sábado, 5 de diciembre de 2015

AGUINALDOS


Juan López

 De vieja costumbre el aguinaldo se hizo norma durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines. La Ley Federal del Trabajo, en su Artículo 87 establece que el aguinaldo menor será el equivalente a quince días de salario mínimo, que deberá de pagarse antes del veinte de diciembre de cada año. Trabajadores que por cualquier motivo no laboren durante todo el año, tendrán derecho al pago de la parte proporcional del aguinaldo conforme al tiempo trabajado.

    Cierto que mientras la ley dice una cosa, los políticos interpretan otros dictámenes totalmente contrarios al espíritu de las leyes. En ningún reglamento está inscrito que el aguinaldo se haga extensivo a la alta clase política, pero mientras esta omisión es omitida por los ministros de la corte, magistrados, consejeros, embajadores en Europa, miembros del gabinete, senadores, diputados federales y locales, alcaldes, regidores y síndicos, TODOS, se despachan con la cuchara grande. Cuestan a México, a nuestros impuestos, ciento treinta y dos millones de pesos los diputados federales por motivo de la Navidad. El Congreso de la Unión tiene ya preparada una bolsa de 132 millones, 515 mil pesos para pagara a senadores y diputados sus aguinaldos, dietas mensuales, así como otras ayudas más que corresponden al mes de diciembre. Los diputados se preparan a recibir 194 mil 852 pesos y los senadores 274 mil pesos por estos rubros. En suma la Cámara de Diputados erogará casi cien millones de pesos y el Senado treinta y cinco millones. La navidad generosa con nuestros legisladores, es muy mezquina con el resto de la clase  trabajadora, con los empleados públicos, con los obreros y con las asalariadas domésticas.

   Quienes han sido elegidos en urnas son considerados depositarios del poder público. Ninguno legislador o ministro tiene el rango de subordinado de ningún jefe de personal inmediato. Son autónomos en sus decisiones. Hacen leyes y toman acuerdos pero carecen de un horario y el cumplimiento de labores precisas. Si a su condición del deber le aplicamos privilegios costosos de dinero en efectivo y les  multiplicamos por días devengados su aguinaldo, entonces son sumas millonarias del erario las que se utilizan para agasajar a estos parásitos que medran con la sangre de la nación.

    Con tanta cantidad de millones de pesos que se escurren por el desagüe de la impunidad y la sinvergüenzada de las élites políticas, cuántas camas para un hospital público podrían comprarse. Cuánta escuela podría ser reparada. Cuantos comedores infantiles para la pobreza podrían instalarse en las zonas deprimidas del país. Agua potable para las colonias, drenaje en centros habitacionales, nueva universidad ahí donde están saturados los centros de estudios. Es una pena ver el tendero del Grupo Kiosko en la Diana Cazadora de Acapulco en plena costera, donde claman por una oportunidad para estudiar.

    Si se cancela el aguinaldo a la alta clase política, iremos por el rumbo correcto de hacer buen uso de nuestros impuestos. Ninguno de los agraciados en las altas esferas de la burocracia se va a morir si pasa sin sobresueldo las fiestas decembrinas. Comenzaríamos a gastar correctamente el erario y emparejaríamos esa desigualdad social que hoy nos rinde frutos tan agrios como los ayotzinapos y tan ácidos como los maestros de la CETEG. Si no queremos el gemir  de la pobreza en nuestros talones, paremos la voracidad de los políticos y seamos más cristianos en el sentido de compartir con los pobres nuestros bienes.

    PD: “Aguinaldo: prestación laboral obrero-patronal”. Constitución.



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