lunes, 25 de noviembre de 2013

Gracias Gobernador


 Juan López

    Mientras algunos bienvivientes del presupuesto se atoran gritándole a la autoridad sus deberes y quehaceres, pensamos que un gobernador tiene facultades legales para contratar personal de trabajo y también para prescindir de quienes carecen de aptitud para el desempeño de las tareas que se les asignan. Tan claro como que la tierra es redonda.

    Nada tan satisfactorio para toda la sociedad -no para unos cuantos-, el cese fulminante del secretario de Cultura, obviamente, por su incapacidad y malas trazas en la realización de un verdadero plan de labores, pero eso sí, convirtiendo en muladar los espacios públicos culturales y creando un corral donde simuladores, cuates e incondicionales, obtenían estipendios redituables, por formar parte del coro fácil de aduladores y comparsas.

    Ya lo vimos con la lectura de la obra de José Revueltas. Otra cosa: nivel, calidad, asistencia relevante, gente, nombres. La cultura no tiene que ser lugares comunes y la misma plebe, la menudencia, la frivolidad, lo raquítico. Estamos seguros que va a terminarse en la Secretaría de Cultura la vendimia, la mojiganga, el escenario de bufones, lo árido y lo mediocre.

Martínez Núñez tiene prosapia y cuna, rango y linaje. Improvisado no lo es. Conoce, dirige, delega funciones, alterna, disfruta del arte como de una vocación intrínseca. Pero el más importante de todos sus atributos: es un hombre que sabe escuchar y atender las vicisitudes de su género. Esto último hará que las actividades culturales de Guerrero se dimensionen como nunca, porque seremos muchos los generadores, creadores, autores y organizadores que habremos de participar, porque deseamos ser parte de. Sin prebendas ni mezquindades, en ayudarle a que el talento y producción de los artistas, cristalicen en este régimen que tuvo la fortuna de haberlo designado como coordinador de los esfuerzos de quienes recrean los sentimientos del pueblo.

    De antemano sabemos que enfrentará resquemores, disolvencias, odios y tirrias de errabundos merodeadores pero, son gajes del oficio que brinquen las alimañas cuando la barca inicia el hundimiento. Lo que importa es el presente, como catapulta del futuro. Hay que limpiar los establos como Hércules por mandato de la higiene.

    Yo propongo: que se instituya, se realice cada año, El festival musical José Agustín Ramírez. Que coincida con la fecha de su deceso el 12 de Septiembre. Una semana de trova, con recorrido a toda la campiña guerrerense a la que le cantó, actualizado con esa prodigalidad sinfónica del maestro Eduardo Álvarez: un recorrido por toda su geografía musical que es vasta y rica. Con la asistencia de voces privilegiadas que interpreten Por los Caminos del Sur, Acapulqueña, Ometepec, La vida se nos va…Con personalidad jurídica propia y Decreto Constituyente obligatorio. Festival como Las Jornadas Alarconianas, sin fecha de caducidad, tendiente a ser una institución más del acervo guerrerense. Es una pena que no existan los Festivales de José Alfredo en Guanajuato; el de Álvaro Carrillo en Oaxaca, el de Guty en Yucatán, como si está vigente el de Agustín Lara en Veracruz. La música popular es uno de los patrimonios más legítimos de nuestra cultura-pueblo.

    Se entiende: no hay que descuidar la creatividad actual, ni las corrientes en boga de las artes: el espíritu siempre hablará por nuestra raza. Pero no es ocioso ni árido, mantener en el pedestal de admiración que merece, el más grande de los creadores musicales que ha dado Guerrero, el maestro José Agustín Ramírez Altamirano: Faro de la inteligencia musical costeña.

    Sin otro particular por el momento y, por renovar la sangre -icor, decían los griegos-, de tan urgente necesidad que era en la Secretaría de Cultura, Gracias Gobernador.

    PD: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”: Heráclito.



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