron desde Nueva Orleans en el que es su primer vuelo a México.
Luego de la cálida bienvenida y de explicarles los pormenores del paquete vacacional, el empleado les muestra el catálogo de tours y actividades recreativas y les recomienda no contratar paquetes no confiables. “Si van a Playa del Carmen, tengan cuidado. Riviera es un destino joven pero no cuenta con la calidad de Cancún. Nuestra cadena no se responsabiliza de la entera satisfacción de su experiencia. Les sugerimos adquirir los paquetes con nuestra compañía y eviten riesgos”.
Ante la cara de asombro, el empleado pregunta si fueron abordados por alguien en el aeropuerto que intentara ofrecerles promociones especiales para tours acuáticos y paquetes arqueológicos. “Sí”, responden, contrariados y relatan que les preguntaron si contaban con transportación. Inmediatamente después, el empleado señala “’son ellos’. Tengan cuidado”. La esposa comenta: “es bueno saberlo. Gracias”.
El mensaje se reproduce decenas, centenas y quizá miles de veces en distintas formas y estilos pero siempre apunta a la rivalidad entre dos hermanos: Cancún y Riviera Maya.
Diariamente, afuera del aeropuerto Internacional de Cancún, lujosos autobuses contratados por diferentes agencias de viaje, transportan a visitantes extranjeros hacia diversos desarrollos instalados desde Playa del Carmen hasta Tulum.
Al interior de los hoteles, turistas comentan que la sugerencia principal es que, por motivos de seguridad, no abandonen el inmueble, o deben hacerlo bajo su propio riesgo, ya que el hotel se deslinda. Cuando en grupo, los turistas salen salir a pasear y contratan tours a Xel-Há, Xcaret, Tulum, Chichén Itzá y la Quintana Avenida, en Playa del Carmen.
En el trayecto y la estancia, chóferes, animadores y meseros suelen comentar que Cancún tuvo, sí, mucho éxito pero le ha faltado renovarse, y felicitan a los turistas por haber optado por Riviera Maya que se mantiene a la vanguardia en calidad y hospitalidad.
Dadas las distancias entre uno y otro destino –aproximadamente a 40 minutos de trayecto en auto–, resulta costoso viajar en taxi y hacerlo en autobús, generalmente es complicado porque hay turistas que deben sortear la insistente recomendación de no salir, además, los viajeros deberán caminar para llegar a la carretera, ya que el servicio no está incluido.
La competencia principal de Cancún no es Cuba ni los destinos del Caribe, sino Riviera Maya que, con una concepción más moderna, brinda lo que en su momento ofreció Cancún: exclusividad y variedad.
Sin embargo, el tema de los celos, la envidia y rivalidad entre ambos genera polémica y casi todos los actores empresariales y políticos, en declaraciones políticamente correctas, consideran que Cancún y Riviera Maya, son productos complementarios.
La furia excepcional. En 1988, el huracán “Gilberto” destruyó la infraestructura turística de Cancún. Además de provocar angustia entre la población por la magnitud del desastre, que incluyó inundaciones, el corte al suministro eléctrico y una total parálisis de la única actividad económica de la zona; las líneas aéreas se marcharon, ya que no estuvieron dispuestas a esperar la recuperación del boyante centro vacacional que tan jugosos dividendos les había generado.
Cancún se quedó vacío. Las cadenas de televisión y periódicos daban cuenta de lo que algunos llamaron “su desaparición”. Temerosos de que los turistas no regresaran, los hoteleros optaron por medidas como bajar las tarifas, situación que provocaría que no volvieran a recuperar el exclusivo nivel de viajeros que habían obtenido durante las primeras décadas.
Habitaciones de 200 ó 300 dólares llegaron a cotizarse hasta en 60 dólares. Muchos decidieron aprovechar las gangas para conocer Cancún y esta ciudad no volvió a ser visitada por la elite.
Un par de años antes del huracán, el buen posicionamiento de la marca Cancún hizo creer a los empresarios que no era necesario invertir en promoción turística, y ese año en particular, en 1988, optaron por colocar un freno de mano al gasto en campañas de promoción en el extranjero.
