*** “¡Te amo papá!”; grita una pequeña entre los polvos del cementerio de
Chilapa
*** Adiós a un padre, esposo e hijo
Jonathan Cuevas/API
Chilapa, Gro.- “¡Te amo papá!”, gritó una pequeña de aproximadamente cuatro años al ver
que la caja fúnebre donde iba el cadáver de su padre, se hundía entre la
tierra.
Una madre, anciana,
lloraba desconsoladamente. El hijo mayor, adolescente, miraba incrédulo y, una
mujer joven, esposa de “el pelón” a quien enterraban, buscaba consuelo
abrazando fuerte un retrato.
Alrededor cientos de gentes lanzaban porras a un candidato, cuya campaña fue
truncada a menos de una semana de su inicio. Un alcalde bajo la sombra de una
sombrilla también estaba en la escena. Se mostraba enojado y dolido por el
crimen del que fue víctima su ex colaborador Ulises Fabián Quiroz, a quien
respaldó para que fuera candidato a relevarlo en la presidencia municipal.
Éste domingo 03 de mayo fue sepultado el candidato del PRI a la alcaldía de
Chilapa, ejecutado frente a varios de sus colaboradores el viernes pasado
cuando regresaba de una gira proselitista en Atzacoaloya, comunidad perteneciente
a esa municipalidad y, dominada por un grupo criminal denominado “Los
Ardillos”, que disputa el territorio de la Montaña Baja de Guerrero contra “Los
Rojos”.
Homenaje y misa…
Los restos de Ulises Fabián fueron velados en su domicilio sobre la cabecera
municipal de Chilapa. Ahí, familiares y amigos así como compañeros de partido
lo despidieron a partir de la mañana del sábado y hasta el mediodía de este
domingo.
Pasadas las 12:00 de la mañana, el ataúd en el que estaban los restos de Ulises
fueron llevados a la sede del PRI municipal, donde le rindieron un homenaje.
Antes, un grupo de personas se apostaron frente al palacio municipal y
mostraron una manta en la que exigieron al gobernador del Estado Rogelio Ortega
Martínez, justicia para el candidato priista.
Durante el homenaje en las oficinas priistas, la caja fúnebre fue colocada de
frente a una fotografía de Ulises y, sus compañeros de partido le hicieron
guardia de honor mientras se ofrecían porras y discursos.
Una de las guardias fueron integradas por el Senador René Juárez Cisneros, el
candidato a gobernador Héctor Astudillo Flores, el dirigente estatal del PRI
Cuauhtémoc Salgado Romero y el alcalde de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos.
La candidata a diputada federal Verónica Muñoz Parra ofreció un mensaje en el
que se solidarizó con la familia de Ulises y, exigió justicia a las
autoridades. Por su parte, Héctor Astudillo lamentó el hecho y también solicitó
al gobierno resultados prontos en torno a las investigaciones, para que se
pueda castigar a los responsables.
Luego, el cadáver fue llevado a la Catedral ubicada en el zócalo de la ciudad
donde le hicieron la misa de cuerpo presente.
Ahí se aglutinaron cerca de dos mil personas, en su mayoría vestidas de blanco.
También llegaron los más altos representantes del PRI en el Estado (arriba
mencionados), así como el presidente municipal de Chilapa Francisco Javier
García González.
En todo momento estuvieron al frente junto a la caja fúnebre, la esposa de
Ulises Yoloxóchitl Arellano y sus tres hijos, la madre del ahora occiso
Salvadora Quiroz Méndez y otros familiares cercanos.
El ataúd ingresó a la Iglesia entre los enormes muros y las gárgolas instaladas
sobre el techo de la monumental Iglesia, pero también entre aplausos, llanto y
porras de la multitud que lo acompañaba para darle el último adiós.
La caja fue colocada frente al altar del templo. Junto a ésta se colocaron
varios familiares del candidato asesinado. En las bancas de primera fila, a
espaldas del ataúd se sentaron sus seres queridos más cercanos. En la segunda
banca estaba la clase política priista y, hacia atrás, la población o
simpatizantes de Ulises.
