Por José Martínez *
México, D. F., febrero de 2012. La siguiente podría ser una
trama de película: sexo, drogas y política. Los personajes: un gobernador, un
ex gobernador, diputados y una “selecta clientela” de una cadena de
prostitución. La escenografía podría comenzar por Quintana Roo y extenderse
hasta el otro extremo del país: Tijuana hasta llegar a Buenos Aires y Rio de
Janeiro.
Todos estos ingredientes están detrás de una denuncia presentada ante la
Procuraduría General de la República por Lorena Martins, quien, dice, estuvo a
punto de ser asesinada por su propio padre: Raúl Martins Coggiola, empresario
de origen argentino y ex agente de inteligencia en su país durante la
dictadura, quien contó con la complicidad del gobierno de Félix González Canto
para consolidarse como el zar de la prostitución en el Caribe mexicano lo mismo
que su sucesor en el gobierno de Quintana Roo Roberto Borge Angulo. Aunque
otros apuntan que fue el ex gobernador Joaquín Hendrix quien lo introdujo a los
círculos políticos y del poder.
La denuncia de Lorena Martins involucra a la casa de gobierno de Quintana Roo,
pues comenzó a destapar la cloaca que envuelve al gobernador Roberto Borge
Angulo y a su antecesor Félix González Canto, con personajes del crimen
organizado. Los dos tienen fuertes vínculos con Raúl Martins. El zar de la
trata de blancas que apoyó la campaña de Roberto Borge y recibió los favores
del ex gobernador Félix González Canto. Ambos estuvieron también vinculados con
miembros del clan de Amado Carrillo Fuentes, el “Señor de los Cielos”.
Lorena Martins estaba en una encrucijada: llevar una vida de lujo desafiante
como Victoria, la heredera del famoso mafioso John Gotti, calificado en Estados
Unidos cómo “el gangster más famoso desde Al Capone”, y quien
falleció de cáncer estando en prisión a la edad de 61 años. Victoria, la
heredera de Gotti, llegó a convertirse en una celebridad de la televisión
estadounidense.
Ser o no ser una aristócrata de la mafia, es lo que se planteaba Lorena
Martins, pero decidió denunciar a su padre, el poderoso jefe de una de las mafias
de Quintana Roo vinculado a los más altos niveles de la política.
Hace unos días Lorena Martins llegó a la ciudad de México. Se refugió en un
hotel y decidió presentarse ante la PGR para hacer la denuncia, entregando a la
autoridad documentos y videos. De inmediato recibió medidas de protección
cautelar por parte de un grupo de operaciones especiales de la PGR.
Es inevitable el escándalo porque involucra, en pleno proceso electoral, a
conspicuos personajes de la vida política de Quintana Roo. El presidente del
PRI, Pedro Joaquín Coldwell, semanas antes había sometido al pleno del Consejo
Político de su partido una serie de “candados” para evitar el registro de
candidatos involucrados en escándalos o con pésima reputación. Por todos es
sabido que en Quintana Roo la llegada de Pedro Joaquín Coldwell a la dirigencia
del PRI no fue bien recibida por la mafia de esa entidad de donde él es oriundo
y la cual incluso gobernó, comenzando por el propio gobernador Roberto Borge y
su antecesor Félix González Canto.
En una suspicaz entrevista con el diario Milenio, Lorena Martins
denunció a su padre de ser el jefe de una poderosa mafia del crimen organizado
relacionada con los Zetas y un grupo de políticos a los que Raúl
Martins apoyó en sus campañas. Su padre, acusó Lorena, es dueño de una red de
antros en Cancún, Playa de Carmen, Tijuana y Buenos Aires, con nombres como Mix, Divas, The
One, Maxim y Bolero.
“Recuerdo –dice Lorena– que mi padre acudió a una cena para apoyar la campaña
de un partido político en Cancún. Estaba a mil dólares la entrada y él compró
cuatro o cinco entradas, más las aportaciones concretas que hizo a esa campaña…
Y sé que tiene una estrecha vinculación con los Zetas.
Lo sé por su propia boca…
En su red… todas las redes de trata funcionan con protección. Hay varios
funcionarios implicados. Gente de partidos políticos, gente de periódicos que
taparon esto”.
