En la planta de energía Avedore, a las afueras de Copenhague, se
están generando cerca de mil megavatios de energías renovables, suficientes
para abastecer a 250.000 hogares
Dinamarca. Abril del
2012.
(Fuente: BBC Mundo). Este país
no quiere depender del petróleo ni del
carbón. Tampoco de la incertidumbre y los cambios bruscos del mercado, por lo
que quiere producir y abastecerse de energía verde. No es sólo un sueño, tanto
el gobierno como los partidos políticos han fijado una fecha.
Líder en la producción
de energía eólica y biomasa (material orgánico), Dinamarca acaba de anunciar
que a finales de esta década producirá una tercera parte de su energía de
fuentes renovables.
El anuncio además va
más allá. El gobierno danés fijó el año 2050 como la fecha límite para que todo
el país funcione con energía verde.
Lo inusual del anuncio
es que tiene todo el apoyo del espectro político del país. Friis, por ejemplo,
es portavoz del opositor Partido Liberal de centro derecha y defensor de la
producción industrial y los negocios.
Para ella, la decisión
de abandonar los combustibles fósiles es una cuestión de buena planificación
financiera.
“No importa lo que
hagamos, vamos a tener un aumento en el precio de la energía, simplemente
porque la gente en India y China quiere tener un coche, quiere viajar”.
“Es por eso que
queremos ser independientes de los combustibles fósiles, para no ser
vulnerables a grandes fluctuaciones en el precio de la energía”, comenta.
Dinamarca lo sabe por
experiencia. Fue uno de los países que más sufrieron la subida de precios del
petróleo en la década de los años setenta. La sociedad danesa asumió que era
necesario seguir otro camino.
La energía nuclear
nunca fue considerada seriamente, tanto partidos políticos como la sociedad
civil siempre se opusieron. Así que, mucho antes que otros países Dinamarca
comenzó a desarrollar energías renovables y ahora es uno de los líderes
mundiales, especialmente en el campo de la energía eólica.
El reto: almacenar la energía
En la planta de energía Avedore, a las afueras de Copenhague, se
están generando cerca de mil megavatios de energías renovables, suficientes
para abastecer a 250.000 hogares.
Buena parte de esta energía proviene de grandes molinos de viento pero la
mayoría se genera en dos plantas de biomasa donde se quema paja y otros tipos
de residuos industriales.
La planta está a cargo de la empresa eléctrica más grande de Dinamarca, Dong
Energy, y como el resto del país, también quiere perfeccionar y ampliar el
proceso hasta que casi toda la electricidad provenga de fuentes limpias.
“Es una gran
transformación. Creemos que el futuro no se basa en el carbón, pero es difícil.
Tienes que crear toda una nueva forma de operar el negocio”, explica el
vicepresidente ejecutivo Thomas Dalsgaard a la BBC.
El camino no sólo
implica construir más turbinas de viento y plantas de energía, sino superar el
principal reto: almacenar toda la energía producida por fuentes renovables para
su uso cuando no brille el sol o cuando no sople el viento.
Los ingenieros daneses
están examinando diferentes alternativas para almacenar electricidad, lo cual
permitiría ampliar el número de coches eléctricos en el país ya que podrían
funcionar con baterías recargables. No obstante, los proyectos todavía están en
etapa de desarrollo.
Los costos y riesgos de la energía verde
Otro desafío es la
distribución. Las plantas tradicionales de energía se encuentran cerca de
pueblos y ciudades.
Si los parques eólicos se construyen lejos del mar como está
previsto, se tendría que construir una amplia red de cables para llevar esa
energía a los lugares donde se consume.
“Las grandes inversiones van a ser necesarias y hay que hacerlas ahora. Es una decisión
política pero creemos que se puede hacer”, señaló a la BBC Erik Kristofferson,
de Energinet, encargada de administrar la red energética danesa.
Bjorn Lomborg no está
convencido. Quizás sea el crítico de energías renovables más famoso del mundo y
le desespera que su país se comprometa a un futuro basado en el viento, las
olas y la energía solar.
“Nos encanta poner
molinos de viento pero esta estrategia va a reducir el crecimiento económico.
La energía verde es mucho más cara que los combustibles fósiles. Lo que debemos
hacer es solucionar el cambio climático, pasar de la enorme contaminación del
carbón a emitir menos gases contaminantes”, comenta el académico, profesor de
la Escuela de Negocios de Copenhague.
Lomborg hace especial hincapié en el potencial del llamado gas
de pizarra encontrado en el subsuelo y que ha sido señalado como una nueva
fuente abundante de energía.
Un cambio que otros países seguirán
Sin embargo, las
cantidades reales de gas de pizarra siguen siendo desconocidas.
Hasta hace poco Polonia se jactaba de que podría suplir la mayor
parte de sus necesidades energéticas con sus reservas, pero ha tenido que
rebajar sus estimaciones.
Además el gas de pizarra necesita ser extraído mediante un proceso conocido
como fractura hidraúlica (también llamado fracking), que algunos sostienen que
provoca graves daños ambientales.
La técnica consiste en inyectar un compuesto líquido en el
terreno para fragmentar el sustrato rocoso. Según los ambientalistas estos
compuestos podrían contaminar los acuíferos.
Para el ministro de Energía de Dinamarca, Martín Lidegaard, la pizarra no
ofrece soluciones, no más que otros combustibles fósiles. Su precio, advierte,
podría ser igualmente volátil.
El ministro reconoce que no puede calcular el precio de una transición completa
a las energías renovables pero afirma que todavía tiene sentido financiero, y
no sólo para Dinamarca.
“Estoy 100% seguro de que otros países pueden hacerlo y tendrán que hacerlo
simplemente por la evolución de los mercados. Cada uno tendrá que encontrar sus
propias soluciones”, detalla Lidegaard.
El nuevo compromiso de
Dinamarca con las energías renovables aún no se ha debatido en el parlamento
del país. No obstante, con el apoyo de casi todos los partidos, sólo falta
formalizarse.
El reto será traducir
ese deseo en una realidad.