La Iglesia estaba llena totalmente en su interior. A unos tres metros de
distancia del cadáver del lado derecho, había algunos reporteros. Del lado izquierdo
había un numeroso grupo de colaboradores, de los más cercanos, algunos fueron
testigos presenciales del asesinato de Ulises.
El padre inició la misa mientras la viuda acariciaba una y otra vez el vidrio
frontal de la caja, de donde se podía ver el rostro de aquel cadáver envuelto
en sábanas blancas. Por momentos la mujer lloraba.
Del otro costado estaba un adolecente, hijo de Ulises Fabián. Portaba un saco
gris, como buscando no perder el estilo a pesar del doloroso momento por el que
atravesaba. Su mirada era firme y, a diferencia de su madre, él casi no
volteaba a ver el cuerpo sin vida.
De momentos se acercaba una pequeña de aproximadamente cuatro años de edad,
hija de Ulises. Era delgada de piel morena, cabello lacio y corto. Buscaba
asomarse por el cristal de la caja aunque apenas y alcanzaba. Su madre la
abrazaba tratando de reconfortarla cuando por momentos la pequeñita parecía ser
consciente de la realidad y lloraba.
El padre rezó, ofreció un mensaje, leyó la biblia, cantó y pidió a la familia
que dejara de lado el rencor. “El camino de nuestro hermano Ulises ha
terminado, pero eso no significa que su lucha, su trabajo queden olvidados.
Tenemos que seguir luchando para algún día reunirnos con él y con todos los que
se nos han adelantado”; expuso el hombre de la sotana.
Agregó: “Este es un momento de especial tristeza para la familia, su esposa,
sus padres, sus hijos y toda su familia. Es un momento para pedirle al señor
fortaleza y serenidad. Venimos aquí este día para pedir descanso de nuestro
hermano Ulises, pero también reflexionar sobre nuestra propia vida. ¿Qué es lo
importante en nuestra vida?. Es momento para levantar los ojos al cielo y tomar
las cosas que verdaderamente significan en nuestra vida”.
El sepulcro…
Después de una hora, a las 3:00 de la tarde, el cuerpo fue sacado de la iglesia
entre la multitud.
“Yo si le voy, le voy a Ulises”; “A la bio, a la bao, a la bim bom ba, Ulises,
Ulises, ra ra ra”; Ulises, amigo, jamás serás vencido”, “se ve, se siente,
Ulises está presente”; gritaban varios grupos de jóvenes tan pronto salió el
cuerpo de la catedral.
Varias personas ondeaban banderas blancas en medio de un fuerte dispositivo de
seguridad que acompañó en todo momento al cortejo fúnebre.
Se armó un enorme contingente que caminó desde la catedral hasta el panteón.
Era encabezado por cuatro patrullas de la Policía Municipal y Estatal, un grupo
de jóvenes montados en motonetas y, dos que conducían una motocicleta deportiva
y otra de las conocidas como “renegada”. Mostraron el gusto de Ulises por estas
unidades motrices.
Detrás de las motocicletas avanzaban los colaboradores cercanos al candidato
asesinado. Portaban al frente una manta con la imagen de Fabián Quiroz que a la
letra decía: “un #líder, un #amigo, un #compañero. Por siempre mi candidato”.
Más atrás venía una camioneta marca Toyota color gris donde se trasladó el
ataúd y, enseguida la multitud; unas mil personas que acudieron al sepelio.
En la camioneta sonaba en todo momento la canción de campaña de Ulises; las motocicletas
hacían rugir sus motores y los jóvenes lanzaron porras durante todo el
recorrido, al son de tres tambores.
Entre la multitud caminaban varios policías municipales armados. Delante del
cortejo circulaban cuatro patrullas de la policía municipal y estatal y, detrás
otras cuatro unidades policíacas. Entre las calles que cruzaban los
contingentes también había policías para resguardar el acto.
Al llegar al panteón municipal, un grupo de transportistas esperaban sobre sus
unidades la llegada de los restos y, hicieron sonar sus claxon.