Aunque ya existía Playa del Carmen, que era en aquel entonces un pueblito de pescadores, cinco años más tarde, al separarse de Cozumel y Tulum, nació el municipio de Solidaridad que daría lugar a lo que hoy conocemos como Riviera Maya.
El entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari y el gobernador Mario Villanueva Madrid, vieron en Solidaridad la posibilidad de hacer realidad el sueño de crear un nuevo desarrollo turístico de dimensiones, inversión, recaudación y reconocimiento insospechado, cuya principal diferencia con Cancún radicaba en que la directriz no estaría a cargo del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), sino a cargo del gobierno del estado.
En un paraíso de exuberantes ceibas, manglares, helechos, caobas, pinos, chayas y palmas chit, donde hace más de 2 mil años fue habitado por pobladores mayas, autoridades y desarrolladores impulsaron la construcción de resorts y complejos residenciales de lujo.
Dada la distancia entre el centro de Solidaridad y Cancún, se optó por instalar el modelo “All Inclusive”, con el cual el turista no necesitaba salir de su hotel por contar con transporte del aeropuerto al resort, alimentos y bebidas todo el día, diversión, así como idílicas vistas al mar, el atardecer y la selva. Todo en un mismo sitio sin la necesidad de salir ni pagar más.
Para 1997, había ya 3 mil 500 habitaciones, el marcado lo componían turistas alemanes e italianos, americanos y canadienses. Pocos años después, llegaría la inversión española a instalar su dominio en la costa quintanarroense que hoy alcanza el 75 por ciento de la modalidad “Todo incluido”.
De acuerdo con un relato de Servado Ramírez, en 1997 nació la marca “Riviera Maya” para promover mercadológicamente hablando a un destino con 25 kilómetros de playas; que era cinco veces más grande que el litoral de la zona turística de Cancún.
“Si podíamos competir con Cancún, podríamos entonces competir con el resto del Caribe”, reconoce en una publicación local el líder empresarial, quien aclara que, “en realidad Riviera Maya no buscaban competir por el mismo mercado, porque la intención no era quitarle turistas a ese polo turístico”.
Flanqueada por verdes muros de selva, playas, vestigios mayas, pequeñas ciudades y grandes hoteles, Riviera Maya actualmente acapara reflectores por su novedad y única oferta. Mientras Cancún mantiene ocupaciones de 70 por ciento en promedio, la Riviera Maya la supera con más de 80 por ciento.
¿Qué hacer para cambiar este esquema y que los viajeros salgan a generar beneficio para la ciudad? Filiberto Martínez, presidente municipal de Solidaridad, explica a Luces del Siglo: “Actividades e inversión. Actualmente estamos extendiendo la Quinta Avenida. Cuando llegó este gobierno empezamos a trabajar sobre la extensión de dos kilómetros más de la Quinta Avenida hacia zonas de la avenida Colosio y otras. Inauguraremos la Quinta Avenida con casi un kilómetro.
“El gobierno municipal invierte en modernidad, servicios, infraestructura para que los visitantes de Playa del Carmen tengan espacio para recorrer la ciudad y para que quienes vengan no se queden sólo en el hotel, que puedan hacer un alimento o una actividad; que vayan, cenen y se diviertan”, expone y agrega que se instalarán más de 100 comercios.
Tal es la rivalidad entre Cancún y Playa del Carmen, que durante el sexenio del presidente Vicente Fox, y posteriormente con el presidente Felipe Calderón, empresarios y funcionarios, promovieron la construcción y operación del aeropuerto de la Riviera Maya. El proyecto fue calificado como “inviable”, en un análisis de Acciones y Valores del grupo Banamex, al considerar que no solo era dudosa la tasa interna de retorno del proyecto, sino que terminaría afectando la vitalidad de Cancún, generando baja de visitantes. Amén del daño al CIP, la afectación a la ecología y afectación a las zonas arqueológicas aledañas.
Las opiniones. La investigadora Marisol Vanegas sostiene que Cancún y Riviera Maya son destinos competidores aunque diferenciados y desfasados en el tiempo. Explica que el ciclo de vida del producto Riviera Maya es similar al de Cancún hace 10 años. Sin embargo, comenta que los mayoristas no discriminan entre uno u otro.
