Antropólogo mexicano fue uno de los primeros del mundo
en sistematizar un método para obtener ADN de restos humanos de hasta 12,700
años
México. Febrero del 2012.
(Revista Protocolo). Hace 12 años el antropólogo físico mexicano
Adrián Martínez Meza y la doctora María de Lourdes Muñoz se convirtieron en
unos de los primeros científicos en el mundo en lograr sistematizar un
procedimiento de laboratorio para obtener ADN antiguo de restos óseos humanos
de hasta 12 mil 700 años de antigüedad, lo que ha permitido obtener información
valiosa sobre poblaciones antiguas y prehispánicas a nivel molecular. Los
avances y retos de investigaciones en la materia se revisarán en el Primer
Seminario de Antropología Molecular de México, que se desarrollará a partir del
28 de febrero.
La actividad científica, organizada por el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), se efectuará los últimos
martes de cada mes hasta el 27 de noviembre próximo, en el Museo Nacional de
Antropología, donde luego de casi década y media de la aplicación de la
investigación molecular en la antropología física, se reunirán los principales
estudiosos en el país dedicados a esta disciplina enfocada al estudio de
poblaciones antiguas, prehispánicas y actuales.
El investigador Martínez Meza, de la Dirección de
Antropología Física (DAF) del INAH, indicó que en la década de 1990 planteó la
hipótesis de que en cualquier hueso se podía encontrar ADN antiguo y se lanzó a
la aventura de comprobarlo. Tras tres años de estudio concluyó que éste se
encuentra en mayor cantidad en ciertos lugares del esqueleto, que pueden servir
como “huesos diagnósticos” para futuras investigaciones.
Conjuntamente con la bióloga María de Lourdes Muñoz,
encargada del Laboratorio 1 del Departamento de Genética y Biología Molecular
del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto
Politécnico Nacional (IPN), crearon uno de los primeros laboratorios de
antropología molecular del país (INAH-IPN), donde se estudian huesos de
poblaciones muy antiguas y han podido aislar ADN mitocondrial de huesos humanos
de hasta 12 mil 700 años de antigüedad, para corroborar sexo, parentesco
biológico, migraciones y enfermedades padecidas, entre otros aspectos.
Un ejemplo, dijo, del desarrollo de este tipo de
estudios ocurrió con el esqueleto del “Hombre de Tepexpan”, cuya antigüedad
está calculada en cinco mil años. Hasta principios de este siglo se creyó que
este ejemplar correspondía a un hombre; a partir de una polémica entre los
estudios de dos antropólogos —en los años sesenta del siglo pasado—, los
análisis de la forma de sus huesos y sus medidas (antropometría) no permitían
ponerse de acuerdo en definir su sexo. “Fue hasta que se aisló el ADN
mitocondrial en el hueso, como se comprobó que el código genético seguía la
secuencia XX, es decir, se trata de restos de una mujer.”
El antropólogo físico Adrián Martínez explicó que para
la década de 1980 apenas existían unos tres artículos publicados en el mundo
sobre este tipo de investigaciones; pero el tiempo permitió corroborar que en
los huesos se conserva ADN, y desde 1995 se estudia en México la lectura de
códigos genéticos de seres humanos de las épocas precerámica (12,700 a 3,000
años a.C.); prehispánica (3,000 a.C. a 1,521), Colonial (1,521 a 1,810) y
moderna, a partir de lo único que sobrevive a la degradación total de un
individuo: el esqueleto.
“En los huesos antiguos es posible recuperar más ADN
mitocondrial que nucleico; cada célula tiene un núcleo y varias mitocondrias,
pero el ADN del núcleo —donde está la información de los genes paternos— se
degrada más rápidamente que el mitocondrial —donde se guarda la información de
los genes maternos—, en este sentido la técnica de extracción de ADN antiguo ha
tenido éxito a partir del ADN mitocondrial.”
Esta condición, destacó Martínez Meza, es parte de la
técnica de extracción de ADN mitocondrial. “Si bien en todo el esqueleto se
puede encontrar ADN, se tuvo que hacer un ‘mapeo’ de todo el esqueleto para
corroborar si hay algunos huesos donde se conserva más ADN antiguo que en
otros, y se comprobó que en la región de la cadera y el tórax se preservan más
células.”
Bastan, abundó, sólo dos gramos de hueso, que una vez
pulverizado se depositan en tubos de ensaye para separar las células, y obtener
apenas microgramos de moléculas donde yace el ADN mitocondrial. Una vez
recuperado el ADN, éste sólo se puede “leer” a través de rayos ultravioleta.
“Es lo más pequeño que se pueda imaginar, de los tres miligramos de polvo de
hueso se obtienen microlitros de ADN, una sustancia transparente incolora que,
expuesta a la luz ultravioleta, asoma bandas de color rosa fosforescente donde
están ‘escritos’ los códigos genéticos que determinan las características de
cada individuo.
“Es un código de combinaciones que determina el sexo,
color de piel, forma de cabello, ojos, pero también enfermedades padecidas en
vida, malformaciones, entre otros aspectos. La lectura de estos códigos, entre
otros aspectos, ha ayudado a definir las relaciones biológicas de las poblaciones
prehispánicas.”
El antropólogo Adrián Martínez destacó que son ya 15
años de trabajo en antropología molecular en México, durante los cuales se han
creado laboratorios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH),
la UNAM, la Universidad de Guadalajara (Campus Ciénega), el Hospital “Dr.
Manuel Gea González”, el Cinvestav de Irapuato, Guanajuato y el de la
DAF-Cinvestav.
“Cada laboratorio trabaja diferentes aspectos; la ENAH
y el Gea González, las enfermedades en poblaciones vivas; en el de Guadalajara
las poblaciones indígenas, y nosotros en la DAF-Cinvestav trabajamos
poblaciones antiguas.
“De dichos laboratorios han surgido varios estudios y
se han formado nuevos investigadores. Cabe destacar que la primera tesis
doctoral de antropología molecular en España, es de un biólogo mexicano que
aplicó esta sistematización en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde
ayudó a crear el primer laboratorio de antropología molecular de ese país, que
se convirtió en escuela para otras universidades españolas e instituciones de
investigación en Sudamérica.”
Adrián Martínez puntualizó que a década y media de
impulso a la antropología molecular, es tiempo de entablar un diálogo académico
que permita visualizar lo que se desarrolla en cada laboratorio mexicano y
compartir experiencias. Es así que, con la finalidad de revisar logros,
alcances y retos, se efectuará el Primer Seminario de Antropología Molecular en
México.
Entre los temas que se revisarán destacan: Filogenia
(historia evolutiva) de las poblaciones humanas prehispánicas y contemporáneas,
Perspectivas de la Antropología Molecular en México, Parentesco biológico en el
México prehispánico, Metodologías para la extracción de ADN en poblaciones
prehispánicas, Historia y composición genética de las poblaciones mexicanas,
Estudios moleculares de las malformaciones en México y Estudios genómicos de la
obesidad, entre otros.
El foro científico,
que se desarrollará del 28 de febrero al 27 de noviembre próximo, tendrá como
sede el Auditorio “Fray Bernardino de Sahagún” del Museo de Antropología
(Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec). Para los estudiosos de áreas afines
tendrá valor curricular, pero estará abierto a todo público interesado. Entrada
gratuita. Mayor información en el correo electrónicoammtrop@yahoo.com.mx o al teléfono 40
40 53 00 ext. 412 494.
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