jueves, 22 de enero de 2015

Irma Figueroa Romero


 Juan López

En el perfil personal de hombres y mujeres que hemos repasado en nuestra labor cotidiana, existen coincidencias en el talante de su conducta. La mayoría -todos quizá-, construyeron bien su destino. De origen humilde se han alzado sobre su suerte y han escalado verdaderas cumbres de la celebridad, la notoriedad social y el éxito público. Ejemplos admirables como emprendedores y pioneros.

Existen en Acapulco cuadros femeninos que se distinguen por su trabajo, orden, disciplina y todas aquellas virtudes procurantes del desarrollo humano. Son pocos quienes sobresalen en este elenco de servidores públicos. Muchos han mancillado la blanca túnica de servir al país con desinterés personal. Sobran quienes llegaron a la curul o al escaño para hacer negocios, vender y comprar influencias y arrojarse a la incuria y la molicie, desnudos como diablos que en el vicio encontraron su mejor satisfacción.

Por ello hay que aclarar que antes de incursionar en la política militante la química Irma Figueroa Romero edificó-creó-fundó su patrimonio personal y familiar: instituyó una marca de gran éxito  mercantil: laboratorio de análisis, que es fuente de ocupación para numerosos profesionistas. Ella no hizo antesalas en ningún partido político ni rogó a soberbios procónsules para que le otorgaran una diputación federal. Nunca pidió el favor de que se le concediera la oportunidad de ser una legisladora plurinominal. Ganó en las urnas limpiamente el mérito para sentarse en un asiento del Congreso de la Unión, en representación de Acapulco. Mayor esfuerzo y calidad participativa no puede exigírsele a una mujer que logra una victoria electoral en el primer intento por servir a su (nuestro) México.

De ella, de su trabajo legislativo, de sus afanes en un Congreso al que siempre ha dominado la burocracia estéril, los ciudadanos obtuvimos la Ley que institucionaliza Los Fines de Semana Largos. Ayer una atrevida ingeniosidad, sesgo de innovación pero que, hoy se ha consolidado como una vertiente altamente productiva de la economía nacional.

Nadie por el fortalecimiento del turismo nacional y la economía de la diversión y el recreo, ha hecho tanto como Irma Figueroa Romero, pues se han incrementado las estadísticas monetarias del saldo productivo en mejora del trabajador hotelero, gastronómico, mesero, taxista, informador y de todos los que como en Acapulco intervenimos en la misión social de anfitrionar al turista.

Cuando estamos en los umbrales de un proceso electoral, como sucede en estos momentos en Guerrero, a estas mujeres de aptitud y eficacia, de trabajo y virtudes sociales, a tales personalidades de tan alta calidad política y de tanta creación legislativa, como Irma Figueroa Romero, no debemos ignorarlas. Necesitamos atraerlas al redil de los caminos democráticos tan necesitados de ciudadanos que le den a la política jerarquía y rango humano.

Con tanta cháchara y monsergas que levantan la mano para que los nominen en este trance electoral, reiteramos nuestra propuesta de que vayan al Congreso verdaderos representantes del pueblo, no cualquiera que se apunte por ocio o por deporte.


    PD: “Dad al César lo que es del César”: Jesús.

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