“A donde quiera que vamos la gente se pregunta: ¿Quiénes son ustedes?. Nosotros
contestamos: ¡Somos activistas!, y a Ulises apoyamos”; coreaban una y otra vez
la mayoría de los presentes, mientras la caja era ingresada al cementerio.
En el panteón ya estaba listo el hueco sobre la tierra donde sería la tumba de
“el pelón”. Pronto todos se colocaron alrededor del hoyo y varios empezaron a
lanzar pétalos de flor de crisantemo. Con éstas flores además roseaban de agua
bendita la tumba.
Un grupo de hombres bajó poco a poco el ataúd sobre el hueco, mientras los
familiares y amigos de Ulises lloraban. Todos rezaron varias “ave marías” y
cantaban. De fondo siempre se escucharon las porras que lanzaba aquel grupo de
jóvenes simpatizantes del abanderado priista, hoy muerto.
Cuando la caja estaba ya dentro del hueco; la viuda, madre e hijos de Ulises
lanzaron un puño de tierra, e iniciaron con palas a cubrir la tumba. Sobre la
tierra fueron colocadas varias coronas y arreglos florales mientras varias
gentes seguían bendiciendo el lugar salpicando agua con las flores de
crisantemo.
La viuda siempre abrazó un retrato del difunto y apretaba con el puño izquierdo
una cruz de madera. Por un momento se acercó a la orilla de la tumba y dijo:
“hasta luego mi amor, te veo en la eternidad. Descansa en paz”.
Yoloxócitl Arellano agregó mientras lloraba tranquilamente: “Hasta luego amor,
gracias por dejarme estos tres tesoros”.
Y de repente se acercó su pequeña hija una vez más, miró la tumba de su padre y
volvió a la realidad. “Te amo papá”; soltó con dificultad entre el llanto que
derramaba.
La madre de Ulises lloraba desconsoladamente mientras varias personas a su lado
trataban de tranquilizarla ante el temor de que sufriera un desmayo. El resto de
las personas cantaban.
Enseguida alzó la voz otro hombre y dijo: “Gracias carnal, ni modo, allá nos
vamos a encontrar pero sin carro. Cuida a Chilapa desde el cielo”.
En otro momento del sepelio, la viuda inició una porra: “A la triki tri triki,
ra. A la triki tri triki, ra; el pelón, el pelón, ra ra ra”. Todos la siguieron
repitiendo sus palabras.
Y el presidente municipal de Chilapa era cubierto del sol por una mujer de la
tercera edad, pero bajo su sombra se observaba molesto y triste a la vez.
La madre del occiso, expresó durante el sepelio: “Les
agradezco la confianza y la amistad que le brindaron a mijo. Agradezco
realmente la confianza que estaban depositando en el corazón de un hombre
honesto, trabajador, de un hombre que quería cambiar a su Chilapa, a su gente”.
Y añadió: “como él decía, mi gente de Chilapa, yo quiero cambiarlo, quiero
trabajar por ellos. Dios me mandó para trabajar por mi gente. Pero
desafortunadamente hay gente mala que no lo dejó”.
“A mí me duele tanto el corazón, me lo destrozaron y no tengo palabras para
expresarles, pero con todo mi corazón y mi cariño les agradezco a todos los que
le brindaron cariño y amistad sincera”; abundó.
También dijo que ojalá el PRI encuentre a una persona que tome las riendas de
la candidatura que dejó vacante, aunque afirmó que “nadie se va a comparar con
este gran hombre”. También dijo esperar que “la gente malosa ya no tenga el corazón tan malo y deje trabajar (al otro candidato)”.
La viuda de Fabián Quiróz hizo una comparación de su esposo con el caso Luis
Donaldo Colosio, afirmando que Ulises era bastante querido por la gente. Agregó
que ella ha perdonado a los asesinos y dejó en manos de Dios la justicia.
Luego de los mensajes la gente se empezó retirar y poco a poco la familia fue
quedando sola frente a la tumba del candidato priista. (Agencia Periodística de
Investigación)