“Lo mejor es que compitan, pasa como en las mejores joyerías del mundo, una tienda está junto a otra porque eso les permite ser más competitivas. En todo caso, Riviera Maya se ‘sube’ en la buena fama de Cancún como una de las marcas más poderosas de la publicidad, con una tasa de recordación efectiva de 52 por ciento”, señala.
Francisco Córdova Lira, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) considera que ambos destinos son competidores. “Quien viaja a Cancún se queda en Cancún, quien viaja a Riviera Maya se queda en la Riviera Maya y quien viaja a Tulum se queda en Tulum”.
Aunque tengan posicionamientos diferentes, son competencia, apunta, y sostiene que Riviera Maya y Tulum son el apoyo para la oferta de Cancún.
En su opinión, ambos “deben competir mostrando sus cualidades y su posicionamiento”. Cancún debe fortalecer sus atractivos, tales como la Zona Hotelera pues posee buena restaurantería y centros comerciales y próximamente podrá desarrollar atractivos, al norte de Cancún, en Costa Mujeres y Playa Mujeres para ser un destino más natural.
“Pasará lo mismo con Tulum que ya es un destino y debe apoyarse en Riviera Maya (…) Si somos inteligentes debemos hacer un destino con esta diferencia y que se apoyen los unos a los otros”, añade el líder empresarial.
Antonio Cervera León, presidente de la Asociación de Inversionistas de Quintana Roo, opina por su parte que, Cancún y Riviera Maya son productos diferentes. Explica que mientras Riviera Maya es un concepto de selva, Cancún es cosmopolita. “No son competencia; pero ambos deben trabajar de forma coordinada para complementarse”. Considera que la competencia desleal entre ambos es un tema que debe ser tratado y castigado por las autoridades.
Para el hotelero Fernando García Zalvidea, en general, la promoción de los destinos turísticos en México se hace desarticuladamente y “cada quien va por su lado”.
Un estudio presentado en el marco del Foro Nacional de Turismo indica que los recursos del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) tienen su origen en 70 por ciento del impuesto denominado Derecho de Internación (DNI), que representó aproximadamente 135 millones de dólares en 2011.
El CPTM destina aproximadamente 26 millones de dólares a programas cooperativos con algunos Tour Operadores Mayoristas a nivel Internacional para promover la imagen de ambos destinos y atraer viajeros.
El turista paga 3 por ciento de Impuestos Estatal al Hospedaje (IAH); recurso que se canaliza directamente a las arcas de los gobiernos de los estados y que, en el mejor de los casos, será canalizado por la Secretaría Estatal de Turismo ó la Oficina de Visitantes y Convenciones (OVC). Se calcula que en conjunto se invierten 50 millones de dólares en mercadotecnia.
Los hoteles se responsabilizan de cobrar el IAH estatal, pero también invierten dinero en la promoción vía “fam trips” (visitas gratis de agentes de viajes), impresión de folletos, ferias internacionales, giras, Tianguis y convenios que pagan a los tour operadores, el valor de estos recursos publicitarios internacionales, tan sólo en Cancún y Riviera Maya, se estiman son del orden de 350 millones de dólares al año.
Para el empresario, propietario de la cadena Real Resorts y Best Day, todos los recursos de promoción y publicidad, incluyendo los convenios de cooperación con tour operadores, más del 80 por ciento del DNI, IAH e inversiones de la iniciativa privada, suman más de 400 millones de dólares al año, monto canalizado de forma poco eficiente y sin medición de resultados.
Ante la poca transparencia de los fideicomisos y órganos de promoción como la OVC, y mientras cada día más comercios bajan las cortinas y prestadores de servicios turísticos, advierten de una baja de 30 por ciento motivadas por el modelo del “Todo Incluido”, hay otras cifras que se incrementan como las del consumo de drogas, casas con hacinamiento, homicidio a mujeres y suicidios.
Quizá algún día, empresarios y funcionarios públicos comprendan que la unión hace la fuerza y, sobre todo, para presumir un verdadero desarrollo turístico, éste debe traducirse en bienestar para la ciudadanía. No vaya a ser que en el paraíso, Caín vuelva a matar a Abel.