Su padre (Raúl Martins), es el presunto líder de una banda dedicada a la
prostitución de argentinas y brasileñas, muchas de las cuales, sostiene, eran
traídas al país en contra de su voluntad, las engañaba con la idea de venir a
Cancún a trabajar como meseras y modelos. Al final, se les obligaba a
prostituirse.
Se dice dispuesta a detonar el escándalo. “Hay un ex gobernador que está nombrado,
gente del ayuntamiento (de Cancún), él (su padre) mantuvo vínculos de
corrupción con agentes de migración”, afirma Lorena.
El periodista que la entrevistó pregunta: ¿Teme por su vida?
– “Temo porque mi padre ya intentó matarme”.
Lo sorprendente de este caso es que algunos medios vinculados y dependientes
del gobierno de Quintana Roo estén promoviendo la denuncia de Lorena Martins.
Es obvio que detrás de todo este entramado hay un grupo político que se ha
apoderado del estado al que manejan como feudo. Sea que Lorena Martins se
encuentre manipulada por algunos de estos políticos o no, pero lo cierto es que
tarde o temprano, el gobernador de Quintana Roo Roberto Borge y su antecesor
Félix González Canto podrían seguir los pasos de Mario Villanueva Madrid quien
se encuentra en prisión en Estados Unidos por delitos relacionados con el
crimen organizado (lavado de dinero y narcotráfico).
Ambos personajes no sólo están relacionados a Raúl Martins Coggiola, el zar de
la trata de blancas. Roberto Borge y Félix González Canto están vinculados de
alguna manera al clan del extinto Amado Carrillo Fuentes, quien era mejor
conocido como el “Señor de
los Cielos”.
Desde los tiempos de Mario Villanueva era más que evidente la penetración del
narcotráfico en el gobierno de Quintana Roo, precisamente por ese motivo
Villanueva fue procesado primero por el gobierno mexicano y después extraditado
a Estados Unidos al ser requerido por la Corte Federal para el Distrito Sur de
Nueva York.
En base a las investigaciones de las autoridades estadounidenses se comprobó
que Ramón Alcides Magaña, operador de Carrillo Fuentes, se encargaba de
coordinar el pago a policías y funcionarios del estado de Quintana Roo, y en
particular a Villanueva Madrid, quien recibía entre 400 y 500 mil dólares
americanos por cada cargamento de cocaína que le permitía introducir al cártel
de Juárez.
Durante su mandato Félix González Canto continuó la relación con el clan de los
Carrillo Fuentes, ahora con Luis Carlos Carrillo Cano, quien se ostentaba como
un exitoso constructor. Bajo esa fachada el “empresario” hizo millonarios
negocios con el gobierno de Félix González Canto quien otorgó la concesión para
la construcción de una cárcel al sobrino del “Señor de los Cielos”. Cuando se descubrió la
relación Félix González Canto–Luis Carlos Carrillo Cano, las obras se
suspendieron. Los planos del penal contemplaban pasadizos secretos para
eventuales fugas.
¡Para Ripley…!, en su momento el gobernador Félix González Canto le había
otorgado un contrato a un narco para la ampliación de la cárcel municipal de
Cancún, a través de la empresa SAFIE de Quintana Roo, S.A. de C.V.
Informes policiales revelaron que Luis Carlos Carrillo Cano asistía a fiestas y
toda clase de eventos sociales a donde era invitado e incluso tenía muy buena
relación en el ámbito de la política y con lo cual finalmente conseguía obtener
apoyos en las licitaciones del gobierno. Sin embargo, había un problema más:
sus hermanos Ricardo y Alfredo Carrillo, la DEA los relacionaba como presuntos
responsables de tráfico de drogas, lavado de dinero, extorsión y homicidio
hacia la Unión Americana.
Una tarde de octubre de 2011, el “exitoso empresario”, amigo de Borge y
González Canto, fue ejecutado en una de las avenidas principales de Cancún.
*José Martínez M., es
periodista y escritor. Es Consejero de la Fundación para la Libertad de
Expresión (Fundalex). Es autor del libro Carlos Slim, Los secretos del hombre más rico del mundo, y otros títulos, como Las enseñanzas del profesor. Indagación de Carlos Hank
González. Lecciones de Poder, impunidad y Corrupción y La Maestra, vida y hechos del Elba Esther Gordillo.