Permite conocer el interior de las pirámides sin tener de excavar
Hidalgo. México. Abril
del 2012.
(Revista Protocolo).
En la Zona Arqueológica Pañhú, en Tecozautla, Hidalgo, donde especialistas del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) investigan y
consolidan algunas estructuras prehispánicas, geofísicos de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) colaboran en la aplicación de un nuevo tipo
de exploración que permite conocer el estado interior de las mismas sin tener
que excavar: la tomografía eléctrica de resistividad.
La implementación de
este método de prospección geofísica para el estudio minucioso de edificaciones
antiguas —en este caso de dos que tienen una antigüedad de más de mil 300 y mil
500 años, aproximadamente—, podría formar parte de una nueva rama que
preliminarmente los especialistas han denominado como “arqueogeofísica”, un
área en ciernes en nuestro país, comentó el investigador Andrés Tejero Andrade,
integrante del equipo de expertos universitarios.
“Las técnicas
geofísicas aplicadas al ámbito arqueológico han tenido un importante empuje en
los últimos años, por ejemplo, para la exploración de pirámides egipcias se ha
utilizado frecuentemente el radar de penetración terrestre, así como la
tomografía eléctrica, pero distinta a la usada por nosotros en el Instituto de
Geofísica (IGf).”
En México, sin
embargo, estos procedimientos, y en particular la tomografía eléctrica de
resistividad en 3D, no ha sido explotada en todo su potencial por la
arqueología, pese a comprobar su eficacia en otros proyectos, entre ellos, para
la localización de túneles de la época colonial en los alrededores de la
Catedral de Morelia o para determinar las causas de los grandes socavones
registrados en 2007 y 2010, en la ciudad de Guatemala.
Pañhú es un sitio de
la denominada tradición cultural xajay, que se desarrolló durante cinco siglos
en varias de las mesetas de los actuales estados de Hidalgo y Querétaro. Tuvo
una primera ocupación entre 450-650 d.C., en el periodo Clásico, y otra hacia
650-950 d.C., durante el Epiclásico.
Un grupo de
científicos de la máxima casa de estudios apoya actualmente al Proyecto
Especial Pañhú, del INAH, a cargo del doctor Fernando López Aguilar, mediante
la ejecución de una línea de geofísica somera (profundidades menores de ocho
metros), para conocer el interior de las estructuras sin necesidad de realizar
excavación.
El equipo de
geofísicos, conformado por Gerardo Cifuentes Nava, René Chávez Segura, Esteban
Hernández Quintero y Andrés Tejero, colocó dispositivos galvánicos alrededor de
la pirámide principal —que data del periodo Epiclásico y mide 17 m por lado—,
la cual contiene otra estructura menor, edificada en una etapa anterior y que
corresponde con la primera ocupación de Pañhú. Los electrodos o barras de cobre
también fueron dispuestos en las inmediaciones del Tecpan, un edificio de 15 x
15 m. Las labores se efectúan bajo la supervisión del INAH.
A una profundidad de
40 centímetros, se enterraron cerca de 50 electrodos, que al recibir una
corriente eléctrica, permiten obtener información sobre la profundidad y el
ángulo lateral, a partir de lo cual se define el parámetro anómalo de
resistividad (resistencia eléctrica específica de un material) aparente del
terreno.
Al respecto, Gerardo
Cifuentes, secretario técnico del IGf, explicó que la determinación de las
resistividades verdaderas en el subsuelo se realiza mediante programas
computacionales, que muestran en color la distribución de los niveles en el
subsuelo, lo que permite la localización de estructuras de interés.
En el caso de la
pirámide principal de Pañhú, se identificó un material de relleno en su esquina
norte, que por su mismo peso, ocasiona un deslizamiento de la misma hacia esa
zona. Por el momento, los arqueólogos apuntalaron ese espacio, pero falta
definir las medidas para corregir dicha falla y así garantizar la seguridad del
futuro visitante.
El uso de la
tomografía eléctrica de resistividad también confirmó una hipótesis del
proyecto arqueológico, a cargo del doctor Fernando López Aguilar. De acuerdo
con la observación del equipo del INAH, probablemente, alrededor de 650 d.C. se
excavó al interior de la pirámide principal en busca de la ofrenda fundacional
del sitio, que estuvo colocada en la estructura del periodo Clásico, acto con
el que se desacralizó este espacio.
“Indudablemente la
pirámide fue saqueada en tiempos prehispánicos, pues al centro, del lado oeste,
se observa una anomalía en los elementos constructivos. Se excavó, tal vez con
el propósito de recuperar esa ofrenda, y después se rellenó, como lo marca la
diferencia de materiales. Por otra parte, la sección este del edificio se
encuentra estable”, señalaron los científicos de la UNAM.
En opinión de los
geofísicos, la colaboración con el Proyecto Especial Pañhú ha resultado
positiva, porque este método (la tomografía eléctrica de resistividad) permite
conocer el subsuelo sin dañar el edificio prehispánico, “lo cual es único en el
mundo, debido a que el proceso en 3D se ha establecido de manera tradicional,
es decir, colocando líneas para campo abierto, equidistantes unas de otras.
“Hasta el momento, incluso
a nivel mundial, no se ha hecho un estudio de esta naturaleza; se ha efectuado
con radar de penetración terrestre, pero hay una serie de factores que impiden
ver el interior de las estructuras con esta herramienta. Lo que nosotros (el
equipo del IGf) proponemos, es observar el cuerpo de la pirámide por niveles,
en todo su volumen, y después integrar esa información en una sola tomografía,
y Pañhú está aportando eso”, expresó René Chávez Segura.
Uno de los resultados
de esta iniciativa, tras la toma de medidas y el procesamiento de datos, a
partir del cual se creó un modelo conceptual del área, fue la realización de
una cartografía de la zona arqueológica en que se reflejan las áreas anómalas
relacionadas con las edificaciones estudiadas. El apoyo al proyecto Pañhú del
INAH, continuará a mediados de este mes, con el análisis de la plaza central y
la estructura al sur del sitio.