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En cuanto una pareja de recién casados toma asiento en una salita roja del lobby, un amable empleado pregunta “¿Qué tal su vuelo?” La pareja cuenta que no tuvieron contratiempos. Viajaron desde Nueva Orleans en el que es su primer vuelo a México.
Luego de la cálida bienvenida y de explicarles los pormenores del paquete vacacional, el empleado les muestra el catálogo de tours y actividades recreativas y les recomienda no contratar paquetes no confiables. “Si van a Playa del Carmen, tengan cuidado. Riviera es un destino joven pero no cuenta con la calidad de Cancún. Nuestra cadena no se responsabiliza de la entera satisfacción de su experiencia. Les sugerimos adquirir los paquetes con nuestra compañía y eviten riesgos”.
Ante la cara de asombro, el empleado pregunta si fueron abordados por alguien en el aeropuerto que intentara ofrecerles promociones especiales para tours acuáticos y paquetes arqueológicos. “Sí”, responden, contrariados y relatan que les preguntaron si contaban con transportación. Inmediatamente después, el empleado señala “’son ellos’. Tengan cuidado”. La esposa comenta: “es bueno saberlo. Gracias”.
El mensaje se reproduce decenas, centenas y quizá miles de veces en distintas formas y estilos pero siempre apunta a la rivalidad entre dos hermanos: Cancún y Riviera Maya.
Diariamente, afuera del aeropuerto Internacional de Cancún, lujosos autobuses contratados por diferentes agencias de viaje, transportan a visitantes extranjeros hacia diversos desarrollos instalados desde Playa del Carmen hasta Tulum.
Al interior de los hoteles, turistas comentan que la sugerencia principal es que, por motivos de seguridad, no abandonen el inmueble, o deben hacerlo bajo su propio riesgo, ya que el hotel se deslinda. Cuando en grupo, los turistas salen salir a pasear y contratan tours a Xel-Há, Xcaret, Tulum, Chichén Itzá y la Quintana Avenida, en Playa del Carmen.
En el trayecto y la estancia, chóferes, animadores y meseros suelen comentar que Cancún tuvo, sí, mucho éxito pero le ha faltado renovarse, y felicitan a los turistas por haber optado por Riviera Maya que se mantiene a la vanguardia en calidad y hospitalidad.
Dadas las distancias entre uno y otro destino –aproximadamente a 40 minutos de trayecto en auto–, resulta costoso viajar en taxi y hacerlo en autobús, generalmente es complicado porque hay turistas que deben sortear la insistente recomendación de no salir, además, los viajeros deberán caminar para llegar a la carretera, ya que el servicio no está incluido.
La competencia principal de Cancún no es Cuba ni los destinos del Caribe, sino Riviera Maya que, con una concepción más moderna, brinda lo que en su momento ofreció Cancún: exclusividad y variedad.
Sin embargo, el tema de los celos, la envidia y rivalidad entre ambos genera polémica y casi todos los actores empresariales y políticos, en declaraciones políticamente correctas, consideran que Cancún y Riviera Maya, son productos complementarios.
La furia excepcional. En 1988, el huracán “Gilberto” destruyó la infraestructura turística de Cancún. Además de provocar angustia entre la población por la magnitud del desastre, que incluyó inundaciones, el corte al suministro eléctrico y una total parálisis de la única actividad económica de la zona; las líneas aéreas se marcharon, ya que no estuvieron dispuestas a esperar la recuperación del boyante centro vacacional que tan jugosos dividendos les había generado.
Cancún se quedó vacío. Las cadenas de televisión y periódicos daban cuenta de lo que algunos llamaron “su desaparición”. Temerosos de que los turistas no regresaran, los hoteleros optaron por medidas como bajar las tarifas, situación que provocaría que no volvieran a recuperar el exclusivo nivel de viajeros que habían obtenido durante las primeras décadas.
Habitaciones de 200 ó 300 dólares llegaron a cotizarse hasta en 60 dólares. Muchos decidieron aprovechar las gangas para conocer Cancún y esta ciudad no volvió a ser visitada por la elite.
Un par de años antes del huracán, el buen posicionamiento de la marca Cancún hizo creer a los empresarios que no era necesario invertir en promoción turística, y ese año en particular, en 1988, optaron por colocar un freno de mano al gasto en campañas de promoción en el extranjero.
Aunque ya existía Playa del Carmen, que era en aquel entonces un pueblito de pescadores, cinco años más tarde, al separarse de Cozumel y Tulum, nació el municipio de Solidaridad que daría lugar a lo que hoy conocemos como Riviera Maya.
El entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari y el gobernador Mario Villanueva Madrid, vieron en Solidaridad la posibilidad de hacer realidad el sueño de crear un nuevo desarrollo turístico de dimensiones, inversión, recaudación y reconocimiento insospechado, cuya principal diferencia con Cancún radicaba en que la directriz no estaría a cargo del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), sino a cargo del gobierno del estado.
En un paraíso de exuberantes ceibas, manglares, helechos, caobas, pinos, chayas y palmas chit, donde hace más de 2 mil años fue habitado por pobladores mayas, autoridades y desarrolladores impulsaron la construcción de resorts y complejos residenciales de lujo.
Dada la distancia entre el centro de Solidaridad y Cancún, se optó por instalar el modelo “All Inclusive”, con el cual el turista no necesitaba salir de su hotel por contar con transporte del aeropuerto al resort, alimentos y bebidas todo el día, diversión, así como idílicas vistas al mar, el atardecer y la selva. Todo en un mismo sitio sin la necesidad de salir ni pagar más.
Para 1997, había ya 3 mil 500 habitaciones, el marcado lo componían turistas alemanes e italianos, americanos y canadienses. Pocos años después, llegaría la inversión española a instalar su dominio en la costa quintanarroense que hoy alcanza el 75 por ciento de la modalidad “Todo incluido”.
De acuerdo con un relato de Servado Ramírez, en 1997 nació la marca “Riviera Maya” para promover mercadológicamente hablando a un destino con 25 kilómetros de playas; que era cinco veces más grande que el litoral de la zona turística de Cancún.
“Si podíamos competir con Cancún, podríamos entonces competir con el resto del Caribe”, reconoce en una publicación local el líder empresarial, quien aclara que, “en realidad Riviera Maya no buscaban competir por el mismo mercado, porque la intención no era quitarle turistas a ese polo turístico”.
Flanqueada por verdes muros de selva, playas, vestigios mayas, pequeñas ciudades y grandes hoteles, Riviera Maya actualmente acapara reflectores por su novedad y única oferta. Mientras Cancún mantiene ocupaciones de 70 por ciento en promedio, la Riviera Maya la supera con más de 80 por ciento.
¿Qué hacer para cambiar este esquema y que los viajeros salgan a generar beneficio para la ciudad? Filiberto Martínez, presidente municipal de Solidaridad, explica a Luces del Siglo: “Actividades e inversión. Actualmente estamos extendiendo la Quinta Avenida. Cuando llegó este gobierno empezamos a trabajar sobre la extensión de dos kilómetros más de la Quinta Avenida hacia zonas de la avenida Colosio y otras. Inauguraremos la Quinta Avenida con casi un kilómetro.
“El gobierno municipal invierte en modernidad, servicios, infraestructura para que los visitantes de Playa del Carmen tengan espacio para recorrer la ciudad y para que quienes vengan no se queden sólo en el hotel, que puedan hacer un alimento o una actividad; que vayan, cenen y se diviertan”, expone y agrega que se instalarán más de 100 comercios.
Tal es la rivalidad entre Cancún y Playa del Carmen, que durante el sexenio del presidente Vicente Fox, y posteriormente con el presidente Felipe Calderón, empresarios y funcionarios, promovieron la construcción y operación del aeropuerto de la Riviera Maya. El proyecto fue calificado como “inviable”, en un análisis de Acciones y Valores del grupo Banamex, al considerar que no solo era dudosa la tasa interna de retorno del proyecto, sino que terminaría afectando la vitalidad de Cancún, generando baja de visitantes. Amén del daño al CIP, la afectación a la ecología y afectación a las zonas arqueológicas aledañas.
Las opiniones. La investigadora Marisol Vanegas sostiene que Cancún y Riviera Maya son destinos competidores aunque diferenciados y desfasados en el tiempo. Explica que el ciclo de vida del producto Riviera Maya es similar al de Cancún hace 10 años. Sin embargo, comenta que los mayoristas no discriminan entre uno u otro.
“Lo mejor es que compitan, pasa como en las mejores joyerías del mundo, una tienda está junto a otra porque eso les permite ser más competitivas. En todo caso, Riviera Maya se ‘sube’ en la buena fama de Cancún como una de las marcas más poderosas de la publicidad, con una tasa de recordación efectiva de 52 por ciento”, señala.
Francisco Córdova Lira, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) considera que ambos destinos son competidores. “Quien viaja a Cancún se queda en Cancún, quien viaja a Riviera Maya se queda en la Riviera Maya y quien viaja a Tulum se queda en Tulum”.
Aunque tengan posicionamientos diferentes, son competencia, apunta, y sostiene que Riviera Maya y Tulum son el apoyo para la oferta de Cancún.
En su opinión, ambos “deben competir mostrando sus cualidades y su posicionamiento”. Cancún debe fortalecer sus atractivos, tales como la Zona Hotelera pues posee buena restaurantería y centros comerciales y próximamente podrá desarrollar atractivos, al norte de Cancún, en Costa Mujeres y Playa Mujeres para ser un destino más natural.
“Pasará lo mismo con Tulum que ya es un destino y debe apoyarse en Riviera Maya (…) Si somos inteligentes debemos hacer un destino con esta diferencia y que se apoyen los unos a los otros”, añade el líder empresarial.
Antonio Cervera León, presidente de la Asociación de Inversionistas de Quintana Roo, opina por su parte que, Cancún y Riviera Maya son productos diferentes. Explica que mientras Riviera Maya es un concepto de selva, Cancún es cosmopolita. “No son competencia; pero ambos deben trabajar de forma coordinada para complementarse”. Considera que la competencia desleal entre ambos es un tema que debe ser tratado y castigado por las autoridades.
Para el hotelero Fernando García Zalvidea, en general, la promoción de los destinos turísticos en México se hace desarticuladamente y “cada quien va por su lado”.
Un estudio presentado en el marco del Foro Nacional de Turismo indica que los recursos del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) tienen su origen en 70 por ciento del impuesto denominado Derecho de Internación (DNI), que representó aproximadamente 135 millones de dólares en 2011.
El CPTM destina aproximadamente 26 millones de dólares a programas cooperativos con algunos Tour Operadores Mayoristas a nivel Internacional para promover la imagen de ambos destinos y atraer viajeros.
El turista paga 3 por ciento de Impuestos Estatal al Hospedaje (IAH); recurso que se canaliza directamente a las arcas de los gobiernos de los estados y que, en el mejor de los casos, será canalizado por la Secretaría Estatal de Turismo ó la Oficina de Visitantes y Convenciones (OVC). Se calcula que en conjunto se invierten 50 millones de dólares en mercadotecnia.
Los hoteles se responsabilizan de cobrar el IAH estatal, pero también invierten dinero en la promoción vía “fam trips” (visitas gratis de agentes de viajes), impresión de folletos, ferias internacionales, giras, Tianguis y convenios que pagan a los tour operadores, el valor de estos recursos publicitarios internacionales, tan sólo en Cancún y Riviera Maya, se estiman son del orden de 350 millones de dólares al año.
Para el empresario, propietario de la cadena Real Resorts y Best Day, todos los recursos de promoción y publicidad, incluyendo los convenios de cooperación con tour operadores, más del 80 por ciento del DNI, IAH e inversiones de la iniciativa privada, suman más de 400 millones de dólares al año, monto canalizado de forma poco eficiente y sin medición de resultados.
Ante la poca transparencia de los fideicomisos y órganos de promoción como la OVC, y mientras cada día más comercios bajan las cortinas y prestadores de servicios turísticos, advierten de una baja de 30 por ciento motivadas por el modelo del “Todo Incluido”, hay otras cifras que se incrementan como las del consumo de drogas, casas con hacinamiento, homicidio a mujeres y suicidios.
Quizá algún día, empresarios y funcionarios públicos comprendan que la unión hace la fuerza y, sobre todo, para presumir un verdadero desarrollo turístico, éste debe traducirse en bienestar para la ciudadanía. No vaya a ser que en el paraíso, Caín vuelva a matar a Abel.
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